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El Telégrafo

El fuego de La Roja se apaga y termina una época dorada

El defensa Sergio Ramos (atrás sin camiseta) consuela al mediocampista Andrés Iniesta, tras la eliminación de la Eurocopa.
El defensa Sergio Ramos (atrás sin camiseta) consuela al mediocampista Andrés Iniesta, tras la eliminación de la Eurocopa.
Foto: AFP
30 de junio de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo, corresponsal en España

Con Europa como testigo, la selección española se ha despedido de la Eurocopa tras una triste competición que ha escrito su epitafio: el de un equipo histórico que ha completado su ciclo en el fútbol.        

Se confiaba en que España resurgiera en este torneo tirando de su orgullo de actual campeona, que los artistas volvieran a reunirse y a tocar la pelota como en los viejos tiempos, pero desde el último partido de preparación contra Georgia, que perdió 1-0, se vio que no sería posible. Lo sucedido en el Mundial de Brasil 2014 no había sido un accidente, sino el síntoma de un deterioro que no se ha podido o no se ha sabido evitar.       

Las dudas, nacidas de múltiples factores, han llegado a ‘La Roja’ y la han enterrado. Y lo peor es que el final de esta historia ni siquiera encontró en el estadio de Saint Dennis de París y ante una Italia rocosa, el mínimo de grandeza que se esperaba. Fue un adiós sumido en la penumbra, triste como el final de un bello sueño, sin nada de fútbol que rescatar y con la única honra de la exquisita deportividad mostrada en la derrota.    

Hay varias claves que explican el inexorable fin de un ciclo maravilloso, el que comenzó en 2008 con su victoria en la Eurocopa de Austria y Suiza y que se prolongó en el Mundial de Sudáfrica de 2010 y en la Eurocopa de 2012 organizada entre Polonia y Ucrania. Una concatenación de títulos tan superlativa que será difícil de igualar para cualquier selección del mundo. Pero como la noche sucede al día, el tiempo ha hecho su infalible trabajo con La Roja.          

De aquel grupo extraordinario hoy solo quedan pequeños vestigios reconocibles. El resto apagó su luz. Para empezar, el equipo dirigido por Vicente Del Bosque ha perdido la consistencia defensiva que siempre lo distinguió y llevó a conquistar todos  los títulos. Y sin ella no hay nada que hacer, salvo el equipaje para regresar prematuramente a casa como sucedió en Brasil y ahora también en Francia.    

Su juego se ha aplanado con el paso de los años. Ya no ejerce el control apabullante que practicaba en su época dorada. Son otro equipo distinto, surgido de la ansiedad, el peor lugar posible, asolado por unas dudas profundas sobre su rendimiento colectivo. Porque no solo se trata de que se haya debilitado la fortaleza que tenía atrás, sino que La Roja tampoco muestra el dominio del esférico, su sello indiscutible, que le permitía reconocerse en el campo.       

Es evidente que en el declive de sus viejos mecanismos tienen mucho que ver las renuncias a continuar de futbolistas fundamentales como lo fueron Xavi Hernández y Xabi Alonso. En esta Eurocopa, Del Bosque optó por mantener en el once a Cesc Fábregas, jugando de enlace entre la sala de máquinas y la delantera, pero su apuesta no dio resultado. Al mediocampista del Chelsea le ha salido un torneo para el olvido. Fue incapaz de asociarse, lo mismo que les sucedió a Busquets y, sobre todo, a un Silva desconocido. El barcelonista ha vivido una pesadilla en Francia. Incomodísimo ante la presión a la que fue sometido y lento en su basculación lateral, falló en defensa y cometió algunas pérdidas imperdonables, muy atípico en un jugador de su altura.     

Por su parte, la actitud inofensiva de Silva terminó de extender las peores sospechas y, sobre todo, una esencial: la de que España se estaba despidiendo no ya de revalidar la tercera corona europea consecutiva sino de toda una generación de extraordinarios futbolistas.  

El fuego de ‘La Roja’ se ha apagado. Los más optimistas dicen que en esta Eurocopa quedaba algún rescoldo que hubiera podido avivarse a poco que la suerte en el partido clave contra Croacia les hubiera sonreído. Porque nadie discute que este grupo de jugadores, con todos sus achaques, sigue teniendo todavía mucho fútbol y, a poco de que se encienda, puede pasarle el rodillo a cualquiera. El problema es que sucedió todo lo contrario. En lugar de animarle a medir sus esfuerzos como harían los guerreros experimentados se lanzó en búsqueda de una victoria inservible.  

El gol de Perisic en el minuto 87, el que situaba al equipo en la peor de las sendas hacia una hipotética final, destrozó al equipo de Vicente del Bosque. En un ejercicio de buena voluntad, se recordó de inmediato que también en Sudáfrica perdió frente a Suiza y acabó ganando el Mundial. O que dos años más tarde, en la Eurocopa de Polonia y Ucrania, tuvo que vérselas con Francia e Italia y a ambas las sometió con autoridad.  

La realidad demostró, sin embargo, que ahora se trataba de algo distinto, más parecido a la hecatombe sufrida en Brasil tras su humillante derrota frente a Holanda. Por eso, el fantástico gol del croata Perisic era la confirmación de una pérdida irreparable, un fallo multiorgánico, el derrumbe general de un estilo de juego. España cayó a la lona y ya no se levantó, ni siquiera aferrándose a su orgullo de actual monarca europeo.

El golpe que se ha llevado en esta Eurocopa ha sido de tal calibre que ya no hay excusas para evitar someterse a una radiografía de cuerpo entero. Los síntomas que padece el equipo son los de un conjunto roto en su tejido anímico. Puede que los roces de la competición doméstica entre el Real Madrid y el FC Barcelona hayan pasado factura y que las obligadas relaciones de compañerismo entre algunos de sus integrantes se hayan deteriorado hasta el grado de ser un puro formalismo... puede ser.

Hay muchos egos agigantados después de tantos años de éxitos. Pero queda otra meditación pendiente, la relacionada con la continuidad de Vicente Del Bosque al frente de la dirección técnica de la selección. La impresión más extendida es que no continuará y que la respuesta llegará en breve. No queda otra opción porque en septiembre comienza la fase de clasificación para el Mundial de Rusia y en su grupo, del que solo pasará uno de forma directa, vuelve a estar Italia, su verdugo en esta Eurocopa.

Dejando a un lado la decisión de Del Bosque, en Francia 2016 han terminado su ciclo Iker Casillas, Cesc Fábregas y quién sabe si también Piqué, Iniesta y Sergio Ramos. Cinco leyendas de ‘La Roja’. Los nuevos que se incorporen ya saben, al menos, a quienes tienen que intentar parecerse. (I)

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