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No se recomienda comer mejillones ni moluscos del área contaminada

Los metales pesados están en la zona norte del estero

Los peatones caminan más rápido cuando pasan por el puente de Miraflores. Los olores que provienen de las aguas turbias del brazo de mar provocan náuseas a algunos residentes. Foto: Karly Torres / El Telégrafo
Los peatones caminan más rápido cuando pasan por el puente de Miraflores. Los olores que provienen de las aguas turbias del brazo de mar provocan náuseas a algunos residentes. Foto: Karly Torres / El Telégrafo
26 de abril de 2015 - 00:00 - Redacción Guayaquil

Ganas de irse corriendo sintió Mónica Suárez la primera vez que pasó un día completo en la manzana 131 de Urdenor 1.

¿Delincuencia?, ¿ruido?, ¿falta de agua?, ¿lejanía?, ¿mosquitos? Nada de eso. Contradictoriamente, “el lugar es bonito”, asegura ella, quien es moradora de una zona con casas de varios pisos, árboles podados y una vía pavimentada.

Sin embargo, las comodidades y un agradable entorno no ayudan mucho cuando se tiene a pocos metros de la vivienda una zanja con aguas negras. “No solo son turbias, apestan”, describe la vecina del norte. “A las 12:00 se siente más”, dice mientras se tapa la nariz.

Son las 11:00 y el olor a cloaca es intenso en ese barrio porteño. Suárez, quien reside allí hace 4 años, recuerda que antes, cuando solo iba al sector para visitar a un familiar, no se había percatado de ese detalle. “Parece que yo llegaba cuando no pasaba nada”.  

Sin embargo, luego de permanecer días enteros en casa, se dio cuenta de que alquila cerca de una zona contaminada. “Tuve ganas de salir corriendo. Cuando apesta me encierro en el departamento y prendo el aire acondicionado. ¡El bolsillo es el que sufre con la planilla!”, se queja.

Ella no sabe mucho respecto al origen del líquido oscuro que corre en esa cuneta. “Por el olor, creo que es de aguas servidas”, deduce.

Estalyn Jiménez, quien tiene un local en el sector, también se siente mal por la pestilencia.

El vecino culpa del problema a las descargas de aguas residuales de empresas y negocios del sector. “Vienen de allá”, denuncia. Señala a las compañías que están en la zona.   

El líquido turbio, que cambia de dirección, desemboca en el Estero Salado, en el ramal que está cerca de la ciudadela Kennedy.

Aquello, explican los especialistas, se denomina descargas indirectas. Eso significa que los residuos de las industrias o negocios llegan al canal y luego van a la zona protegida.

Esas aguas, según la geografía de los ramales, recorren la Kennedy, Urdesa y Miraflores.

Las investigaciones que efectúa el Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE) revelan que, precisamente, en los tramos de Urdesa y Miraflores se concentra la mayor cantidad de metales pesados. “Presenta un alto contenido”, respondió la entidad en una entrevista efectuada en febrero, vía correo electrónico. “También existe contaminación microbiológica (los microorganismos patógenos  pueden provenir del agua con residuos fecales)”, agregó la entidad.

Según el MAE, las aguas domésticas e industriales siguen siendo un problema en Guayaquil.

La contaminación por aguas servidas continúa por las interconexiones al sistema de alcantarillado pluvial, descargas directas al estero y por sectores que no cuentan con alcantarillado sanitario. “Las aguas domésticas e industriales son descargadas sin tratamiento o con uno ineficiente, a canales de aguas lluvias”.

Desde el puente de Miraflores, que enlaza a esa ciudadela con Urdesa, el líquido que alguna vez fue cristalino es negruzco.

El agua está estática y en ella flotan fundas, tachos y hasta un gato muerto. “Allí es necesaria una intervención debido al bajo porcentaje de recambio de agua”.

El estancamiento disminuye el oxígeno y la vida, detalló en un reportaje anterior el biólogo Nelson Zambrano, exsubsecretario de Gestión Marina y Costera del MAE.

La materia orgánica en ausencia de oxígeno se degrada anaeróbicamente produciendo gases indeseables, como gas sulfhídrico.

Por ese motivo -añade el MAE- se producen los olores nauseabundos, que podrían tener efectos adversos en la población. “Las poblaciones de algunas especies de peces disminuyen por esa causa”, ratifica la autoridad ambiental.  

Los vecinos, sin saber eso, optan por cerrar puertas y ventanas.

La calidad del agua

De acuerdo con las observaciones de las autoridad ambiental, la calidad del agua del estero se deteriora a medida que se acerca a los ramales del norte de la ciudad. La contaminación, recuerda la entidad, viene desde décadas atrás. “Es el resultado del mal llamado ‘relleno sanitario’”.

