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Julio Daniel Asad / entrenador de balompié profesional

"El fútbol es uno solo, ganar depende de la calidad de los jugadores"

"El fútbol es uno solo, ganar depende de la calidad de los jugadores"
Foto: Marco Salgado / EL TELÉGRAFO
04 de junio de 2017 - 00:00 - Javier Tamba Guzmán

Nadie muere en la víspera y menos alguien como Julio Daniel Asad, uno de los técnicos argentinos con mayor recorrido en el fútbol ecuatoriano, quien desde la niñez se enfrentó a situaciones que comprometieron su existencia o, cuando menos, su integridad física.

Todavía le son aledaños los recuerdos del accidente cerebrovascular que sufrió en abril de 2008 mientras volaba de París a Buenos Aires, luego de conquistar el título de Arabia Saudita con el Al Nassr.

La pesadilla comenzó con la ingesta de una pastilla para dormir en el avión durante el viaje; nunca imaginó, tal como se lo contó su esposa, que quedaría en cuclillas y al despertar no podría caminar. Después entró en inconciencia. Su cuerpo fue a parar al Hospital General de Agudos Dalmacio Vélez Sarsfield, donde superó el estado de coma. Ahora se pregunta si en verdad la vida se le escapaba o él, como tantas veces, le huía a la muerte.

En silencio se aleja en el tiempo y en medio de la nada desempolva las imágenes de los partidos que de adolescente solía protagonizar en el sector de Villa Riachuelo, frente al autódromo Óscar y Juan Gálvez, al sur de Buenos Aires.

Ese silencio le ayuda a escuchar con claridad el silbido de las balas que le disparaban quienes, confiando en el equipo de ocasión en el que actuaba, apostaban por este, pero perdían el dinero. Liarse a golpes, correr por salvar el pellejo con una turba rozándole los talones, fueron gajes de un modo de vida donde subsistir era un oficio.

La necesidad, el hambre, la separación de sus padres, Julio y Trinidad, lo marcaban a presión; el ‘Turco’ o el ‘Paragua’, como le decían sus amigos, no quería esas penurias para sus hijos. Si así se le presentaba el futuro, formar una familia no valdría la pena.

Ese nadar contra corriente, donde el río de la desdicha amenazaba con ahogarlo, tuvo en el balompié profesional el tronco de la salvación; si se aferraba a él con todas sus fuerzas podría salir del agua y enrrumbarse hacia sus aspiraciones.

Un suspiro largo precede el diálogo con el ‘Turco’ Asad, quien el martes pasado tomó la batuta del Clan Juvenil de Sangolquí, el undécimo conjunto ecuatoriano que dirige, eso sin tomar en cuenta su desvinculación del Atlético Ibarra, al que arribó una semana antes.

Graduado de técnico en 1985, profesión que se convirtió en su única forma de continuar en la actividad de sus amores luego de padecer una grave lesión (rotura de ligamento lateral cruzado posterior y de los meniscos de su rodilla derecha), Julio Asad confía en sacar al Clan de los últimos lugares, pues en sus 32 años de ejercer, jamás un elenco que pasó por su manos perdió la categoría.

Convencido de su capacidad, a 3 días de cumplir 64 años, se compromete a enriquecer su historial en el deporte tricolor, donde es el único timonel que ha conseguido 2 campeonatos locales con planteles ajenos a Guayas y Pichincha, además de ascender a Liga de Quito a la serie A y al Aucas a la primera B.

Julio Asad nació en Buenos Aires el 7 de junio de 1953, jugó la Copa América de 1975 y las eliminatorias de la Copa del Mundo ‘Argentina 78’. Aquí tras una práctica de Clan Juvenil en el estadio de Loreto (Sangolquí). Foto: Marco Salgado / EL TELÉGRAFO

¿Cómo se da su llegada a Clan Juvenil? Sabíamos que estaba en el Atlético Ibarra

De una manera que yo sabía que se podía dar; el hecho de estar en el país uno de los técnicos más ganadores del fútbol ecuatoriano alimentó mi sospecha de que si el estratega de algún club de primera se caía habría la posibilidad de asumirlo, ya que aquel equipo necesitaría un reemplazo.

¿Cuál era su vínculo con ese representativo imbabureño?

