La selección argentina actual, desde 2014 hasta hoy, no es fracasada ni exitosa. Pese a las limitaciones del plantel, ha tenido el mérito de haber llegado a tres finales seguidas, en gran parte por el nivel de Javier Mascherano y Lionel Messi en la cancha y por el trabajo de Alejandro Sabella (2014) y Gerardo Martino (2015/2016) en la dirección. Sin contar con un equipo brillante, con nombres que suenan fuerte en Europa, pero que no son determinantes en la selección, ha vuelto a ser protagonista y candidata para llevarse los títulos de los torneos que afrontó. Incluso llegó a ser la más productiva -por no decir la mejor, porque es un término exclusivo para el campeón- al terminar invicta y con 16 puntos, 3 más que Chile, en la Copa América Centenario. Las críticas y cuestionamientos apuntan en su mayoría a Martino, antes fue Sabella; y a Messi, pero la incapacidad para volver a ser tan grande como hasta la Copa América de Ecuador 1993 no es una cuestión solo de la selección, sino de las bases del fútbol argentino. Se acabaron los Sorín, Zanetti, Ayala, Ortega, Redondo, Simeone, Verón, Batistuta, González, Crespo, entre otros, y al seleccionador de turno le ha tocado remendar el equipo al máximo para darle el mejor entorno posible a Messi, pero no ha bastado. No es que Rojo, Mercado, Funes Mori, Biglia, Banega, Higuaín y otros más sean malos jugadores, al contrario, se han destacado en el fútbol de su país, sin embargo, con ellos no alcanza. Argentina sigue siendo un buen conjunto, de respeto, pero sus nombres dejaron de generar miedo como en otras épocas. Un ejemplo de ello se dio el 8 de octubre de 2015: tras leer la alineación que el equipo de Martino presentaría ese día ante Ecuador por las eliminatorias para Rusia 2018, un hincha sentado en el lobby de un hotel riobambeño expresó: “Este equipo de Argentina, sin Messi, se ve ganable”. Acertó. El país del ‘Charro’ Moreno, Di Stéfano, Maradona, Caniggia y Batistuta, dejó de producir cracks como los mencionados, que no es lo mismo que exportar buenos jugadores. Un crack fue Verón, un buen jugador es Biglia.

Messi está algunos escalones más arriba que sus compañeros. Por eso, impotente, amenaza con irse. Riquelme, otro crack que parió Argentina, explica la situación de la ‘Pulga’: “Rojo no es Jordi Alba, Mercado no es Dani Alves, Mascherano no es Busquets ni Banega es Iniesta”.

En Argentina se sabe que los grandes responsables de las carencias del balompié ‘gaucho’ son los clubes y, en especial, la AFA, pero lo más fácil siempre será aniquilar con críticas al equipo que representa al país y que puede disfrazar las frustraciones y tapar los errores de las dirigencias. Por eso la necesidad de un superman o un D10S salvador, como Maradona. Y que ahora podría -debe- ser Messi. (I)