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El Telégrafo
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Un emblema de la educación porteña

Un emblema de la educación porteña
09 de abril de 2013 - 00:00

Hay instituciones educativas de nuestra ciudad que por su historia y trayectoria se consideran verdaderos símbolos de la educación. Una de ellas es el Colegio Vicente Rocafuerte, que se creó el 26 de diciembre de 1841, durante el segundo gobierno del general Juan José Flores, con el título de Colegio del Guayas. Dos años después, lo reabrieron con el nombre de Colegio San Vicente del Guayas, hasta que en 1900, en el gobierno de Eloy Alfaro, se lo rebautizó como Colegio Vicente Rocafuerte, convirtiéndose así  en la institución educativa más antigua de la ciudad.

Dos incendios sufrieron las instalaciones del colegio (en 1902 y 1918), lo que obligó a que se realizaran diversas mudanzas, hasta que en 1937, la Sociedad Técnica Fénix construyó el edificio que actualmente ocupa, en las calles Lizardo García y Vélez.

El Vicente Rocafuerte tradicionalmente ha sido el colegio más importante de Guayaquil porque por sus aulas pasaron 13 presidentes de la República, así como reconocidos escritores, artistas, intelectuales, políticos y personajes públicos de gran trascendencia para el país.

En el campo de las letras, siempre fue un referente, pues allí estudiaron los máximos representantes de la modernista “generación decapitada”, del Grupo de Guayaquil, del Club 7 y de otros cenáculos de reconocidos escritores. También destacó la publicación de su revista, la que albergó a un sinnúmero de plumas destacadas, entre ellas, las de José de la Cuadra, Francisco Campos Rivadeneira, Alfredo Pareja Diezcanseco, Demetrio Aguilera Malta, Pedro José Huerta, Adolfo H. Simmonds, J.J. Pino de Ycaza y Leopoldo Benites Vinueza.

El Vicente Rocafuerte siempre fue cuna de grandes deportistas, destacándose en disciplinas tan heterogéneas como el fútbol, la natación y el ajedrez. Legendarias eran las finales entre el Vicente Rocafuerte y el San José La Salle, en básquet y voley, y entre el Vicente y el Cristóbal Colón, en fútbol. Los vicentinos fueron pioneros en la organización de los intercolegiales, que iban desde el “deporte ciencia” hasta la música popular, como en el recordado “Vic Rock”, que en los años setenta y ochenta se convirtió en vitrina del emergente movimiento rockero guayaquileño.

En este recuento, nos preocupa el estado de los bienes culturales que el Colegio Vicente Rocafuerte mantiene para beneficio de la ciudadanía, como es su nutrida colección bibliográfica. El Vicente Rocafuerte mantiene una de las bibliotecas más importantes de la ciudad, la cual, lastimosamente se halla en riesgo, ya que el edificio donde se ubica tiene ventanales rotos, lo que constituye una verdadera amenaza para la existencia misma de los fondos bibliográficos y documentales, por la inevitable presencia de polillas, termitas y otros insectos xilófagos, a más del peligro de inundaciones, especialmente en la temporada invernal. Estamos hablando de un significativo patrimonio cultural que debe ser conservado y precautelado, por lo cual, se requiere que entidades públicas como el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), el Ministerio Coordinador de Patrimonio o el Ministerio de Cultura tomen cartas en el asunto.

Lo mismo podemos decir sobre la otra “joya” del Vicente Rocafuerte: el más antiguo e importante museo de historia natural que tiene la ciudad y uno de los principales del país, el Museo Francisco Campos Rivadeneira, cuyo nombre honra la memoria de este sabio (biólogo y entomólogo) guayaquileño, quien fue maestro de generaciones de vicentinos, desde 1895, cuando en plena Revolución Liberal, el general Eloy Alfaro autorizó la organización del Museo, convirtiéndose en un centro de apoyo para la formación de estudiantes orientados hacia las ciencias naturales.

Lamentablemente, este lugar se encuentra abandonado y requiere ser intervenido por alguna institución dedicada a la preservación de nuestro patrimonio cultural. Valga este espacio para demandar la urgente recuperación de estas valiosas colecciones patrimoniales para Guayaquil.

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