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El Telégrafo

Si yo fuera candidato farandu-televisivo

Si yo fuera candidato farandu-televisivo
09 de diciembre de 2013 - 00:00

…Estaría ahora preparando sendos discursos para prensa y seguidores, y no hacer el papelón. Hay excepciones. Muchas.

Pero en etapas electorales pasadas ver a los faranduleros televisivos terciar en francas lides electorales era un chiste para agarrar palco. Dicen(ían) cada cosa…

La ignorancia en temas coyunturales era patética. En las elecciones pasadas el flujo vario pinto de faranduleros en la competencia fue copioso.

Como copioso fue el rechazo que recibieron en las urnas. Ahora ha disminuido… algo.

De pronto y recuerdo mi experiencia electoral que no llegó a feliz término. Año 2005. Personaje principal (yo, más joven, menos gordo, más impetuoso, mas soñador ). Locación: Bajos de un centro comercial.

Acto 1: Un señor casi propietario de un partido me ofrece una candidatura legislativa (todo esto mientras devora un sándwich submarino).

Acto 2: No me creo el asunto, le digo que no estoy capacitado, que ordenar mi escritorio es una proeza, que no soy idóneo (en el fondo deseo que el señor insista).

Lo hace. Acepto mi virtual candidatura legislativa y culmino mi gaseosa enlatada color negro de un solo sorbo. Me cita para presentarme al candidato presidencial en una oficina central, al siguiente día a las 08:00.

Caminé rumbo a casa imaginando a quien darle el puesto de asesor.

Antes de dormir ensayé frente al espejo de mi baño mi discurso de posesión de mi escaño legislativo: “¡Ustedes estarán fielmente representados por este servidor!”…

La familia en pleno hizo las veces de electores cautivos.

Su silencio lo adjudiqué a las altas horas de la noche.

Acto final: El sueño me vence, no logro despertarme a tiempo.

Llego al mediodía a la cita de mi futuro electoral. Saludo al presidencial y me equivoco de nombre mencionándole a su acérrimo rival. (…).

Fin de mi actividad política electoral... No se insistió en mi candidatura.

El espejo de mi baño fue el mudo testigo de mi discurso de desistimiento para terciar en elecciones.

“Las circunstancias así lo ameritan, lo hago por el bien común, bla bla bla). Aunque estuvieron invitados, mi familia prefirió ver las telenovelas mexicanas de Gama.

Si yo fuera candidato (hipotético), estaría leyendo algunas cosas muy básicas de la política.

Pero antes de eso, reflexionaría en serio sobre mi futuro laboral. Si gano, bueno, tendré laburo un par de años.

Si no gano, cosa muy probable, ¿estoy preparado para regresar al set de televisión con los bonos bajos y con la etiqueta en la frente de “perdí “?

Si yo fuera candidato televisivo farandulero me preguntaría frente al espejo (¡Oh! El espejo a veces nos dice cosas), ¿la gente me quiere realmente? ¿Valoran mi trabajo?

Quienes siguen mi programa, ¿lo hacen por mí ? ¿Estoy intelectualmente preparado? ¿Nada en mi pasado me avergüenza? ¿Quiero servir o ser servido? Si yo fuera candidato televisivo, sin duda, sería frontal.

Han pasado 10 años y la gente no olvida el beso de telenovela (por lo fabricado) de un señor con corbata de lazo que se besó en una caravana con su candidata alterna. Un ósculo inolvidable. Por lo poco creíble.

La gente le dijo “No” en las urnas. 

El pueblo no es ingenuo. No hace falta haber tenido una luminosa carrera televisiva para que te den el voto...

Solo quieren la verdad. Que se muestren como son. Sino, mejor no renuncien a sus canales de televisión. Solo pidan licencia temporal.

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