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“El ruido de la ciudad puede provocar 100 enfermedades a los residentes”

“El ruido de la ciudad puede provocar 100 enfermedades a los residentes”
03 de agosto de 2014 - 00:00 - Redacción Guayaquil

La ‘batalla’ contra la contaminación auditiva cumple ya dos décadas en Guayaquil. La entidad que impulsa esta acción se denomina Fundación Médica contra el Ruido, Ambiente, Contaminantes y Tabaquismo (Fumcorat). 

Francisco Plaza Bohórquez, médico y activista del colectivo, advierte que la problemática es cada vez más grave en la ciudad puerto, al igual que el impacto en la salud de los ciudadanos.  Precisamente, el próximo 6 de agosto se celebra el Día Universal Sin Ruido.

¿Guayaquil tiene problemas de ruido?

Guayaquil es una ciudad altamente ruidosa. La Organización Mundial de Salud (OMS) recomienda que en el día no existan más de 60 decibeles (db) y en la noche no más de 40 db.  Esto está contemplado en las leyes municipales, de medio ambiente y penales. El problema está en que no hay sanción.
Nosotros vamos a luchar para que se sancione a los que ocasionan ruido con los carros (por tubos de escape averiados, vehículos tuneados y altoparlantes), a los propietarios de casas que molestan a los vecinos con sus fiestas y a los constructores que no toman las medidas necesarias para no contaminar.

Estamos proponiendo a las autoridades que la multa mínima debe ser de $ 500 y que se la tendría que cobrar cuando se vaya a cancelar el impuesto predial. Asimismo, sugerimos que se retire el equipo que está ocasionando el problema.   

¿Es aplicable eso?

Por supuesto. Actualmente la contaminación acústica es una agresión que sufren los ciudadanos. Por ejemplo, en  Nueva York se multa con $ 500 por pitar en los túneles. Por eso nadie usa el claxon. Es la única manera de parar esto.

En Suiza, donde estuve, nunca escuché pitar un carro; en Japón, al tren bala se le hizo una neumatización aérea, el vehículo más veloz es el más silencioso.

¿Cuáles son los sitios con más ruidos en el cantón?

Las calles Rumichaca, las de la Bahía, la Colón, Lorenzo de Garaicoa, la 25 de Julio, la Quito, entre otras. Las áreas sensibles, como hospitales y centros educativos no están protegidas. El colegio Aguirre Abad (Avenida de las Américas) y el Vicente Rocafuerte (calle Vélez) y el Guayaquil (avenida Quito) están en áreas contaminadas. Asimismo, los hospitales Luis Vernaza, Teodoro Maldonado y el del Niño están en sitios extremadamente ruidosos, a pesar de que debían estar en sitios silenciosos.  
Los estudiantes son malos en matemáticas porque los alumnos no se pueden concentrar ni tampoco los profesores. El ruido trastorna el sistema nervioso central y el equilibrio psíquico. Hay personas que denuncian el uso de cuadrones en las playas usados por menores de edad. Eso no pasa en otro país. También residentes de La Pradera (en el sur) denuncian el ruido de contenedores que se estacionan allí para ir al Puerto Marítimo.    

¿Hay acciones que pueden disminuir la contaminación?

La educación en la salud a la ciudadanía. Hacer ruido con una fiesta es igual a echarle basura tóxica al vecino, porque ambas situaciones desencadenan alrededor de 100 enfermedades, de forma directa o indirecta: en el aspecto auditivo disminuye la capacidad, el trauma acústico, pérdida total o parcial de la audición, efecto sobre el aparato cardiovascular (taquicardia, hipertensión arterial, cardiopatías, infarto) y efectos en el aparato digestivo (trastornos digestivos que pueden llevar a úlceras y hasta cáncer).  
También, hay efectos sobre el sueño, que es lo más terrible que tenemos aquí. La gente que vive en la ciudad no puede dormir con la tranquilidad de los habitantes del campo. Hay efectos sobre la conducta: el ruido hace más violentas a las personas, mientras más violenta es una sociedad, es más ruidosa. A eso se suman los efectos en la memoria y en la concentración, eso se evidencia en el desarrollo intelectual. Incluso, las mujeres embarazadas pueden tener hasta un aborto. Y hasta impotencia sexual en los hombres.    

