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3 menores de edad rescatadas serían ingresadas al sistema de protección especial

Una banda de explotación sexual operaba en 3 ciudades del país y con clientes fijos

Una banda de explotación sexual operaba en 3 ciudades del país y con clientes fijos
25 de marzo de 2016 - 00:00 - Redacción Justicia

La hora de salida de las estudiantes de los colegios de Manta (Manabí) era el momento usado por una red de trata de personas desarticulada el pasado miércoles. Hombres y mujeres observaban a las menores de edad que consideraban vulnerables. Por ejemplo, si iban solas o se veían preocupadas asumían que atravesaban algún problema familiar, amoroso o en los estudios y las seleccionaban.

Los varones se acercaban a las chicas con la intención de entrar en confianza y enamorarlas poco a poco, pero -eso sí- cuidándose de no ser vistos por los familiares de las jóvenes. Las apoyaban, las hacían sentir amadas y luego de 2 meses de estar juntos les insinuaban que necesitaban dinero para tener ambos una mejor posición económica.

Las investigaciones basadas en los relatos de las víctimas evidencian  que durante ese tiempo las llevaban a fiestas, donde consumían alcohol gratis, y las ‘compartían’ con sus amigos, con la intención de que consideren que era normal “acostarse con uno y con otro”.

Entonces las convencían y obligaban a tener sexo por dinero, pero no en un centro de tolerancia, sino a domicilio, en hoteles y bajo la modalidad de prepago. Para esto, les tomaban fotos y las difundían a través de catálogos por las redes sociales.

En cambio, las mujeres se hacían amigas de las adolescentes y les ‘pintaban’ un futuro -para nada lejano- con abundante dinero.

Estos detalles fueron proporcionados por uno de los agentes de la Unidad Contra la Trata de Personas y Tráfico de Migrantes de la Policía Nacional, que estuvo a cargo de la investigación que duró 4 meses y que terminó con la captura de 6 personas, 4 mujeres y 2 hombres, identificadas como Alfredo S., Alexis S., Ingrid G., Marjorie T., Andrea G. y María M. Los líderes eran hermanos. Por seguridad, la fuente pidió la reserva de su identidad.

José Serrano, ministro del Interior, mencionó que la red operaba en Manta, Portoviejo y Esmeraldas. Asimismo, precisó que los supuestos tratantes cobraban entre
$ 100 y $ 150 a los clientes. Las investigaciones continuarán para determinar si hay más involucrados en casos similares.

El agente precisó que incluso arriesgaban la salud de las chicas, pues el valor aumentaba si durante el encuentro sexual el cliente no usaba preservativo. Los encargados de cobrar entregaban el 50% del dinero a las víctimas.

Cuando las jóvenes se acostumbraban al ‘trabajo’ adquirían una nueva función: convencer a otras compañeras del colegio; y como motivación les ofrecían una comisión. “Les decían que iban a ganar mucho dinero y que todo se manejaría con reserva. Que su situación iba a mejorar”, comentó el investigador.

Del trabajo de inteligencia se desprende también que “la banda tenía clientes fijos, como capitanes de los barcos. Ellos se comunicaban directamente con los miembros de la agrupación y les decían para qué día y hora necesitaban una chica”. Incluso veían a las jovencitas en los catálogos o decían con qué características las querían.

“Es sorprendente que algunas víctimas que cayeron en manos de esta organización son hasta reinas de belleza. Tenemos conocimiento de 7 víctimas, de las cuales 5 son menores de edad y 2, mayores de 18 y 21 años. Pero son alrededor de 100 muchachas que cayeron en manos de esta red que ha operado aproximadamente 3 años”, detalló el agente.

De acuerdo con un diagrama publicado por los investigadores como parte de la captación además de la seducción, el engaño y el uso de las mismas estudiantes, utilizaban alcohol y sustancias estupefacientes.

Tratamiento para las jóvenes

En el operativo fueron rescatadas 3 menores de edad que se propondrá sean ingresadas al Sistema de Protección de Víctimas y Testigos que es voluntario y se analiza la posibilidad de que las trasladen a una casa de acogida.