Me habló mi hijo Leandro en torno a un proyecto de formar jugadores, para llevar a los chicos a las instituciones más grandes, de hecho ya tiene elementos vendidos a clubes como El Nacional. Me dijo que me necesitaba acá en Ecuador por mi nombre, entonces vine a darle una mano y pasó lo que pensé: se fue el técnico de Clan Juvenil y hubo la propuesta; el desafío me gustó más porque tenía futbolistas que pasaron por mis manos y me conocen.

Pero en el Atlético Ibarra lo tienen aún como el instructor oficial...

La cosa no cambia en nada, nosotros vamos a promover a los chicos que tengan condiciones, trataremos de meterlos en algún lado y hablar en los clubes con los que tengo buenas relaciones. Seguiré en contacto con ellos, iré 1 o 2 días a la semana para observar a los jóvenes.

¿Cuando ve a los chicos le evoca su génesis en el fútbol? ¿cómo fueron sus inicios?

Jugué en Vélez a los 17 años, debuté en primera a los 18 (el 31 de octubre de 1971 en un cotejo Vélez 3 – Estudiantes 2) y enseguida llegué a la Selección mayor de Argentina. Me rompí la rodilla derecha a los 21 años y no pude jugar el Mundial del 78, después pasé 2 años por Racing y estuve 3 o 4 partidos en Colón; ya la rodilla me molestaba demasiado, así que dejé el fútbol a los 26 años.

¿Qué tan diferente era ser futbolista en la década del 70?

Vivía en una zona muy humilde, frente al autódromo municipal donde se corría la Fórmula 1, un sitio con casitas bajas. Yo pertenecía a una familia de escasos recursos; había días en que comíamos y días que no. Otros chicos jugaban con zapatillas, botines, yo lo hacía descalzo. Tenía unas zapatillas, pero con esas iba al colegio, de acá para allá... las usaba para todo. Por los gustos que uno iba teniendo sabía que no quería vivir como estaba viviendo. Pero también sabía de que jugaba bien al fútbol y un compañero del barrio me dijo venite ‘Paragua’ para Vélez, él ya estaba en el equipo.

¿Qué es lo más lindo de surgir desde abajo?

Me sirvió para buscar y entender lo que no quería para mis hijos; me avoqué e hice todo lo que tenía que hacer para darle a cada uno, con mucha dignidad, su casa y que no pasen lo que yo pasé; tengo 2 hijos. Estoy tranquilo con mi conciencia, con mi corazón, de saber que hice lo que debía por ellos. Después está en uno hacer las cosas bien para pasar la vejez al lado de mi esposa, de mis nietos, tratando de vivir la vida como hay que vivirla: con tranquilidad, sin necesidades.

¿Su padre era árabe?

Mi abuelo, al que no conocí y no recuerdo el nombre, era sirio-libanés. Originalmente mi apellido es con doble S, pero cuando llegó el abuelo en la inmigración de los países árabes le pusieron con una sola S y lo dejó así.

¿Cuántos hermanos tiene?

Somos 7 hijos, soy el mayor. Los cuatro varones fuimos futbolistas, después de mí sigue Ernesto, quien estuvo en Vélez y se fue a jugar a Canadá. Luego está Eduardo, participó en la Copa Libertadores con Vélez y atrás de él vino Jorge, que era otro muy buen 5, jugó en San Lorenzo, en la Libertadores. También puedo citar a mi primo Omar, quien ganó todo en Vélez.

¿Antes de ir a Vélez qué hacía?

Jugaba por plata, el torneo empezaba a las 8 o 9 de la mañana y terminaba a las 6, 7 de la tarde. Si le ganabas la final al equipo del barrio local te sacaban a tiros. Uno ya estaba acostumbrado a las trompadas, a los tiros, a las heridas de bala, viví rodeado de eso. Era otra de las cosas que no quería para mis hijos.

Cuando ya tuvo dinero ¿también ayudó a sus padres?

La familia bien entendida pasa a ser tu señora y tus hijos, pero siempre están presentes mis hermanos, mi vieja, mi viejo, aunque mi papá murió hace 2 o 3 años. Él se llamaba Julio. Mamá tiene 87 años, le llamamos Trini (Trinidad). Le digo báilame mami, a ver y me baila como Shakira ¡Es una cosa de locos! Mi vieja es adorable, reside en Buenos Aires.

¿Cuál es su mayor conquista?

