Alisson tiene 22 años y nunca vio atajar a Taffarel. En su casa creció escuchando el nombre de uno de los mejores arqueros de todos los tiempos del fútbol brasileño y mundial.

Su padre y su hermano mayor, hinchas del Internacional de Porto Alegre, eran admiradores de ‘Arquerinho’, como lo apodaban, ídolo de los colorados y de una nación entera después de levantar el trofeo de la Copa del Mundo de 1994.

“Él fue ídolo de mi papá. De mi hermano también. Yo oía aquel nombre desde pequeño, sin saber bien quién era, pero a los 9 años, cuando comencé a jugar fútbol, empecé a entender su importancia y la magnitud de su idolatría”, cuenta.   

En las divisiones inferiores del Internacional, donde jugó en todas las categorías, Taffarel era citado como referencia obligatoria por los preparadores de arqueros.

“Aún más por ser de la misma escuela, jugando en el Internacional, los entrenadores ponían de ejemplo a Taffarel para los que quisieran tener éxito como arquero”, recuerda.

Alisson escogió ser portero porque creía que era una bonita posición. Lo que comenzó, como él recuerda, en tono de broma, se convirtió en algo serio a medida que fue creciendo y ascendiendo en las categorías formativas del Inter. En todo este tiempo, aprendió que, para ser buen arquero no alcanza ser solo bonito, se necesita mucho más que eso: tener voluntad.   

“Fui aprendiendo cómo es dura la realidad de un portero. Tenemos que entrenar. Y entrenamos mucho, más que todos. Hay que tener mucha determinación, voluntad de aprender cada vez más, ya que es una posición que no admite un error. Si fallas y te hacen el gol, las críticas son pesadas”.

Lanzado en la categoría profesional del Inter por Dunga, tuvo su titularidad ratificada por Abel y ve ahora su nombre surgir en la lista de la Seleção que el técnico del conjunto brasileño anunció la semana pasada. “Estoy cumpliendo el sueño de todo niño que comienza a jugar con la pelota. Siempre tuve la esperanza de ser recordado, mi turno llegó. Solo depende de mí justificar el llamado de Dunga y continuar haciendo que mi club gane nuevas convocatorias”.

Oliveira, aporte de experiencia

La veteranía de Ricardo Oliveira contrasta con la juventud de Alisson. Fue llamado por Dunga para sustituir al lesionado atacante del Liverpool, Roberto Firmino.

A sus 35 años, Oliveira regresa a la Canarinha -con la que ganó la Copa América en 2004 y la Confederaciones del año siguiente- ocho años después de que el propio Dunga lo convocara en su primera etapa como seleccionador para un amistoso contra Ghana en 2007.

El exdelantero del Milan, Valencia, Betis y Zaragoza, vive una segunda juventud con el Santos, donde se ha convertido con 17 tantos en el máximo goleador de la liga brasileña y lidera con 30 la tabla de artilleros del año. (I)