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El Telégrafo

Croacia, ese país pequeño que se hizo grande en Rusia

En Croacia era difícil imaginar que el fútbol se convertiría en la prioridad de un pueblo golpeado por conflictos bélicos que dejaron 20.000 muertos y 500.000 desplazados. Pero desde 1998 es símbolo nacional.
En Croacia era difícil imaginar que el fútbol se convertiría en la prioridad de un pueblo golpeado por conflictos bélicos que dejaron 20.000 muertos y 500.000 desplazados. Pero desde 1998 es símbolo nacional.
Foto: AFP
13 de julio de 2018 - 00:00 - Agencia AFP

“Mala zemlja. Veiliki snovi”. Esas cuatro palabras decoran el autobús con el que la selección croata se mueve en el Mundial de Rusia. “Pequeño país. Grandes sueños”.

Croacia escribió el miércoles en Moscú la página más brillante de su historia futbolística al vencer a Inglaterra 2-1 en la prórroga y clasificarse a la final del Mundial. El domingo chocará con Francia en el duelo decisivo, el último reto para una selección que está rompiendo moldes.

“Somos jugadores ardientes, no somos normales. Hemos hecho historia”, celebró el miércoles el portero croata Danijel Subasic.Croacia está en llamas, pero nosotros aún no nos hemos quemado. Todavía tenemos fuerzas”.

Tantas palabras “fogosas” son el reflejo de un país acostumbrado a soflamas nacionalistas, orgulloso de su corta historia. Nacida en 1991 tras la desintegración de Yugoslavia, Croacia vivió los cuatro años siguientes en guerra. La infancia de la mayoría de los jugadores que  vencieron a Inglaterra está marcada por las bombas y los disparos.

Croacia dejó atrás el conflicto bélico, pero el recuerdo de tanto sufrimiento sigue ahí. “Hemos logrado algo histórico para un país con 24 años desde nuestra independencia”, comentó Luka Modric refiriéndose a 1995, año en el que terminó la guerra. 

Los países de la extinta Yugoslavia siguen con especial atención la epopeya croata en el Mundial, entre la admiración por lo que están consiguiendo sus vecinos y con nostalgia por aquella selección común del pasado, que nunca pudo llegar tan alto.

Antes de cada competición, son frecuentes las voces de aficionados que añoran a aquellos “brasileños de Europa” de la selección yugoslava: “Ah... Si Yugoslavia fuera un país, ¡imaginad qué equipo de ensueño tendríamos!”, es un comentario que se escucha de manera regular.

Pero lo cierto es que Croacia ha demostrado en el Mundial que se basta ella sola y clasificó a una final, algo que nunca pudo Yugoslavia.  

Si hay un hombre que encarna el fútbol y el sueño multicultural yugoslavo es Ivica Osim, de 77 años y último seleccionador antes de la explosión del país fundado por Josip Broz Tito. Dirigió al equipo yugoslavo en el Mundial de Italia 1990, donde una gran generación fue eliminada en la tanda de penales por la Argentina de Diego Maradona en los cuartos de final.

Al principio de los bombardeos serbios sobre su ciudad, Sarajevo, Osim dimitió emocionado, en una intervención ante los periodistas en Belgrado. Hoy, este técnico bosnio mira con admiración a Croacia por haber podido “integrar sus cualidades individuales en el colectivo”.

En una zona de Europa marcada todavía por las heridas de los conflictos que  provocaron 130.000 muertes, apoyar a Croacia en los territorios vecinos no siempre es fácil, pese a la cultura y la lengua común. Especialmente en Serbia, cuya selección se quedó en fase de grupos.   

A principios de junio, en la periferia de Belgrado, hubo un “mini-Mundial” para niños de escuelas de fútbol de la capital serbia, con cada equipo llevando los colores de una selección clasificada para Rusia 2018. Los escolares que representaban a Croacia fueron los únicos en jugar con una camiseta blanca, sin ninguna inscripción. 

El tenista Novak Djokovic es un ídolo en Serbia. Pero cuando dijo que apoyaba a Croacia en la recta final para el Mundial, un diputado del partido de centroderecha que gobierna su país, Vladimir Djukanovic, le llamó “idiota” desde sus vacaciones en Grecia: “Apoyar a Croacia, ¿cómo no le da vergüenza? Muchos serbios de Krajina (región de Croacia en el que los serbios eran mayoritarios antes de la guerra) le han apoyado y él apoya al país que les ha perseguido...”.

El presidente de Serbia, Aleksandar Vucic, dijo abiertamente que en los cuartos de final apoyaba a Rusia en su duelo contra Croacia.

“Apoyé a Rusia, estoy en mi derecho. Serbia es una sociedad democrática y cada uno tiene derecho a apoyar al equipo que quiera”.

Pero esas posiciones marcadas por la rivalidad no son unánimes. También hay un sector de la sociedad serbia que ve a la selección croata con admiración e incluso que celebra sus éxitos. “¡Felicidades de todo corazón! ¡Bravo!”, comentaba el miércoles Miodrag, de Nis (sur de Serbia), en la web de la televisión estatal de su país. (I)  

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