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El Telégrafo

Los habitantes de la capital azuaya despertaron ayer con una temperatura de 4,1 grados

En Guano y Esmeraldas los lodazales e inundaciones afectan a decenas de hogares

En Silveria, los habitantes tienen dificultades para cruzar de un lugar a otro debido a la crecida. Foto: Elizabeth Maggi/El Telégrafo
En Silveria, los habitantes tienen dificultades para cruzar de un lugar a otro debido a la crecida. Foto: Elizabeth Maggi/El Telégrafo
04 de diciembre de 2015 - 00:00 - Redacción Regional

Guano-Esmeraldas-Cuenca.-

Alrededor de 700 familias de las comunidades Calshi, Silveria y Santa Lucía, de la parroquia San Andrés, en el cantón Guano, se mantienen en zozobra por la cantidad de lodo y piedras que desciende por la quebrada Puco Machay, ubicada a un costado de sus viviendas.

Según los dirigentes de los sectores afectados, el material descendería del nevado Chimborazo.

“Recorrimos el lugar y pudimos observar que existe una grieta inmensa. El calor está terrible en estos sectores, por lo que pensamos que son bloques de hielo que se están derritiendo”, señaló José Manuel Ushca, dirigente de Calshi.

El sonido que emiten las piedras y árboles que llegan hasta las zonas habitadas causa temor a la población. La quebrada, que mide alrededor de 12 metros de altura, ya se encuentra llena hasta 4 metros con el material. Piedras pequeñas y grandes son arrasadas con facilidad por el lodo.

De acuerdo a los habitantes, la corriente ya arrasó con dos llamas y perros que se encontraban en las faldas del Chimborazo.

La gran cantidad de lodo tapó la tubería de más de 50 metros de largo, la cual conduce el agua potable hasta las viviendas. La población se quedó sin acceso al líquido vital. “Somos familias enteras que dependemos del agua. Estábamos en una minga tratando de limpiar lo que cayó en días anteriores, pero ahora el material desciende de forma increíble. Nunca habíamos visto algo así”, manifestó Pedro Paca, habitante de Silveria.

La preocupación de los pobladores también se enfoca en la dificultad que afrontan al cruzar de un extremo al otro, ya que la quebrada divide dos poblaciones.

A más de 430 kilómetros de distancia está la capital de la provincia de Esmeraldas. En esta urbe, decenas de familias viven su propio drama, pero por la inundación causada por un torrencial aguacero.

La emergencia fue reportada al mediodía del miércoles y a través del ECU-911 se coordinó la ayuda a los ciudadanos con la Secretaría de Riesgos e instituciones de socorro.

La inundación estuvo acompañada de tormentas eléctricas. La central de emergencias reportó también el deslizamiento de tierra en el barrio San Pedro.

Ayer fue coordinada la atención a las familias con el Cuerpo de Bomberos.

David Bustamante, miembro de la ‘casaca roja’, informó que un conato de incendio -al parecer por la lluvia- se registró en el barrio La Guacharaca, suroeste de la capital esmeraldeña.

Algunas zonas del Valle de San Rafael, sur de la ciudad, tenían dificultades en sus calles porque aún no se terminan las obras de regeneración urbana a cargo de la constructora Villacrés Andrade (CVA), contratada por Ecuador Estratégico.

Frío en el Austro

En tanto, en Azuay y Cañar el clima cambia repentinamente en cuestión de horas. Durante las madrugadas, los ciudadanos soportan bajas temperaturas, pero al mediodía el calor es intenso.

Según el Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi), esto se debe a los cambios de clima. “No existe nubosidad en el centro y sur del país, consecuentemente, tenemos climas más soleados y fríos”, dijo el técnico Fabián Salas.

Ayer la temperatura bajó hasta los 4,1 grados en Cuenca, antes de las 6 de la mañana, mientras el calor promedio fue de 24 grados, alcanzando su más alta intensidad al mediodía. “El frío fue intenso, lamentablemente cae la helada y los productos como las papas, coles, maíz y arveja, se pierden; como resultado de eso los precios suben”, manifestó la ciudadana Carmen Heredia.

Ayer fue notorio ver en las calles cómo los cuencanos, en las primeras horas de la mañana, utilizaban ropa muy abrigada, pero después tuvieron que ponerse indumentaria más liviana por el intenso calor. (I)

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