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Centro de la ciudad es el sector más vulnerable en terremotos

En el sector de P. Icaza y Pedro Carbo, en antaño, ha habido mayor daño durante los sismos. Foto: William Orellana | El Telégrafo
En el sector de P. Icaza y Pedro Carbo, en antaño, ha habido mayor daño durante los sismos. Foto: William Orellana | El Telégrafo
20 de abril de 2014 - 00:00 - David Guerrero

La zona céntrica de la ciudad sería la más vulnerable durante un terremoto, según investigaciones realizadas por entidades académicas y que refieren que las características sobre posibles daños, así como las políticas de prevención, no han variado mucho en las últimas décadas.Las razones fundamentales por las que el casco comercial sería el más vulnerable, según las indagaciones, es porque concentra a la mayor cantidad de construcciones vetustas o de diseño obsoleto.

En 1998, el proyecto denominado Radius, desarrollado por el ingeniero Jaime Argudo bajo la supervisión del Municipio, buscó determinar los posibles daños en la ciudad durante un escenario sísmico.

Ante un terremoto de 7 grados Richter, el proyecto Radius concluye que la zona más susceptible es el casco comercial y que el 15% de los edificios y el 10% de los puentes de la ciudad colapsarían o serían afectados. “Pero no podemos señalar, con nombre y apellido, las edificaciones y puentes que se dañarían”, puntualizó Argudo.

Acotó que el estudio no fue hecho para determinar cuáles estructuras serán más afectadas durante una actividad sísmica, solo se hace una estimación de la afectación global en el puerto principal.

“Es necesario, sin embargo, que las autoridades aceleren las políticas que ayuden a mitigar los daños”, manifestó.

Argudo señaló que las principales características de los edificios de la zona céntrica es que son de construcción mixta (estructura de madera con paredes de ladrillo), llegan hasta los 5 pisos de altura y bordean los 80 años de antigüedad.

Los edificios, generalmente, se construyen para una vida útil de 50 años con excepción de las estructuras de hormigón (Municipio y edificio de EL TELÉGRAFO, por ejemplo) que pueden resistir 100 años o más.

La madera como estructura de un inmueble, en el ambiente local, se deteriora fácilmente por efecto de la humedad y los insectos. En algunos casos, el daño es suficiente como para colapsar un inmueble en un terremoto de 7 grados Richter.

Las evidencias históricas indican que los terremotos que más daño han causado a la urbe fueron los ocurridos el 13 de mayo de 1942 y el 18 de agosto de 1980.

En 1942, un sismo de 7,9 grados Richter, cuyo epicentro se registró en el norte de Manabí, generó mayores daños en los edificios ubicados en el perímetro de la av. 9 de Octubre, Malecón Simón Bolívar, Luis Urdaneta y Quito.

Mientras que en 1980, un terremoto de 6,1 grados Richter se presentó cerca de Nobol. Los informes  de la época indicaron que aquel evento ocasionó 8 muertos, unos 100 heridos y 29 casas afectadas (7 de estas totalmente destruidas) y daños en los servicios básicos.

Las características del suelo de la urbe, donde la mayor parte es blanda por su cercanía al río y el esteros, constituyen un factor adicional que incrementa la vulnerabilidad de las edificaciones grandes de la ciudad.

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Según el ingeniero Walter Mera, vicerrector de Investigación y Posgrado de la UCSG, el tipo de suelo de la zona centro es arcilloso y es recomendable para inmuebles pequeños y medianos “no para edificios de 15 pisos o más”.

Mera, quien ha participado en talleres de ingeniería sísmica, comparó la situación de la urbe con la ciudad de México DF.

Los suelos de Guayaquil y la capital mexicana guardan similitudes: en el primer caso, la ciudad fue construida sobre el manglar; en el segundo, sobre una laguna. “Por ello se verían gravemente afectadas así el terremoto ocurra a 300 km de distancia”.

México DF resultó devastada durante un terremoto en 1985, de 8,1 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro se ubicó aproximadamente a 380 km al suroeste de la ciudad. Cerca de 100.000 estructuras se destruyeron total o parcialmente y más de 10.000 personas fallecieron.

El proyecto Radius también indica que entre las zonas más resistentes del puerto principal están  Mapasingue, Bastión Popular y los cerros del Carmen y Santa Ana, debido a su estructura rocosa.

Sin embargo, Mera consideró imperante que los resultados obtenidos con Radius sean actualizados. Por su parte, la Secretaría de Gestión de Riesgos (SNGR) realiza la microzonificación sísmica de la urbe porteña.

El estudio impulsado por la entidad pública servirá para identificar a los sectores con mayor vulnerabilidad ante un sismo y, por lo tanto, “con diferentes consideraciones de diseño”, afirmó María del Pilar Cornejo, secretaria nacional de la SNGR.

Para la funcionaria, es de vital importancia crear una conciencia colectiva respecto de una adecuada preparación, participación y actuación individual y familiar; “y, desde luego, institucional, en caso de un desastre natural”.

En el escenario de un terremoto, las personas deben conocer las áreas seguras en las viviendas, escuelas, colegios, sitios de concentración masiva y espacios de trabajo para reducir el riesgo de afectación.

En este caso, aseguró Cornejo, los simulacros ayudan a ultimar las tácticas frente a una emergencia. La SNGR “tiene la responsabilidad de fortalecer las capacidades individuales, colectivas e institucionales de manera permanente”.

La entidad desarrolla simulacros  a nivel cantonal, nacional e internacional para definir los procedimientos y protocolos que deben observarse en una operación de respuesta.

Cornejo expresó que se ejecuta, al menos, un simulacro en el país cada año. Además, se han realizado dos simulacros y simulaciones binacionales: uno con Perú y, otro, con Colombia bajo el escenario de sismo “y, consecuentemente, tsunami en frontera con los dos países”.

Para la funcionaria, en el cantón están debidamente identificadas las estructuras para albergues. Territorialmente, “Guayaquil se encuentra mapeada en lo referente a puntos de encuentro y 6 albergues temporales municipales”.

No obstante, puntualizó, la estrategia de la SNGR consiste en  identificar infraestructuras públicas o privadas que inmediatamente funcionen como albergues temporales. “Su número varía y se determina según el nivel de impacto de un evento adverso en la población”.

Los espacios municipales, deportivos e infraestructuras educativas y de recreación, como el Parque Samanes, por ejemplo, serían convertidos en centros de mando, encuentro y atención.

La SNGR adelantó que el estudio sobre la vulnerabilidad sísmica de la ciudad estaría listo a finales de este mes.

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