Ha existido por años una queja  generalizada, aquello de que “no dejan “ que los talentos ecuatorianos destaquen en el exterior. No estoy del todo de acuerdo aunque las potencias económicas son las que ponen las estrellas y también luego las fumigan sin piedad. Pero hay excepciones, ¿quién puede dudar de que un Sebastián Cordero no es de sobra conocido fuera de las fronteras? Y en ese contexto, desde finales de los años 80 destacó una mujer bella con su aspecto latino, su fuerza escénica, un carisma que iba más allá de su bien timbrada voz. Y era muy nuestra. De Ancón para ser precisos. Su nombre: BETTY PINO.

Fue hace como  10 años, no recuerdo con exactitud... Quería conocerla para en la entrevista preguntarle por su amor eterno, el cantante Dyango. Su amigo José María Bachelli, famoso cantante español casado con una ex Miss Ecuador, la presentó ante los medios con lo ceremonioso que ameritaba, como a una reina.

Y así era, eso transmitía, una serena belleza enmarcada por una melena negra intensa que convertidos en flequillo se cortaban para dar paso a dos ojos enormes. Edad indefinida, pero señorial a la vez. Altiva sin ser prepotente, amable sin ser empalagosa, afectuosa sin ser íntima. La recuerdo así vestida de rojo intenso con porte de estrella internacional.

Nuestra entrevista empezó con un vaso de agua con hielo, que ella apenas tocó, y que luego, educada y llamando por su nombre a un camarero pidió que la cambien por agua al ambiente. Todo el tiempo y no sé si de manera estudiada me observó sin pestañear antes de cada respuesta. No se inmutó para nada cuando le lancé sin anestesia  el tema de su amor de toda la vida, el cantante español Dyango.

Pero con esa elegancia canchera que en realidad manejaba a la perfección no me dijo nada comprometedor. Tampoco se perturbó cuando le dije que algunos cantantes criollos decían que ella no los había apoyado en USA.

Mostró su lado firme dando nombres  -y muchos-  de los nacionales a los que ella había apoyado sin límites en su escena de la radio, advirtiendo que cuando algo no merecía su auspicio es porque el producto de plano no tenía calidad. En ese instante la cuestioné, mucho tiempo después le di la razón...

La entrevista con la reina de la radio de Miami había terminado. No dejé de observarla, tenía un caminar entre felino y arrollador, pero con mucha clase y estilo.
Muchos meses después coincidimos en el último Festival OTI, ella era jurado y yo cubría el evento, como sabía que ella estaría allí llevé la foto impresa de nuestro primer encuentro, ella de rojo, yo más bien rojo, me firmó la foto con una dedicatoria propia de profeta: “Cuando visites Miami, estoy segura que nos encontraremos, estoy a tus órdenes”, líneas abajo su dirección exacta de Coral Gables y su número celular particular.

Cuando llegué a Miami pedí que de entrada me lleven a la Calle 8, donde su nombre junto a su estrella estaban en la honrosa calzada, junto a Chayanne, Luis Miguel, Julio Iglesias, sus amigos.
Fue mi encuentro con una Reina de verdad, que hoy locuta en el cielo.