No existe mejor embajador turístico que el artista, el cantor, la bailarina, el músico.
Guayaquil es mencionada en algunos pasillos del insuperable, del mito, de la estrella que no se extingue jamás: Julio Jaramillo, un moreno bajito de estatura, rostro somnoliento, mirada que no dice nada, caminar lento, algo pasadito de peso, si ahora mismo lo vemos cruzar la calle, nadie repararía en su figura o talla, porque Julio era muy criollo, no existía en su época ni metrosexualidad, ni spa, ni maquillaje dental, de esos que ahora usan algunos en TV, y que los hace parecerse al muñeco Don Cheto.

Nadie reparó nunca en si J.J. es guapo o feo, ahora que tanto se habla en TV de si eres o no feo, y sino pregúntenle a Israel Brito, novel animador de programa de variedades, otrora cantor… pero a lo que vamos.

Julio Jaramillo, guayaco de pura cepa, nacido en el asfalto caliente de la calle Villavicencio, ha sido hasta ahora el mejor comercial eterno de nuestra ciudad candente.

No es el único, pero sí el más idolatrado, el más amado por varios países. Ahora mismo circula en YouTube el mejor vídeo (tanto en audio como en definición) de J.J., que es en realidad una grabación de un show mexicano de Televisa, en donde se ve a un bien plantado Zorzal guayaco imponiendo su talento en la pantalla más poderosa de Latinoamérica.
J.J., abanderado guayaquileño mundial del arte en su máxima expresión, que cada día se hace más grande.

Hace poco en Colombia, el país entero se paralizaba para ver en las emisiones del reality  de imitadores de cantantes ‘Yo me llamo’, aplaudir de pie a un iluminado que le hacía un homenaje a J.J. con una voz muy parecida a la del Ídolo eterno, la misma textura, la misma intención, pero el Zorzal criollo es inimitable, era su estilo entre señorial y quemeimportista, entre desenfadado y básico, el que gustaba al mundo. Y como él no habrán dos.

En este Guayaquil de mis amores y de los amores de Julio, que se cuentan por decenas, sus admiradores por millones, la voz que no se apaga sigue más viva que nunca. Julio canta mejor cada día que pasa… Me encantaría que alguna empresa pública o privada, en el rublo del turismo, se las ingenie y cree algo así como el tour J.J., en donde se pueda recorrer los lugares en los que la VOZ estuvo,  nació, creció, vivió, murió, descansa…

Ahí les va la idea, sería otra manera de rendirle homenaje a un cantante sin igual, que no es solo de las 3 generaciones anteriores, sino de esta, y de las que vendrán.
Que no es solo de Ecuador, sino de toda Latinoamérica.

Ahora, claro que en el mes de Guayaquil y su Independencia no solo basta con enaltecer la carrera cimera de J.J., que está claro  que es el mejor y más importante, también el más reconocido internacionalmente, pero esta ciudad ha brindado al mundo talentos exportables que han dejado su huella en los más exigentes escenarios.

Hilda Murillo, por ejemplo, sigue siendo la primera voz femenina del país. ¡Qué voz!
Entre los exponentes de la última década hay que nombrar a Pamela Cortés y Mirella Cessa.
A Daniel Betancourt, al siempre innovador Barek.

Un poco más “viejitos” en el buen sentido, ojo, a los inolvidables Tranzas, aunque la desaparecida agrupación tuvo un cuarto de siglo de vigencia.
Hoy Douglas Bastidas canta a la nueva generación. ¡Vibrante y talentoso arte guayaco!