Una calle de hormigón, concluida el pasado mes, divide dos realidades en el noroeste del cantón: de un lado está la llegada de una nueva propuesta comercial y de esparcimiento para los moradores de la zona y, al frente está la precooperativa El Fortín, sector urbanomarginal con necesidades básicas que todavía no han sido resueltas por el Municipio de Guayaquil.

Eso es lo que se observa en la parroquia Tarqui, donde este viernes se inaugurará Mall El Fortín.

El centro comercial es una propuesta privada, apoyada por el Cabildo, que se levanta junto a la cooperativa citada. La obra, cuya inversión asciende a $ 20 millones, tiene reconocidas tiendas de ropa, electrodomésticos, empresas de celulares, patio de comidas, bancos, seis salas de cine, entre otros.

De acuerdo con lo anunciado por el alcalde Jaime Nebot, el mall ayudará a que los residentes de la zona (alrededor de 270.000) ya no tengan que trasladarse a los centros comerciales del norte o al sur. “El tránsito se lo organiza diseñando la ciudad, para que la gente tenga lo necesario cerca. Por eso hacemos en el noroeste el centro comercial. Mientras menos se mueva la gente mejor”, explicó Nebot en mayo.

Sin embargo, la gigante construcción contrasta con los polvorientos caminos de El Fortín, y con cientos de pequeñas casas con techos de lata y cercas de caña. A este escenario se suman incontables charcos.

Washington Cedeño, morador del lugar desde hace 15 años, ve con agrado la edificación de un mall. “Creo que aumentará la plusvalía de las casas”, calcula. Pero, primordialmente, le preocupa que el Cabildo no haya pavimentado los bloques 1 y 2 del barrio. “Es lo que necesitamos con urgencia”, comenta el vecino, quien espera que se lo haga antes de que empiece a llover.

El morador Marco Andrade cuenta que en invierno tienen que cargar, de forma adicional, una funda con zapatos limpios y secos, pues ensucian los que llevan al pasar por los “riachuelos” que se forman por doquier. “Cuando llegan a la calle principal las personas se cambian”.

Pero antes, continúa Andrade, era peor, ya que ni siquiera había el irregular camino de cascajo que hoy existe. El camino fue elaborado con dinero de los mismos vecinos. “Los políticos vienen solo en campaña a prometer que van a hacer la calle, pero nada todavía”.

Los charcos que se forman ahora son producto del agua sucia que echan los vecinos a la calle.

“Es que aún no hay alcantarillado”, aclara Humberto Mero, quien recuerda que la zona legalizada por el alcalde Nebot, hace 8 años, recién tiene servicio de agua potable desde hace tres.

Además, los residentes de El Fortín piden que arreglen las luminarias que están dañadas, pues aquello evitaría la inseguridad.