Una desconocida pelinegra de rasgos agraciados pero figura voluptuosa participante cíclica de ese reality y comentada en los peores términos porque se casó, separó y divorció en  menos de lo que canta un gallo,  mira, tan canchera, a la cámara, ignorando al reportero de chismes que ha corrido a entrevistarla, dentro del canal de ambos, tremenda proeza, y envía plena de orgullo un mensaje a la actual novia de su exesposo: “Aquí donde tú me ves, ¡yo sí tengo trayectoria en TV y tú no!“. Lo dice con una seguridad apabullante. Me siento desarmado. Debe ser que estoy muy alejado de la culta y elegante TV criolla. Merezco una llamada de atención. Yo desconozco la trayectoria de esta dama, o sea, no estoy informado. ¿Tanto así?

Tra-yec-to-ria ha dicho la aludida, plena de insolencia voraz. La TV ecuatoriana exagera en sus términos, o los inventa para mal; se los reinventa más bien, debe ser de tanto ver a Tinelli y a la TV argentina en general. Hace unos años a todos les dio por llamar diva a quien sea, desde tecnocumbieras convertidas en animadoras chismosas, hasta candidatas a puestos políticos, pasando por chefs y comerciantes dueñas de gabinetes. Los reporteros no se hacen lío, las trilladas frases “limar asperezas” y “bendiciones amiga” llegan de la misma saga ”yo tengo trayectoria en TV”.  

Hay que agregar el muy recurrido “lo digo literalmente”, pasando por el soez “eres una reportera hueso“. Porque, además de extensa trayectoria, a algunos novo reporteros les dio por dictar cátedra y calificar a las recién llegadas. Dentro de unos meses la recién llegada seguro será reina de algo. Es que esta TV es muy dada a poner calificativos sin sustento.

¿Se puede llamar tener trayectoria el haber estado unos meses o un par de años saltando la cuerda e inventando romances y bodas en un reality? No  cantan, no bailan, no actúan, solo han estado allí gracias a un contacto personal o casting acelerado presentándose en la TV criolla, en uno o varios realities, vistiendo un uniforme propio de kindergarten.   Ellos no hacen TV y, lo más probable, salvo excepciones, es que nunca lo vayan realmente a hacer. La cuerda de los programas reality se está agotando más rápido de lo que sus detractores desearon. El tiempo del canje de Instagram por tortillas de plátano y limpieza facial se les agota. Y después pondrán en sus currículos como trayectoria: “Estuve dos años en un reality, salté la cuerda, bailé en tacones y me casé de mentiritas“. Bravo, bravísimo, ¡buena trayectoria! (O)