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El Telégrafo

Bucheli: “Asignación de frecuencias fue una fiesta”

Bucheli: “Asignación de frecuencias fue una fiesta”
12 de julio de 2012 - 00:00

Fernando Bucheli, quien fue presidente dos veces (1997-1998 y 2005-2006) del Consejo Nacional de Radio y Televisión (Conartel), lo dice sin tapujos: “La asignación de frecuencias fue una fiesta, en la que todos los miembros del directorio buscaron su troncha, motivados por el enriquecimiento personal”, y en la que bajo la figura de devolución-concesión muchos vendieron las frecuencias a terceros.     

¿Quiénes manejaban el Conartel?

El Conartel estaba en manos de algunos malos representantes de la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER) y de la Asociación Ecuatoriana de Canales de Televisión (Aectv), además de la Superintendencia de Telecomunicaciones, que recibía un 60% de los ingresos del Conartel. Un miembro era un radiodifusor, que consiguió frecuencias para sí mismo (Freddy Moreno).

El representante de AER (Lenin Andrade) también era del grupo, así como  quien representaba al Ministerio de Defensa, que tenía un contacto por una prima que estaba casada con el representante de AER, al igual que quien representaba al Ministerio de Educación (Nobor Reyes) que tenía una vinculación con Luis Almeida, de Sociedad Patriótica. Creo que era su jefe de prensa.

¿Se refiere al dueño de Radio Morena?

Almeida es un viejo conocido de la Superintendencia de Telecomunicaciones, del Conartel; es decir, siempre tuvo algún problema. Si mal no recuerdo, Adolfo Loza, que fue superintendente, no solo le ayudó a la concesión de frecuencias de su estación, sino, que también, le asignó otro tipo de frecuencias dada la cercanía que tenía con él.

Loza repartió como pan caliente las frecuencias, a cambio de que le defendieran en el Congreso, ya que habíamos presentado la reforma a la ley vigente. Allí salió Roosvelt Icaza (ex diputado), es decir, un abanico completo, entregado a los legisladores. Todas las frecuencias se vendieron por devolución-concesión.

Después, en 2007, se revirtió las frecuencias de Almeida, porque de acuerdo a la ley tenía  un año para  hacerlas operar, pero no se cumplió y se revirtieron. Es ampliamente conocido. Yo recuerdo que había una estación que estuvo dentro del informe de Montecristi, pero que  fue clausurada y le confiscaron los equipos. A los pocos días, vino un señor Quijije y me dijo que compró la frecuencia a Almeida. Me sorprendí. Fue igual con la Radio La Luna, que  fue un negocio hecho por Almeida o por su papá. Hablé con Paco Velasco y le solicité que  me diera una copia de la escritura.

¿Las decisiones las tomaba AER?

Cuando yo asumí la presidencia supe que tenía que pararles el carro. Desde el inicio el superintendente (Iván Burbano) y Andrade no instalaban las sesiones. Tuve que presionar al superintendente mediante una orden del   Congreso, que le advirtió que  estaba incumpliendo la ley. Luego entró al Conartel Jorge Yunda, quien consiguió frecuencias para sí mismo.

¿Qué significa la figura de devolución-concesión?

Esas son las patrañas que se han hecho. Cuando yo llegué al Conartel, la última vez, estos vivos se habían inventado un procedimiento que la ley no contemplaba que era reversión-concesión. Era una forma de vender la frecuencia  y presentar al amigo o al cliente al Conartel y éste concedía la frecuencia al nuevo dueño, cuando era patrimonio del Estado, no de concesionarios.

¿Quiénes se beneficiaron?

Hay casos como por ejemplo el de Bruno Frixone, que por resolución del Conartel vendió su frecuencia 95.7 (Radio Cumbres) a Héctor Delgado. En Guayaquil, Jorge Aque Ruiz vendió la frecuencia 94.1 a Antonio Tobar. Roosvelt Icaza y Jorge Yunda vendieron a través de este mecanismo. Hay que leer  esos informes. Ahora lo que hacen son fogonazos. Me llama la atención que no se haya leído los informes de la Contraloría y de la Secretaría Anticorrupción.

¿Fueron asignaciones de frecuencias a dedo?

Defino a la asignación de frecuencias como un festival, en donde el presidente del Conartel se concedía a sí mismo frecuencias de radio y otro sistema le entregaba a su hijo. O el caso de un señor de Manabí a quien le concedieron las frecuencias de un sistema de televisión nacional que nunca funcionó.

Así como las frecuencias de la radio Rumba, por ejemplo, que fueron vendidas y quien las compró me dijo que lo iba a hacer y yo le advertí que no lo hiciera porque esas frecuencias se iban a revertir. Curiosamente ahora suena como Rumba-América.

¿Por qué renunció a su cargo en el 2006?

En el 2006 recibí presiones para que entregara una frecuencia de radio a la Universidad Católica de Guayaquil, por parte del presidente Alfredo Palacio. Pero en esa época no había frecuencias para asignar. De la presidencia me enviaron una carta diciendo que era un compromiso que tenía Palacio con la universidad. Recibí presiones del secretario general, así como del adjunto de la Presidencia.

Como la presión fue tanta renuncié. En mi reemplazo ingresó un presbítero, Arsenio Larco, y se entregó la frecuencia realizando un arregló con Lozada para la entrega. Tiempo después, Larco entregó la concesión. Cuando él estuvo al frente se entregaron 30 frecuencias, cuando no habían.

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