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Grupos de rescate aún no encuentran el cuerpo del menor desaparecido durante tormenta del 7 de mayo

Otro ‘canal de la muerte’ es la pesadilla de Norma y Jhonny

Los padres de dos menores desaparecidos durante la tormenta de días atrás se conocieron como vecinos en el suburbio oeste de la ciudad. Ella es ama de casa y él trabaja de prensista en una imprenta. Foto: Lylibeth Coloma |  El Telégrafo
Los padres de dos menores desaparecidos durante la tormenta de días atrás se conocieron como vecinos en el suburbio oeste de la ciudad. Ella es ama de casa y él trabaja de prensista en una imprenta. Foto: Lylibeth Coloma | El Telégrafo
18 de mayo de 2014 - 00:00 - David Guerrero

Norma Cordovilla, guayaquileña de 26 años, bucea en el agua de una zanja junto a rescatistas del Grupo de Operaciones Especiales (GOE) de la Policía y del Grupo Especial de Ayuda Humanitaria (GEAH), en el bloque 1 de El Fortín, en el noroeste de la ciudad.

En la última semana, la mujer ha recorrido la zona del canal donde el 7 de mayo pasado, durante una tormenta, perdió a sus dos únicos hijos: Ariana, de 2 años, quien falleció en un hospital, y Félix, de 6 meses, que se encuentra desaparecido. Su casa quedó destruida y actualmente comparte espacio con sus suegros.

La mujer camina incesantemente junto a una zanja de 6 metros de ancho y 5 metros de profundidad. Se mete a sus aguas color marrón, que dificultan observar abajo, donde se sospecha que está su hijo. Ella se sumerge cuando cree  que ha visto algo que parece ser el menor de sus vástagos, el único que no aparece pese a los esfuerzos de las entidades de rescate.

Norma, que se interna en la maleza, busca indicios en una prenda, un objeto de plástico y hasta olores putrefactos.

Su hija mayor ya fue sepultada tras fallecer en una casa de salud luego de que, previamente, fuera arrastrada por una corriente de agua y rescatada por vecinos.

Anteriormente, Norma vivió la mayor parte de su vida en las calles 28 y Febres Cordero, en el suburbio oeste. En ese sector, hace cerca de 5 años, conoció a Jhonny Venegas, de 41 años, con quien decidió formalizar la relación.

Jhonny solo llegó hasta el tercer año de ciclo básico (ahora décimo de básica), mientras que Norma alcanzó a estudiar hasta primer año de bachillerato.

Desde que dejó sus estudios, Jhonny se dedicó a trabajos temporales como vendedor y artesano. Hoy labora en una imprenta del suburbio oeste, donde trabaja como prensista. Su salario es de $ 340, el básico.

Los limitados ingresos impulsó a la pareja a buscar un hogar que se ajuste a su presupuesto. Por 5 meses alquilaron una casa en Monte Sinaí, en 2010. Hace 4 años, los padres de Jhonny ofrecieron a la joven pareja la oportunidad de vivir con ellos al pie de la zanja en El Fortín.

La propiedad que comparten está en la manzana 1629 del bloque 1 del mencionado sector. El terreno es amplio (aproximadamente 15 m2), dentro del cual se otorgó a Jhonny un espacio de aproximadamente 3 m2.

Con sus propias manos, invirtiendo aproximadamente $ 600, levantó una pequeña habitación que quedó al pie del canal. Las paredes eran de caña y el piso de madera. En cambio, la casa de los suegros de Norma es de construcción mixta (cemento y madera).

El reducido inmueble era ocupado por Jhonny, Norma, los 2 hijos de ambos y 4 menores de edad más, hijos de un anterior compromiso del padre de familia. Actualmente, tan solo unos cuantos trozos de madera, una puerta y un muro del mismo material se observa en el punto que antes fuera un hogar.

Aquel 7 de mayo, Jhonny salió, como de costumbre a su trabajo como prensista en una imprenta del suburbio oeste. Sus 4 hijos mayores acudieron a sus respectivos planteles vespertinos, mientras Norma quedó con Ariana y Félix.

A las 18:30 del día de la tragedia cayó un torrencial aguacero. Los truenos y relámpagos no advirtieron a la mujer lo que se avecinaba. “Se había hecho un muro, se suponía que eso debía proteger la casa”, reflexiona.

No hubo ningún movimiento leve de tierra que, por lo menos, motivara a salir de inmediato de aquel cuarto. En cuestión de segundos, el piso desaparecía bajo el agua y las paredes se derrumbaron.

Norma, quien cargaba en brazos al más pequeño en ese momento, solo atinó a agarrar fuertemente el brazo de su hija. La corriente arrastró a los 3 a varios de lo que era su casa.

Pese a que padece de epilepsia, en ese momento, afirma, no perdió el control. “Seguramente fue su instinto de madre lo que la obligó a sacar fuerzas”, acota Jhonny.

Norma intentó buscar alguna orilla para resguardarse, pero un árbol cayó sobre ella poco antes de lograr su cometido. La fuerza del impacto hizo que soltara a sus hijos. “¡Mami, mami!” fue lo último que escuchó de Ariana en medio de la lluvia. Unos vecinos que se percataron de la escena se lanzaron al agua en su ayuda y en la de los pequeños. La niña fue sacada del agua aún con vida, la mujer salió casi por sus propios medios... el menor de 6 meses desapareció.

Norma y Jhonny no se resignan.  Su mayor deseo, ahora, es poder “dar cristiana sepultura” al pequeño Félix. “Queremos despedirnos como se debe”, exclama Norma.

La pareja no guarda rencor a nadie por lo ocurrido, ni siquiera a los responsables de que el canal que se llevó la vida de sus hijos fuera ampliado hace pocos meses. No quieren demandar a nadie... “Ya estaba escrito”, vaticina Jhonny.

Tampoco planean reconstruir su casa en el mismo lugar. Viven, por el momento, junto a los padres de Jhonny. Mientras, sus vecinos que residen al pie de la zanja han reforzado las bases de sus propiedades para que no colapsen.

No vale la pena arriesgar la vida por un pedazo de terreno, concluyen, tras la tragedia, Norma y Jhonny. La gente que vive en zonas de riesgo “debe mirarse en nuestro espejo y no cometer el mismo error”. Las labores de rescate fueron interrumpidas el viernes por las lluvias. Hasta ese día, aún no se encontraba el cuerpo del pequeño Félix.

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