¿No debería organizarse fiestas en las casas?

Usted puede hacer fiesta en la casa, lo que no puede hacer es ruido. Eso es posible. En cualquier país civilizado puede elevar el volumen, mientras no le llegue al vecino. En el instante en que molesta se llama a la Policía y el problema se acabó. Las personas no tienen derecho a instalar un ‘monstruo’ de equipo de sonido y obligar a que los demás también pasen mala noche; peor si en el barrio hay niños recién nacidos, enfermos, ancianos... Los vecinos deben denunciar esos casos al 911.

En los países nórdicos de Europa hay fiestas, pero las discotecas están en zonas subterráneas. Pero a nadie se le ocurre sacar a la calle un parlante, porque lo meten preso con aparato y todo. Existen borrachos, pero hay sitios para beber.

Las discotecas de acá están construidas de manera antitécnica, ya que deberían tener piso, paredes y techo acústicos. 

En Londres existen hoteles en los que no se escucha ruido una vez que se cierran las ventanas, debido a que están hechos con técnicas antirruido.

¿Hay aparatos electrónicos que también están afectando la audición de los pobladores?

Los audífonos para escuchar música que ahora utilizan los jóvenes dañan seriamente el oído. Por eso es que la gente se está volviendo sorda. Pasa con todos los audífonos.

¿Cómo las personas pueden percatarse de son afectadas?

Observe que la gente ahora habla en voz alta. Es una manera inconsciente de evidenciar una sordera paulatina. El problema afecta aproximadamente al 30% de la población. Y peor si va a la discoteca. También los ciudadanos se pueden dar cuenta de que están afectados yendo a descansar a un sitio silencioso. Si con ese ambiente no pueden conciliar el sueño, significa que están enseñados al ruido. Los residentes de las ciudades que van al campo, muchas veces, en las dos primeras noches no pueden dormir. Los que solo pueden dormir con el televisor y la radio prendidos también están afectados. Es como una adicción. La intoxicación por ruido es como la de las drogas. Una manera de desintoxicarse es alejarse de las fuentes, pero en las ciudades estamos casi condenados.

¿Qué se puede hacer para que los buses desviados a zonas residenciales no perjudiquen a los vecinos?

Sacar de circulación a todos los buses obsoletos. En la ciudad se observan carros muy viejos circulando. Además, la acción debe ser acompañada de la reubicación por sitios donde no hay residencias. También en las construcciones se usan maquinarias obsoletas, que ya no se emplean en otras partes del mundo. No hay quién controle eso. Las sanciones existentes, además, son muy leves. La Comisión de Tránsito cobra $ 25 por pitar indiscriminadamente. La forma más enérgica de sancionar es ‘dandole en el bolsillo’ a la gente y que esos fondos vayan para la ejecución de las obras públicas. 

¿Cuál es otra alternativa?

En Guayaquil, como en otras ciudades del país, ya hay demasiados vehículos. Las autoridades deben pensar en alternativas como lo ha hecho China, Suecia, Dinamarca, Noruega. En esos sitios la gente ya no anda en carro, sino en bicicleta, la que además es ecológica y permite tener una buena salud. Normalmente, en esos países el ciclista tiene la preferencia, al igual que el peatón. También poseen estacionamientos por todas partes.

¿Las ciudadelas y urbanizaciones privadas también están afectadas por la contaminación mencionada?

Claro. El problema son también las fiestas que se hacen en las casas. Recibí una denuncia de residentes de una urbanización de Samborondón. Hay propietarios  que arriendan sus casas a otros para que realicen bailes. Después, cuando se les reclama, aducen que no estaban allí y que se las prestaron a un tercero. Eso se soluciona con el cobro de un impuesto y una multa. El ruido no distingue clase social. Aunque sí hay habitantes de la vía a Samborondón, adinerados, que hacen bares y discotecas subterráneos en sus casas para no afectar a los vecinos.  El que quiera ruido, que invierta.
En la ciudad se está fallando en la seguridad de los trabajadores, ya que es my común verlos laborando sin las protecciones debidas. Así el aparato auditivo se les daña en un corto plazo. Y los transeúntes, que son el sujeto pasivo, de la misma manera son perjudicados. El que origina el ruido es menos afectado que el sujeto pasivo. Es lo mismo que el caso de los fumadores: los activos y los pasivos.

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