Haberme consolidado y conseguir del fútbol la tranquilidad de saber que mis hijos no se preocuparán por todo lo que yo me preocupé. Y después la satisfacción de  trabajar y hacer lo que a mí me gusta y hacerlo bien; de no reclamarme nada, ni de entrega ni de fútbol, porque en cada cosa que hago lo dejo todo. A mi nieta Martina (2 años), a mi nuera Karen, les doy un abrazo como si me fuera por 10 años, yo lo vivo así.

¿Qué le hubiera gustado ganar en su vida deportiva?

¿Ganar? No. Me hubiese gustado que no me agarre el accidente cerebrovascular, yo tenía todo arreglado con el Leicester de Inglaterra, que se fijó en mí porque salí campeón con el Al Nassr de Arabia Saudita; me habría encantado laburar en Europa (El Leicester quería levantar su nivel para la temporada 2008-2009, el primer certamen de los ‘Zorros’ fuera de las 2 primeras categorías del balompié inglés).

¿Cómo vivió su paso por la Selección de Argentina?

Un orgullo enorme. Sé lo que se siente llevar la camiseta de la selección en el pecho, lo que es defenderla, porque me maté por esa blusa. Le doy gracias a Dios por haberme dado la posibilidad de ponérmela. Me acuerdo del partido contra Brasil en Belo Horizonte (Estadio Mineirão) por la Copa América (6 de agosto de 1975), yo tenía 18 años, entramos a la cancha y el estadio se venía abajo, algunos muchachos me decían: “¿sentís Turco?”, yo no sentía nada. Lo primero que hice fue preguntar quiénes eran los que usaban el 10 y el 8... Yo sabía que por mi lado no iban a pasar, que trataría de hacer el mejor partido de mi vida.  

¿No le intimidó ver un estadio lleno, con el público gritando en contra de su combinado?

Si había jugado en el barrio de mi casa, con 200 negros gritando y esperando la plata de las apuestas, sin que haya un solo policía, sin  ninguna seguridad, y si perdías te sacaban a tiros, ¡Qué me voy a asustar de ir a romperme por Argentina en Brasil! Para mí hablar de la selección es conmovedor.

¿Quiénes estaban en el Scratch?

No me acuerdo de los jugadores de Brasil (hombres como Palhinha, Luis Pereyra, Levinha y Nelinho), pero tenían una muy buena selección. Te digo que preguntaba cómo jugaba cada elemento porque vos en esa época no lo podías seguir por Facebook, por internet, hoy tenés todo. A vos te decían: “tenés que marcar al 9”, entonces yo lo buscaba, le tiraba caños, sombreros, pin-pum, si la pelota era dividida se lo rompía todo. Ese duelo lo perdimos 2-1, íbamos ganando con un gol que hice en un tiro libre, el balón me lo pasó Kempes.

¿Cuáles eran sus características como jugador?

Era muy de fuego sagrado, cuando tenía que jugar era capaz de lanzar un taco, un sombrero, un caño... manejaba la pierna izquierda, la derecha. Imaginate que en 4 años en Vélez Sarsfield, actuando de volante 5, convertí 67 goles ¿Entendés? Yo tenía las 2 cualidades: marcaba y metía, pero cuando me daban la pelota era muy fino. Y encima sumale que era guapo, si había que meter la pierna, la metía.

¿A quiénes de sus compañeros recuerda?

Estuvo Osvaldo Ardiles (volante), Hugo Gatti (arquero), Mario Kempes (delantero), Jorge Valdano (ariete), Óscar el ‘Negro’ Ortiz (atacante), Omar Larrosa (centrocampista), Leopoldo Luque (artillero), Américo el ‘Tolo’ Gallego (mediocampista). El Tolo jugó por mí en el Mundial del 78, era el suplente del suplente mío: el titular era yo, el suplente era Galván y el ‘Tolo’ venía de última y, cosas de la vida, terminó jugando. Mario fue un delantero de otro planeta, tenía unos cojones bárbaros, a ese le pegabas, se levantaba, venía y te buscaba otra vez. La lesión me impidió estar en el equipo que quedó campeón del mundo en Argentina, pero viví cosas muy gratas; el entrenador era César Luis el ‘Flaco’ Menotti.

¿Su opinión acerca de la metodología de Menotti?