“En ese momento no estaban con ellos, pero ya habían sido identificadas. De otras víctimas se receptarán testimonios y se realizarán valoraciones psicológicas para determinar su estado emocional. Las mujeres son tan bien reclutadas, que incluso presentan el ‘síndrome de Estocolmo’, que significa que ellas se enamoran de sus captores y no se dan cuenta de que son explotadas”, añadió el integrante de la Unidad contra la Trata.

La familia debe ser orientada

El psicólogo Álex Morey, miembro de la Asociación Ecuatoriana de Psicólogos, manifestó que las jóvenes que sufren abuso sexual por explotadores se les debe practicar un tratamiento que incluya a la familia, así como crear en el hogar un ambiente de unidad y comprensión para que procure sobrellevar su nueva vida.

Los problemas de las jóvenes se originan por la falta de un líder a quien seguir en el hogar. Ante la ausencia, la progenitora debe reemplazarlo, aunque en ocasiones no tenga tiempo ni la suficiente tranquilidad y serenidad para criar a su hijo o hija. A veces los dejan bajo el cuidado de los abuelos.

Ante esta situación las adolescentes intentan escapar de esta realidad, saliendo a las calles para buscar afecto en otras personas sin pensar en los riesgos a los que se exponen. Por tanto, es necesario que reciban terapia familiar, una línea de orientación y consejo que evite que caigan nuevamente en redes de tratantes.

Los 6 sospechosos tienen prisión preventiva

Marcelo Vásconez, fiscal a cargo de la diligencia, indicó que las  investigaciones se realizan con base en las denuncias de los  padres de las víctimas que son adolescentes, según consta en un reporte de la Fiscalía General del Estado (FGE).

La madrugada de ayer, los sospechosos fueron procesados y quedaron con prisión preventiva por el delito de trata de personas, tipificado en el artículo 91 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).

La normativa estipula que constituye explotación toda actividad de la que resulte un provecho material o económico, una ventaja inmaterial o cualquier otro beneficio, para sí o para un tercero, mediante el sometimiento de una persona o la imposición de condiciones de vida o de trabajo, obtenidos de la explotación sexual de personas, incluida la prostitución forzada, el turismo sexual y la pornografía infantil. Este delito es sancionado con pena privativa de libertad de 13 a 16 años.

Casos en Ecuador y el mundo

La ONU estima que actualmente hay 2,4 millones de víctimas de trata de personas en el mundo. Alrededor del 80% son explotadas como esclavas sexuales. De acuerdo con cifras de la Fiscalía General del Estado (FGE) en 2015 se registraron 157 casos de este tipo en el país. (I)

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El tratamiento es indispensable

El 'síndrome de Estocolmo' es general en víctimas

El psicólogo Javier Ortega Banda señaló que por lo general las víctimas de trata de personas presentan un trastorno que les impide darse cuenta de que son víctimas de explotación. Miran al tratante como una buena persona que las apoya, protege y por eso siguen bajo su voluntad.

Es la misma relación que hay entre el coyotero y la persona traficada que cree que es alguien bueno que la ayuda. Estos trastornos emocionales llevan a lo que se denomina el ‘síndrome de Estocolmo’, que sucede cuando la víctima se enamora de su victimario y cae en una relación nefasta, incluso lo defiende. Este tipo de patologías necesita de un tratamiento sicológico para que tomen conciencia de lo que les sucedió y que están afectadas emocionalmente.

Otra de las situaciones que se dan es que los abusadores para controlar a las mujeres las introducen en el alcoholismo y la drogadicción, lo cual es otro problema añadido por lo que al efectuar el diagnóstico se debe identificar si hay alguna adicción, ya que ellas podrían presentar el síndrome de abstinencia. Las víctimas necesitan ayuda profesional para que tengan un proceso de intervención psicológica.

En la primera fase se practica el diagnóstico. En la segunda etapa se les entrega herramientas, mediante terapia cognitiva para que puedan controlar las emociones, en este punto hace falta trabajar en los sentimientos y la toma de decisiones. La tercera fase consiste en una terapia para la resolución de conflictos para que aprendan a tomar decisiones correctas, con apoyo emocional y autoestima. (O)

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