Si partimos desde la premisa de que el fútbol es un juego en conjunto, que necesita características específicas y un funcionamiento que debe ser conocido por todos, podemos comprender otros factores que son imprescindibles para que el mecanismo general exponga sus ideas y esas son sin lugar a dudas las microsociedades. Cómo no recordar a Bebeto y Romario, delanteros que representaron a Brasil y representaron la idiosincrasia y alegría de su pueblo. Sin caer en la tentación del momento y mucho menos dejando de ser objetivo, quiero exponer varios conceptos de por qué Matías Oyola, el volante mixto de Barcelona, es el deportista elegido dentro de un engranaje que hoy goza de un equipo nutrido de mucho potencial técnico, pero que muchas veces muestra que sus piezas trabajan más desde lo individual que lo colectivo. Después de varios meses alejado de las canchas y de superar una grave lesión, el experimentado jugador argentino regresó hace escasas semanas y pudo tener algunos minutos demostrando que su talento sigue intacto. El equipo canario enfrentó en menos de 5 días dos veces a su eterno rival, y Oyola tuvo la posibilidad de entrar en la segunda parte del primer partido, ayudando muchísimo para intentar una remontada que al fin y al cabo no surgió, pero sí dejó la grata sensación de que con la entrega y la enorme capacidad de lectura del juego de su eterno capitán ya le bastó para mostrarles el camino a sus compañeros. Quizás el destino o los planetas se alinearon en el segundo partido, ya que un imponderable le dio la posibilidad de arrancar en el once titular por un cuadro gripal de Calderón, que hasta ese momento gozaba de la confianza del entrenador, coyuntura que no desaprovecho para nada, entendiendo que desde sus pies y movimientos saldrían las razones de una goleada histórica que seguramente lo encumbra como ídolo para siempre. Minda realizó un trabajo táctico perfecto, porque su compañero le facilitó las labores. Por otro lado, es increíble como la sola presencia de un jugador compatible con otro levanta el nivel de inspiración del hombre llamado a crear, y ese fue el caso de Damián Díaz, que encontró siempre los espacios para recibir pases entrelíneas que lastiman tanto a los rivales. El ‘Pony’ fue la rueda de auxilio de Pineida en las arremetidas del lateral; colaboró siempre con los relevos necesarios para quedar equilibrados y demostró una capacidad física increíble para ahogar en la salida muy lejos de su zona y realizar una presión constante al hombre que tiene el libreto de Emelec; cuando digo esto, estoy hablando de Fernando Gaibor. La marca fue tan bien realizada, que el joven volante eléctrico se fastidió y no pudo doblegar la intensidad de su rival que lo obligó a jugar muchas veces hacia atrás, perder balones en zonas peligrosas y ser intrascendente en la elaboración. El fútbol siempre da revanchas y premia con satisfacciones a aquellos que son capaces de entregar su alma a la causa y dejan el ego personal en un cajón aparte, demostrando humildad y compromiso. Por tal motivo me detuve y detallé en varias aristas, el formidable ejemplo que nos ratificó en su grato regreso a las canchas este ‘enorme’ jugador que sin dudas es el socio ideal de todos. (O)