La pregunta se hace común y la posible respuesta da miedo. Además de los casos descubiertos, ¿cuántos futbolistas o exfutbolistas ecuatorianos han adulterado su edad o cambiado de identidad para sacar ventajas y llegar al profesionalismo? Si las investigaciones no se limitan a esclarecer la realidad de la selección ecuatoriana sub-17 que se clasificó al Mundial de Chile 2015 y se extienden y profundizan en todas las categorías del balompié ecuatoriano, el resultado puede ser escandaloso. Es difícil creer que las irregularidades comenzaron recién con la también selección sub-17 que disputó el sudamericano de Uruguay en 1999. Moisés Cuero, Walter Ayoví, los ‘mellizos’ Quiñónez y otros más que no trascendieron mucho después de ese torneo fueron sancionados y señalados por alterar sus documentos para obtener ventajas deportivas, pero ¿fueron los primeros en mentir o los primeros desafortunados en ser descubiertos? Los casos, aunque aislados, se repitieron, y la Federación Ecuatoriana de Fútbol parece no haber insistido en seguir investigando a los jugadores, aunque estos ya hayan superado sus días de juveniles. La FEF puede no ser la causante de estos líos, como señaló ayer su síndico Guillermo Saltos Guale, sin embargo las medidas tomadas por el organismo -si es que las hubo- para acabar con estos casos no han funcionado. Los dirigentes de los clubes se lavan las manos señalando que así llegó el jugador y que la culpa es de la FEF. Algunos entrenadores callan, pese a dudar sobre la procedencia y los datos del muchacho y piensan que es mejor no indagarlo porque le pueden dañar su futuro. Los errores se van repitiendo nivel tras nivel. Cazatalentos, padres, dirigentes, entrenadores... todo con la finalidad de hacer dinero con el muchacho que a veces termina siendo famoso con nombres y apellidos distintos a los que sus compañeros de escuela o colegio conocían. Han pasado 16 años entre las dos ediciones de selecciones sub-17 de Ecuador que sorprendieron al continente con su juego y luego con las irregularidades, y en ese período el   caso ‘Gonzalo Chila’ volvió a prender las alarmas, pero poco o nada se hizo. De no ser porque Chila quería de regreso la identidad que le había entregado a Ángel Cheme, el futbolista de Liga (Q)en ese entonces bien hubiese llegado a vestir los colores de la selección ecuatoriana y a retirarse del fútbol sin que nadie -o casi nadie- supiese que su apellido no era Chila y sí Cheme. Ahora, de esta selección sub-17 que nos enamoró con su fútbol ‘brasileño’ nos queda la desilusión de saber que destacamos engañando. De Casquete pasamos a Tello y Quiñónez, y la lista podría crecer. Sin necesidad de esperar una sanción de la FIFA, por dignidad, deberíamos autocastigarnos y desistir del Mundial.(O)