Bulla, relajo; borradores y sacapuntas que eran usados como dardos. El malo de la película que -de paso era el “líder” de la clase- amenazaba con su enorme mochila verde Hulk la cabeza del flaquito engominado con lentes. Una banca de metal gris servía de escenario para que el contrincante amenace a todos. Su declaratoria era acallada con el mochilazo del malo. Era viernes. De pronto aparecía le menuda, pero imponente figura del inspector Celi. Sin movimientos faciales, renglón de madera en mano, dedo amenazante.

El malo de la película, que de paso era “líder”, era sumergido en la vergüenza de un par de reglazos en la retaguardia. Rendido se hundía en adolescentes sollozos al fondo del aula, en donde tenía sus huestes, o sea su banca. Fin del relajo. Ya el lunes todos llegábamos bien comportaditos, engominados, caballerosos, cadetazos, ejemplos de comportamientos, formados todos.

El inspector apenas si nos miraba, bastaba con recordar la reprimenda y todos nos jurábamos estudiantes correctos. Ya el siguiente jueves y ni se diga viernes el relajo regresaba. La misma película.

Por cierto. La llegada de los programas de farándula a la TV criolla fue un hecho que aconteció en el 2004. Octubre para ser exactos. Cómo no saberlo si he sido pionero(*). Han habido propuestas buenas, no tan buenas, absolutamente malas y repetitivas, ricas en contenido unas, pobrísimas y copionas otras. La vida y la tele son así. He estado en algunos espacios, a veces comandando, a veces comandado. La vida y la tele son así. A veces a algunos se les ha ido la mano (nunca tuve demandas por injuria o calumnia, aviso ante cualquier ironía que este artículo provoque, ¡ups! soné amenazante).

Es cuestión de conocer lo básico de las leyes y la Constitución vigente. La actual y todas las anteriores protegen al ciudadano de ser acosado, injuriado. Se olvidaron de eso hace algún tiempo. Quisieron ser un referente del fallecido programa de Magaly de la TV peruana. Magaly hoy no existe más como chismógrafa de la TV de allá. El público acepta un tiempo ciertas cosas, luego reacciona.

Aquí estuvimos -en ciertos casos no en todos-  a escasos centímetros de llegar a aquello. No surtió efecto positivo. La ley, cual inspector Celi, castigó o amenazó con imponer justicia. Algunos fueron, hace algún tiempo, humillados y obligados a pedir perdón o a pagar indemnizaciones a fuerza de no llegar a los tribunales. Sin embargo de lo que he visto en la faranduleta televisiva actual, hay días que cual viernes colegial todos se disparan,  y aquello puede degenerar en insultos de grueso calibre en horario familiar.

Regresan las indirectas de patio trasero, con el perdón de los patios de todas las honestas vecindades, ¡perdón!...Se sigue -en algún programa vi- ofendiendo la dignidad de algunas mujeres llamándolas “grillas”  e insinuando que las enemigas ejercen oficios poco serios... en ciertos casos, se está regresando a la sorna, a la descalificación...

En qué cabecita se les puede ocurrir que el público ecuatoriano aplaude el uso de la pantalla para desprestigiar al enemigo. El rating no refleja eso. Cuidado se les convierte en bumerán. No volvamos al relajillo. Se sienten vientos de guerra y los aludidos en notas pueden dar batalla, si quisieran  El inspector Justicia castiga. No lloremos luego agazapados en la banca, al final del salón de clases... el golpe de la regla en la retaguardia puede doler...

Y por eso, y pese a que es un recurso pobrísimo y avergonzante, hasta aplaudo que los reporteros se entrevisten entre ellos, que se inventen o fuercen romances de comiquitas, ósculos fingidos, pantomimas de cabellos postizos, en fin. Preferible aquello a la utilización perversa de la señal que nos pertenece a todos, para destruir honras y apellidos.

(*) Fue el periodista Alsino Herrera, personificando a Jack Te Q’ento, el primero en hablar de la vida de los famosos en TV criolla, a mediados de los 90.