La infancia de los ecuatorianos de al menos dos generaciones está marcada por la inocencia manifiesta de un payasito singular, que no tiene edad, que no asusta, que no tiene chistes mal intencionados, segregativos, ni discriminatorios, un payaso sin ciudad de origen, que es amado y reconocido tanto en Machala, como en Cuenca, Quito o Guayaquil, en los 70, 80, 90, y en el nuevo siglo, ya ni tan nuevo, que ya vamos por los quince....

Junto al Tío Johnny (+) y a Cañitas (+) son la trilogía de personajes de la TV. criolla y de la infancia inolvidable de quienes pasan o están por llegar al cuarto piso del edificio cronológico.

Lo queremos bien, y se defiende lo que trae buenos recuerdos. Tiko Tiko merece el respeto que también merece nuestra lejana época de la inocencia, del desinterés.

Como olvidar que mi lápiz tiene una canción y se la canto yo, escribe sin parar amigo del lápiz soy, bailando sobre un papel escribe sin parar.... o aquello de Serapio Serapio conejo travieso, y el Sistema Solar que lo aprendimos con Tiko Tiko desde la pantalla de un canal al que solo identificábamos como Tevedos, canal 2, dando premio a los niños que cantaban bonito sin que adefesiosos y alienados llamáramos ‘reality’...

He entrevistado varias veces para TV y prensa escrita a Ernesto Huertas, Tiko Tiko, él siempre ha estado en personaje, pero tan respetuoso del periodismo, tan diáfano, tan honesto, incluso cuando el rublo farandulero equivocadamente (ahora lo sé más que nunca) me conminaba a buscar el lado sensacionalista de la noticia rosa.  Ernesto, Ernestico, nuestro Tiko, nuestro Tiko Tiko entendiendo la jugada y mostrándose tal cual es.

A Tiko Tiko sin maquillaje no lo conoce realmente nadie.

El rostro de Ernesto Huertas jamás se ha mostrado en público porque a diferencia de otros personajes lo que a Tiko Tiko le importa es trabajar y alegrar a los grandes y chicos de antes y de ahora. Y en eso es un genio, arrancar carcajadas de un público adulto complicado cuando no se le vende chistes sexistas...

Pido respeto para Tiko Tiko, de la misma forma que ayer protestamos cuando vimos a un Chavo del 8 deformado en un video de marras.

JULIO NO MUERE

36 años de muerto cumplió Julio Jaramillo y no es exagerado decir que es un mito irrepetible. Músicos, deportistas, presidentes -algunos queridos y desaparecidos- pasan de largo en la retentiva del ecuatoriano medio, pero Julio lidera ese ranking sentimental.

El día del aniversario, un desfile interminable de mujeres, lagarteros y curiosos visitaron su tumba en el cementerio tradicional de Guayaquil, tristes como si su desaparición fuera reciente.  La escena me recordó las declamaciones inolvidables de Fernando Artieda.

‘Ríos’ de gente despidiendo al ‘Zorzal criollo’. Julio, nuestro, Julio, orgullo.