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Los representantes de la fundación no descartan adquirir más unidades

La aceptación de la Metrovía entre los guayaquileños bajó el 14%

En la ruta de Metrobastión, en el centro de la urbe, uno de los articulados circula con la puerta entreabierta. Foto: William Orellana / El Telégrafo
En la ruta de Metrobastión, en el centro de la urbe, uno de los articulados circula con la puerta entreabierta. Foto: William Orellana / El Telégrafo
20 de febrero de 2015 - 00:00 - Redacción Guayaquil

El nivel de conformidad que la ciudadanía tiene con respecto al servicio de la Metrovía se ubicó en el 76% al término de 2014, según un estudio de la fundación que regula el sistema.

A finales de 2013, el índice de aceptación se ubicó en 89%. Es decir, se registró una baja del 14% en  los 2 últimos años.

La cifra fue presentada durante la rendición de cuentas anual que realizó la Fundación Metrovía. El sondeo respectivo fue realizado a 20.000 personas en paradas y terminales.

La invasión a los carriles exclusivos, el bloqueo de intersecciones y el aumento progresivo de la demanda fueron factores que incidieron en la percepción negativa de los usuarios, explicó Leopoldo Falquez, gerente de la fundación.

Por las situaciones mencionadas, se registraban aglomeraciones en las estaciones de las troncales. “El reto es cada vez mayor y no se descarta adquirir más unidades”.

Mientras que usuarios consultados agregan más observaciones para considerar que el servicio implementado por el Municipio ha mejorado poco o nada en los últimos 12 meses.

La queja más recurrente es el estado de los vehículos más antiguos que operan en las troncales Metroquil y Metrobastión hace 9 y 7 años, respectivamente.

En los casos mencionados, los articulados circulan con desperfectos como vigas de apoyo zafadas, puertas sin protección de caucho o que no cierran bien, entre otras fallas menores, pero que generan incomodidad.

Byron Rodríguez, estudiante universitario, comentó que en una ocasión viajó con el brazo aprisionado en una puerta sin protección.

El automotor circulaba al tope de su capacidad (160 pasajeros) y el joven tenía temor de que en las curvas del recorrido “mi cuerpo termine por salirse a la calle”.

La contaminación generada por los vehículos también es cuestionada. Pablo Naranjo, de la ciudadela 9 de Octubre, contó que en cierta ocasión una de las unidades de Metroexpress pasó botando una cantidad inusual de humo cerca del paradero Parroquia Bolívar.

Mientras que en la ruta de la Metroquil, los propietarios de varios negocios en la calle Pedro Carbo también se quejan del hollín que emana el paso de los vehículos. Marcos Cabeza, quien atiende en una fuente de soda, comentó que el problema es desde 2006.

Como evidencia mostró el hollín que se adhiere a las paredes exteriores de las estaciones. “Las pintaron de negro para que no sea tan evidente”.

Sobre el asfalto del carril exclusivo, en cambio, se observan manchas de aceite.

Las unidades se someten a revisiones preventivas obligatorias y los propietarios tienen la orden de evitar la circulación de los automotores con fallas en las horas de mayor demanda, aseguró el gerente de la Fundación Metrovía.

Cada uno de los vehículos del sistema tiene un tiempo estimado de 15 años de vida útil. En el caso de los articulados de Metroquil recomendó un ‘overhaul’ (restauración completa de las partes).

Si los propietarios no cumplen con esta obligación, la fundación procederá a sancionarlos o retirar la unidad de circulación.

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