Considero que todos los que estamos relacionados directa e indirectamente con el deporte rey, tenemos muy claro que la salud del fútbol ecuatoriano no pasa por su mejor momento y que cada día le aparecen nuevos síntomas de un descenso vertiginoso.

Nuestro balompié está enfermo porque no se le realizaron los chequeos de rutina y tampoco las prevenciones necesarias en su crecimiento, y esto desembocó que con el pasar del tiempo indefectiblemente comenzó a sentir los síntomas de un descuido. 

Este deporte, que ya es parte de la cotidianidad de nuestro pueblo, merece que se lo trate con el más profundo análisis para conocer y entender cuál es el camino que nos conducirá a soluciones rápidas y sólidas para no caer nuevamente en eternos errores.

El funcionamiento idóneo de todos los órganos no depende de quién sea el líder o de quién mantenga el poder; sino en gran parte de que los mecanismos que se establezcan garanticen manejos adecuados y se ponga por sobre cualquier beneficio personal el respeto a un pueblo que exige una conducción transparente. Vivimos en una controversia dirigencial que no llega a los acuerdos necesarios por el momento, pero es un muy buen indicativo para el futuro el hecho de saber  que se están analizando métodos y soluciones para mejorar y salir del padecimiento actual de nuestro paciente. Las propuestas traen aprobaciones como también reprobaciones, pero en definitiva nos llevan a una discusión que con certeza encaminará a días más felices a nuestro sufrido fútbol nacional.

Los responsables de este momento histórico deben tener la capacidad de asumir que de sus gestiones y decisiones dependerá el resurgimiento o detrimento de una pasión que es parte de nuestra cultura.

Los cambios siempre son necesarios y las nuevas ideas no llegan por sí solas, sino por la renovación natural que debemos tener en la vida donde es de vital importancia aceptar que llega un instante en el cual se debe ceder el control a otras personas. La grandeza de un hombre  pasa por muchos lados, siendo una de las más destacadas cuando entiende que su momento finalizó y da un paso al costado dando honores a la labor que le encomendaron tiempo atrás, pero sin lugar a dudas que la responsabilidad que necesita tener como virtud el nuevo  jerarca determinará lo venidero de su mandato.

Las cartas aún no están sobre la mesa porque las partes se están preparando para el pleito donde expondrán sus consideraciones y planteos  defendiendo sus posturas; pero con seguridad las acusaciones de parte y parte tendrán un protagonismo importante esperando que con el tiempo queden en el olvido.