El pasado 14 de octubre falleció, en Guayaquil, el crítico de arte y gestor cultural Juan Hadatty Saltos.

Nació en Bahía de Caráquez, en Manabí. Allí estudió la primaria y secundaria. Luego se trasladó hasta el puerto principal y se especializó en Sociología y Ciencias Políticas. Pero el arte eclipsó su vida. A partir de la década del 60 se inició como gestor cultural. Una labor que se amplió, cuando fundó, en 1966, el Café-Galería 78, un espacio pionero dentro de su género en el país. En ese sitio, durante dos años, se realizaron aproximadamente 300 actos culturales. Allí participaron intelectuales y artistas ecuatorianos y también extranjeros.

Su gran conocimiento y amor por el arte estaba a la par con sus convicciones políticas. Mantuvo, como lo han reconocido sus amigos y familiares, un inalterable fervor por la Revolución Cubana; y desde 2006 no ocultó su apoyo al régimen actual y al presidente Rafael Correa.

Hernán Zúñiga señala que Hadatty puso su saber como cientista social en beneficio del arte. Así se convirtió en el animador y suscitador de una corriente de pensamiento liberal en las artes visuales. “Considero que Juan es el teórico indiscutible de la corriente artística de los años 60 y 70”, afirma el pintor y grabador ambateño.

“Es además el crítico que teorizó y promovió, impulsando a figuras como César Andrade Faini, Alfredo Palacio, que pertenecían a una corriente artística emparentada con el realismo social de los años 30 y 40. Juan como sociólogo reconocía esta tradición, la ponía frente a la contemporaneidad y la animaba”, dice.

Fue autor de varias publicaciones, como La Pintura de Luis Miranda, publicada por la Escuela Politécnica del Litoral; Mariano y el optimismo, Casa de la Cultura del Guayas; Cuatro pintoras de Guayaquil, Universidad de Guayaquil; Alfredo Palacio, artista de su tierra y de su tiempo, en Mañana Editores-Quito.

Fue Jurado, en varias oportunidades, en los principales salones de artes plásticas del país -Salón de Octubre de la Casa de la Cultura del Guayas, Salón de Julio del Museo Municipal de Guayaquil, Salón de Ambato Luis A. Martínez, Segundo Salón Nacional de Escultura-Museo de Arte Moderno Cuenca-.

Asistió en varias oportunidades como invitado a la prestigiosa Bienal de La Habana. En dicha ciudad, disertó sobre Manuel Rendón, un pintor ecuatoriano de la Ecole de París, en el Centro Wifredo Lam.

Varios medios de comunicación ecuatorianos y de afuera recogieron su producción intelectual.

En diario EL TELÉGRAFO, durante varios años, mantuvo las columnas Un minuto de crítica, Columna del arcoíris, Hechos y obras; así mismo, en la revista 15 Días, de Quito, escribía con el nombre de Prisma Tropical.

Durante dos años, en el Café-Galería 78, se realizaron alrededor de 300 actos culturales.

En Expreso escribió crítica cinematográfica. Colaboró con la revista de arte contemporáneo Arco noticias de España. Fue miembro del Concepto Editorial y columnista de la revista Archipiélago, de México, desde 1997 hasta su muerte.

Un texto suyo, inédito, sobre las artes plásticas en Guayaquil en el siglo XX, se publicará en 2014.

Cultivó la amistad de artistas de renombre como los cubanos Mariano Rodríguez y Fayad Jamís, del colombiano Omar Rayo, el mexicano Ismael Vargas, el boliviano José Luque. Y, entre los ecuatorianos se cuentan a Manuel Rendón, Alfredo Palacio, Segundo Espinel, Luis Miranda, Alba Calderón, Judith Gutiérrez, Mariella García, Andrade Faini, Jorge Swett, Enrique Tábara, León Ricaurte, Antonio del Campo, Hernán Zúñiga, entre otros. Sobre ellos y su obra escribió en numerosas ocasiones.

Fue miembro del Centro Municipal de Cultura de Guayaquil, de la sección Cine. Fue presidente de la sección Artes Plásticas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, y creó la exposición Nuestramuestra. Y, a su pedido, se designaron tres salas de dicha institución con los nombres de los artistas Manuel Rendón Seminario, Aracelly Gilbert, y Juan Villafuerte.

En 1997 fue nombrado miembro de la Academia Nacional de Ciencias. Su trabajo de investidura versó acerca de Una visión de la crítica de arte. También representó a Ecuador en el Directorio de la Asociación Internacional de Críticos de Arte (AICA).

Quienes lo conocieron aseguran que era un gran conversador, con una vasta cultura y, sin embargo, un hombre básicamente sencillo. Con quien no era raro encontrarse por las céntricas calles de Guayaquil y sostener largas charlas que, por lo interesantes y amenas, podían durar horas. Se topaban todos los temas: política, religión, arte, el clima...

Tras su muerte fue cremado y sus cenizas serán lanzadas al mar en su tierra natal, en fecha próxima. Por su voluntad, una selección de obras de arte de su galería será donada al Museo de Bahía de Caráquez.