Tuve las 2 ramas que marcan el fútbol argentino, no la de Menotti y la de Carlos Bilardo, sino la de Menotti y Osvaldo Juan Zubeldía, porque Zubeldía era el maestro de Bilardo y es él quien deja un estilo. Tiempo después se dio lo de Menotti y Bilardo. Yo estoy identificado con lo del ‘Flaco’: el buen trato a la pelota, que el jugador decida, que razone, no debe actuar por impulso. Pero tampoco reniego de los que no piensan como el ‘Flaco’, sé que debe haber disciplina táctica, compromiso con el compañero. Entre las 2 corrientes, sumado a lo que a mí me gusta, intento ser un buen técnico.

¿Qué celebró más en Ecuador: el cetro con Olmedo, el título con el Cuenca, el retorno de Liga de Quito a la serie A o el ascenso de Aucas a la serie B?

Se disfruta todo. Cuando vos lográs lo que querías, eso por lo que te esforzaste; cuando la culminación es el final deseado, eso no tiene precio. Cada cosa se vivió de distinta manera, pero la sensación por dentro fue muy parecida. Con los chicos del Olmedo nos propusimos romper la hegemonía de los clubes de Quito y Guayaquil y lo conseguimos.

¿Qué le pareció trabajar con Luis Alfonso Chango en Mushuc Runa, un directivo que causa polémica cuando amenaza con mandar a los futbolistas a ordeñar vacas o pastar borregos?

Son cosas que ocurren cuando se comienza a sumar gente que no es de fútbol y que por el solo hecho de tener el poderío económico se inmiscuyen en la situación y, bueno, están al frente de una institución, pero ojo, que Chango no come vidrio, no es ningún tarado. Él es muy inteligente, sabe lo que quiere, lo que busca, mis respetos para él. Por ahí su forma de decir las cosas no me gusta, pero no es ningún tonto.

¿Varió su forma de apreciar el fútbol con las nuevas tendencias que este tiene?

La tendencia del Barcelona de España es solo de ese equipo porque tiene los mejores jugadores del planeta. Y si vos con los mejores jugadores del planeta no podés plantear ese esquema o cualquier otro, estamos mal. Yo le diría a Guardiola que venga acá a un club de la B y lo haga jugar como al Barça, a ver si puede. Ese sistema confundió a mil y uno, hoy se aparece un técnico, y te dice que hizo la carrera en un sitio donde estuvo cenando Guardiola y solo por eso se cree otro Guardiola. El fútbol es uno solo y todo depende de la calidad de los jugadores.

¿No hay mayor innovación?

En el fútbol está todo inventado, lo que va cambiando son las personas, los valores. Hoy los valores se perdieron, da lo mismo esto que lo otro. Se perdió el respeto por los padres, por la gente grande, por las mujeres ¿Cuántos femicidios hay? Es una locura. Hoy ves mujeres con mujeres, hombres con hombres, ¡la pu... madre! Dejémonos de romper las bolas. Y me dirán sos anticuado, no lo soy, es lo que comprendo, si lo más lindo es la mujer y el hombre ¡Entendámonos!

¿El interés del jugador de hoy por el dinero y la fama es más intenso que antes?

El dinero que antes ganaba un futbolista le alcanzaba para comprar su casa, esto, lo otro. Lo que pasa es que hoy existe un desbalance y un jugador que normalmente cobra $ 8.000 tiene un representante y esos $ 8.000 pasan a ser $ 45.000; está bien, por ahí hay equipos que se los pagan.

¿Cuál es su criterio respecto a las trincas en el fútbol?

Hasta hace algún tiempo no creía en eso, pero la descubrí en cierto equipo y ahora te digo que si me vuelve a pasar, actúo de la misma manera: les rompo la cabeza, así de claro. Pelean por lo que ellos creen que necesitan; el jugador es un bicho muy especial, hay que tratarlo de una forma especial.

¿A quiénes elige entre Maradona y Pelé y entre Lionel Messi y Cristiano Ronaldo?

Me gustaba mucho Pelé, creo que fue el mejor de todos. Messi y Cristiano son distintos; a mí Messi no me termina de cerrar, se pone la casaca de la Selección de Argentina y no pasa nada; aunque no gané un campeonato quisiera que transpire esa divisa.

Por lo que está pasando la selección absoluta y las juveniles ¿El balompié argentino está en decadencia?

Prefiero no opinar, porque si digo lo que pienso, me voy a meter en problemas. (I)

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