Actualmente es posible bañarse en sectores donde la contaminación microbiológica no es alta (alrededores de la Isla Trinitaria, estero Cobina, estero Palanqueado, estero El Muerto y Puerto Hondo).

Sin embargo, en los análisis realizados a mejillones, las especies presentaron contaminación microbiológica. “Es por esa razón que no se recomienda consumir mejillones o moluscos bivalvos (con caparazón) del estero”.

Estudios

Mercurio es uno de los elementos que se encontró el año pasado en el espejo de agua. La empresa francesa Insavalor-Provademse halló metales por fuera de los límites de preservación de flora y fauna del ecosistemas de estuarios en el estero Las Ranas.  

En febrero el MAE adelantó que estaban haciendo los estudios en diversos ramales, con el fin de determinar si los índices son similares en los diferentes tramos. “Se analizarán los pasos a seguir una vez culminados”, reza en el documento enviado.   

La restauración de cuerpos de agua contaminados a nivel internacional -argumenta el MAE- se centraliza en la remediación del agua, pues hay un alto costo y complejidad para tratar los sedimentos.

El MAE agrega que por la profundidad de la contaminación, el alto costo del dragado y la existencia de los focos de contaminación, “el dragado sería una solución parcial y temporal, por lo que no es una alternativa a considerar”.

Una vez mitigados los focos de contaminación -continúa- se podrán ejecutar procesos de restauración y, de acuerdo a la efectividad, se podrá determinar un tiempo aproximado para la recuperación. “Será más acelerada en ciertos ramales que poseen mayor circulación de agua y donde existe mayor recambio durante las mareas.  En el norte tomará más tiempo”.

Pero el estero Palanqueado, donde se realizó la remoción de zonas rellenadas, está recuperándose.

¿Hay zonas que no pueden ser recuperadas?

Las áreas que han sido rellenadas, donde existen viviendas consolidadas, no pueden ser recuperadas, indica el Ministerio del ramo.

En el Suburbio existen viviendas junto a las riberas cuando lo recomendado por el MAE es que haya  un área de amortiguamiento de aproximadamente 15 a 20 metros de distancia.  

En el norte del cantón también se han edificado viviendas junto al cuerpo de agua. “Pero lo importante es que tienen conexión a la red de aguas servidas y que no descarguen directamente las aguas servidas sobre el estero. La calidad del líquido se recuperará con la correcta canalización de las aguas servidas en la ciudad”.

Residuos no iban al estuario

Vladimir Roura, quien fue director del Plan Integral de Recuperación del Estero Salado (Pires), revela que hay algo que pocos saben.

Roura, que desarrolló dicho proyecto para el Municipio de Guayaquil entre 2002 y 2006, recuerda que desde 1950, cuando se construyeron las ciudadelas Miraflores y Urdesa, ya era conocido que el estuario no tenía renovación o autodepuración de sus aguas.

Por ese motivo -recuerda- no se podían descargar en el salado. “Se bombeaba hacia el centro, por la avenida de las Américas”.

Con el pasar de los años se hizo lo contrario. En el trabajo municipal se determinó que siempre se va a concentrar la polución en los esteros más pequeños, que van hacia Miraflores y Urdesa Norte. “Hay un canal de aguas servidas que viene de la zona industrial de la Juan Tanca Marengo”, recuerda.

El experto ambiental aclara que el lodo negro es producto del daño a la naturaleza. “Esa contaminación acumulada está en el fondo del estero, su espesor no se puede conocer”.

Para Luis Arriaga Ochoa, profesor de Contaminación Ambiental en la carrera de Biología de la Universidad de Guayaquil, la recuperación es un tema a largo plazo, puesto que existen metales pesados que tardan hasta 100 años en degradarse.

Este consultor ambiental coincide en que la zona protegida no puede volver a ser como hace 50 años, por los rellenos que han realizado en el transcurso del tiempo.

Arriaga considera que la educación de los ciudadanos es uno de los temas clave, pues si se sigue echando basura, significa que las campañas que se han hecho durante años no han sido efectivas. “No se puede hacer un control las 24 horas al día”.

Entre los años 2013 y 2014, la Dirección Provincial de Ambiente inició acciones administrativas contra  148 empresas, por incumplir la legislación ambiental referente a las descargas de agua al sistema de alcantarillado pluvial.

Asimismo, una persona fue detenida por arrojar basura.

Inversión

El Ministerio del Ambiente, según indicó en febrero de este año, había invertido aproximadamente $ 22’000.000 desde que comenzó la limpieza del estuario.

Por su parte, el Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda (Miduvi), informó a inicios de este año, que había ejecutado $ 10’000.000 en la edificación de parques lineales. Esta entidad informó que en el 2014 se aprobó un monto de $ 327’000.000 para el proyecto Guayaquil Ecológico. La iniciativa estatal termina en el año 2017. (I).     

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