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Mataba a dos personas por semana para no padecer hambre

Dorancel Vargas, un vagabundo que se comía a sus víctimas

Dorancel Vargas, un vagabundo que se comía a sus víctimas
28 de febrero de 2014 - 00:00 - Redacción Justicia

Una de sus víctimas, a quien supuestamente consideraba su amigo, fue servida en empanadas y repartida a varias personas que, sin imaginar que la carne que consumían era de un ser humano, la ingirieron.

El venezolano Dorancel Vargas Gómez pasó de ser un  vagabundo a  un monstruo conocido hasta el día de hoy como ‘El comegente’ o ‘El Hanníbal Lecter de Los Andes’. Por un error tipográfico de la prensa, su nombre fue cambiado a Dorángel.

Considerar a Dorancel como el primer asesino en serie de Venezuela es precipitado porque en 2009 se produjeron 16.094 homicidios en dicho país, de estos 2.897 en Caracas. Según estas cifras, cada hora son asesinadas dos personas. Probablemente, amparados en estas cifras, existan otros asesinos en serie sin ser descubiertos.

Entonces este individuo sería simplemente el primer asesino serial conocido de Venezuela. Dorancel Vargas Gómez nació en la región de Caño Zancudo del Estado de Mérida, el 14 de mayo de 1957, y proviene de una familia dedicada a la agricultura. Los escasos recursos económicos de su hogar lo obligaron a dejar los estudios cuando cursaba los últimos años de la escuela primaria.

ASESINOS, CUANDO MATAR
SE CONVIRTIÓ EN PLACER

Un asesino en serie es alguien que quita la vida  a tres o más personas y cuya motivación se basa en la satisfacción psicológica que obtiene con el acto cometido.
Estos criminales responden a una serie de impulsos psicológicos, especialmente por ansias de poder y compulsión sexual.
A raíz de esto, cambió sus actividades de granjero por la vida de ladrón. Durante ese tiempo fue encarcelado por delitos menores como robo de gallinas y ganado y su primera detención de gravedad no fue hasta años después.

Lo arrestaron en 1995 tras la muerte de Antonio López Guerrero, un amigo de Cruz Baltazar Moreno, quien fue almuerzo de Dorancel, y de quien solo sobraron sus pies y manos.  

Tras ser detenido, Dorancel fue internado en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca, pero después de 2 años de tratamiento fue liberado, ya que la evaluación psicológica confirmó que no era una amenaza.

El hombre no recibió ningún tratamiento para su enfermedad mental, y su familia no pudo prestarle el apoyo necesario. Así, ‘El Comegente’ huyó de su casa para visitar a la persona que lo denunció, Antonio López.

Después de comérselo se trasladó a la ciudad de San Cristóbal en el Estado de Táchira, donde llevaría una vida  como vagabundo.  

Al vivir en las calles mendigando, la Policía pronto perdió su rastro, y Dorancel pasaba sus días merodeando por las márgenes del río Torbes, así como también en las cercanías del parque 12 de Febrero con su compañero de celda, Manuel.

Mató a su amigo y lo preparó en empanadas

Dorancel construyó  una rústica casa en un rancho abandonado, donde  sazonaba a sus víctimas, aunque prefería dormir en un estrecho túnel bajo el puente Libertador. En este sector  Dorancel hizo amistad con los pueblerinos.

Su siguiente víctima fue Manuel, su amigo y compañero de la cárcel, a quien cocinó en deliciosas empanadas, de acuerdo con el testimonio de las personas que comieron sin saberlo.     

Cuando los oficiales le preguntaron por qué lo mató, él respondió: “como era tan buena persona seguro tenía que estar bien sabroso”. A partir de noviembre de 1998 el “Hanníbal Lecter de los Andes” comenzó a matar personas cada semana.

Dorancel cazaba obreros y deportistas cerca del río Torbes. Cuando sus víctimas estaban desprevenidas, las atacaba con un tubo metálico de más de un metro de largo. Posteriormente, las descuartizaba debajo de un puente, guardaba las partes que se comería y tiraba las manos, pies y cabezas en el monte. Ya en su granja las cocinaba.

Los familiares de las víctimas pronto fueron a la policía para denunciar las desapariciones, pero los oficiales no pudieron hallar relación entre las víctimas, excepto que muchos eran hombres adultos.

‘El comegente’ evidenció tener preferencia por los hombres de entre 30 y 40 años.Debido a la pobreza en la que vivía, Dorancel no contaba con una nevera para guardar la carne, así que mataba a 2 personas por semana para no padecer hambre. Luego por habitar cerca de los lugares donde se extraviaban las personas y por sus antecedentes penales se convirtió en el principal sospechoso de las desapariciones.

El 12 de febrero de 1999, un miembro de la Defensa Civil atendió una llamada de emergencia hecha por dos jóvenes que encontraron ollas con restos humanos en el parque 12 de Febrero.

Los oficiales acudieron al sector y hallaron cabezas, manos y pies mutilados, acrecentando la lista de muertos con 6 cadáveres más. Debido al estado de descomposición los miembros fueron trasladados de inmediato a la morgue del cementerio Municipal.

Los investigadores especulaban sobre los cuerpos, creyendo al principio que habían sido liquidados por ajustes de cuentas entre narcotraficantes. También  que era el ritual de alguna secta satánica. Finalmente los datos se unieron a los reportes de personas desaparecidas desde noviembre de 1998 y pronto se dieron cuenta de que se trataba de víctimas de un asesino en serie.

La Policía empezó a rastrear las cercanías del puente en busca de más cuerpos y encontraron el rancho de un demente, Dorancel. Tras investigar descubrieron varios objetos, ropas, libros, cuadernos y documentos cuyo origen no pudo justificar. En la cocina de la pequeña choza hallaron  recipientes con carne y vísceras de personas, además de 3 cabezas humanas,  manos y pies.

Confesó que su comida favorita eran los hombres

Vargas confesó que tras vivir bajo el puente por 11 años, se alimentó de personas que descuartizaba y cocinaba en rústicas ollas. Aseguró haberse comido a 10 humanos en un periodo de 2 años; sin embargo, la lista de  desaparecidos y  restos encontrados sugieren que el número puede ascender hasta 40 víctimas.

La evaluación psiquiátrica determinó que el hombre cometió sus atroces actos por enfermedad mental. Demostró tener preferencias por hombres de entre 30 y 40 años, casi nunca comía mujeres, y nunca se supo que devorara niños.

Nunca se tuvo reportes de  que se alimentara de niños
y muy pocas veces ingería mujeres.
“Estos (los hombres) son más sabrosos, saben recio, como cochino salado, como jamón, da gusto comer un buen macho; las mujeres son dulces, es como comer flores y te dejan el estómago flojo, como si no hubieses comido”, declaró.

‘El comegente’ dio todos los detalles de su modus operandi. Dejaba inconscientes a sus víctimas, les cortaba la cabeza, pies, manos y genitales externos. También dijo: “Cuando más apuraba el hambre, hacía una sopita con ellos”.

El escritor Sinar Alvarado descubrió que Dorancel era atormentado por lo que él llamaba “espíritus” que no lo dejaban dormir e incluso “venían a molestarlo”. Además, hizo un libro sobre la vida del asesino: ‘Retrato de un caníbal’.

Dorancel permanece encerrado en una celda de la Dirección de Seguridad y Orden Público del Estado de Táchira, donde pasa los días fumando e imaginándose suculentas recetas con carne humana.

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