El veganismo ya está en la ciudad

Muy temprano en la mañana Fernando Garcés llegó al matadero para una jornada de trabajo. A pesar de haber sido testigo del proceso de la muerte de los animales, aquel día cambió su forma de pensar sobre la explotación que ocurría en el lugar.

“Durante el faenamiento, una vaca escapó, luego se detuvo al verse rodeada de gente, pero aún así trataba de huir hacia un lado u otro. Recibió diversos golpes y maltratos, la halaron de la cola y obligaron a volver. Fue entonces que pensé: aquella vaca intentó luchar por su vida, no quería morir; pero su destino estaba marcado”, recuerda Fernando.

Ver morir a un animal para servir de alimento al hombre impacta alguna vez en la vida de una persona; sin embargo, esta experiencia podría ir más allá de una impresión de sufrimiento momentánea. Para la comunidad vegana (no consume carne animal) se trata de ética, al no compartir  el abuso, explotación o cualquier tipo de maltrato a los animales, no solo cuando se los utiliza para alimentar, también rechazan la vestimenta que se fabrique con su piel;  mientras que los espectáculos, actividades de recreación y experimentación con especies, son sinónimo de tortura para ellos.

Esta cultura, que nació en Inglaterra de la mano de Donald Watson, crece en  Guayaquil apoyada en colectivos como la RED vegana de Guayaquil, Veganos Ecuador y Vgano. Ellos están encargados de despertar una conciencia colectiva que se fundamente en el respeto y cuidado animal.

Términos claves en el veganismo

Fernando Garcés Medina, coordinador de Veganos Ecuador, explica que luego de palpar la realidad de aquel ser viviente, la necesidad de buscar información surgió del nuevo ser humano en el que se convirtió. Las páginas de países desarrollados  fueron las primeras fuentes a las que accedió. El conflicto del significado surge con el vegetarianismo. “Ser de este grupo no es lo mismo que ser vegetariano; porque nosotros como veganos no consumimos ningún producto que sea derivado de animales”, explica haciendo referencia al consumo de huevos, leche, mariscos, miel, entre otros productos que son generados únicamente por los animales, pero procesados por industrias.

La dieta es otro aspecto mal interpretado. Garcés sostiene que ellos no se basan en un régimen, ya que no necesitan el producto animal para sobrevivir y explica que lo que se produce en la tierra y lo que ofrecen los árboles son nutrientes necesarios para tener una alimentación equilibrada. “Nosotros reconocemos que todo ser vivo con sistema nervioso como nosotros puede sentir el mismo dolor que un ser humano”, asegura.

Un espacio para Guayaquil

Emmeline Manzur, de 33 años, se inclinó por este modo de vida en el 2004, tras un viaje que realizó a Canadá. Ella ha contribuido en asociaciones como PETA y Animal Rescue Network, y ahora es dirigente de la RED vegana de Guayaquil.
Esta  defensora de los derechos de los animales comenta que las redes sociales son un gran apoyo para propagar el conocimiento del veganismo en la población. “La verdad es que no he escatimado recursos, foros, mesas informativas, actividades, plantones, talleres, todo aquello que sirva para involucrarme, sentirme útil, aportar, informar y hacer avanzar la causa”.
Dice que el mayor problema al que se enfrentan es sobrevivir en una sociedad que gusta de la carne.
A pesar de que no existen estadísticas sobre la cantidad que miembros de  la RED vegana de Guayaquil, es un espacio de difusión que busca crear conciencia en las personas respecto a esta manera de ver y actuar en la vida. “Todas las razones por las que se despierte el interés son válidas. Mi deseo es que lleven el veganismo a su vida diaria y contribuyamos todos así a construir un mundo mejor con gran responsabilidad unidos por un profundo sentido de justicia y compasión por todo lo creado”, concluye.

Un coach poco convencional

El colombiano Francisco Hoyos se dedica a instruir a los interesados sobre estas recetas. Recuerda que todo empezó al verse forzado a preparar su comida debido a la falta de personas dedicadas a este tipo de alimentación. Recuerda que los platos que preparaba, los subía a redes sociales y fue así como distintas personas se involucraron en esta rutina. Su comida se basa en la historia alimentaria del planeta y sus orígenes, dividida en 4 regiones. “Cada una representada por un alimento de la zona que ha significado la sobrevivencia del ser humano como especie ancestral hasta la actualidad: África y el mijo, Europa y el trigo, Asia y el arroz, América y el maíz.

¿En qué parte hay un pedazo de cadáver? ¿Dónde ha sido necesario el derramamiento de sangre para la sobrevivencia del hombre y su descendencia?”, cuestiona Hoyos.
Una vibra positiva envuelve al ‘coach’ en sus talleres de iniciación. Con gran entusiasmo y paciencia invita a la comunidad a vivir en armonía con la naturaleza, a comprender que los animales no se clasifican por comestibles y con recetas innovadoras como los huevos revueltos a base de tofu  y demuestra que es posible marcar la diferencia.
“Cocina Vegana – Taller de Iniciación” se ha presentado en forma presencial en Quito y Guayaquil y próximamente se extenderá en calendario de eventos en Perú (Cuzco y Lima), Medellín y México, y la propuesta de un patrocinador para hacer cocina  en formato virtual sobre una plataforma web masiva.

Nutrición garantizada

Para la doctora Johanna Piedra, especialista en dietética aplicada, todas las personas, ya sean veganas o no, pueden tener un déficit nutricional en algún momento, pero más allá de eso, el veganismo no implica mayores problemas

“La vitamina B12 es el mayor limitante, ya que se encuentra en cantidades mayores en productos de origen animal, lo recomendable es que las personas de este grupo busquen reemplazar la vitamina con suplementos que la contengan”.

Piedra comenta que los indicios de crecimiento de esta cultura son significativos, si bien es cierto que existen muchos mitos en cuanto a las enfermedades o deficiencia de nutrientes que esta alimentación podría traer, la diferencia radica en convertirse en expertos de contenido nutricional de los alimentos. “Todo sistema alimenticio bien planificado, balanceado y equitativo no incide en riesgos para la salud”, finaliza.