Dispensadores averiados, puertas de vehículos que no cierran completamente, falta de rampas para ingresar a las unidades y demoras son las principales fallas que se observa cotidianamente dentro del servicio del sistema Metrovía.

Basta ser un usuario frecuente para tener constancia de que los cambios en infraestructura -que los hay- pasan desapercibidos para la mayoría de los aproximadamente 145 millones de personas que registró la Fundación Metrovía en 2016.

Jaime Moreno, de 35 años, usa esta modalidad de transporte desde sus inicios en 2006. Ha tenido la oportunidad de recorrer las tres troncales (Metroquil, Metroexpress y Metrobastión) y líneas alimentadoras hacia Los Ceibos, Samanes, Trinitaria, entre otras zonas. “Trabajo como vendedor de ropa a crédito, llegar a tantos sitios con un solo pasaje me ha ayudado mucho”.

En semanas recientes, casi tuvo un percance al bajar de un articulado. El grupo de personas que salía detrás de él, lo empujó con fuerza y, por muy poco, su pierna no quedó atrapada en el espacio que queda entre vehículo y estación.

“¿Se imagina si me hundía en ese hueco con toda esa gente empujando?”, cuestiona Moreno quien considera que las rampas no debieron ser sacadas de las unidades.

En los últimos tres años, el sistema ha presentado cambios para mejorar la llegada de las unidades. En 2014, el retiro de las rampas fue solicitado por los conductores de Metroquil porque, según un documento presentado en 2016 por el abogado Juan Vizueta, “el tiempo para desplegar la rampa impedía el ingreso rápido de pasajeros”.

Aunque las asociaciones de personas con discapacidad reconocen la colocación de señalética a relieve para los no videntes en las estaciones, consideran que el acceso y seguridad de quienes tienen movilidad reducida aún no está completamente garantizada.

Betzabeth Pilaloa, presidenta de la Asociación de Hemipléjicos, Parapléjicos y Cuadrapléjicos de Guayas (Asopléjica), aspira a que el tema de la falta de plataformas en los alimentadores del sistema se resuelva a la brevedad posible. “Actualmente, ya hasta los buses urbanos cuentan con elevadores”.

Por su parte, la Fundación Metrovía no ha desestimado ninguna observación formulada por la ciudadanía. Incluso ha tenido acercamientos con la Defensoría del Pueblo y el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (Cpccs).

El objetivo es ir mejorando, afirma Leopoldo Falquez, gerente de la Fundación Metrovía, quien ha representado a la entidad en recientes audiencias públicas.

Respecto de las frecuencias, se implementó una plataforma tecnológica que permite controlar el recorrido de los articulados e informar al usuario sobre la llegada de los vehículos a las paradas.

El programa, manejado por el consorcio Transvía desde septiembre de 2016, recoge la información sobre la velocidad a la que circula la flota y envía los datos a los tres operadores “para que puedan tomar medidas y reprogramar, si cabe el caso, las salidas”.

Por otra parte, también se habilitó una aplicación para teléfonos móviles que permite a los ciudadanos conocer el tiempo de llegada del bus a la estaciones.

Al utilizarla se selecciona en el mapa de Google la ubicación actual del usuario, luego se escoge la parada donde se encuentra y automáticamente aparecerán todos los buses que se encuentran cerca.

En cuanto al apoyo a personas con movilidad reducida, la Fundación Metrovía recordó que aún está funcional la opción del traslado hacia las paradas, mediante una furgoneta, llamando previamente a la entidad. (I)