La quinua, la papa, el maíz, las habas, cacao y otros tantos productos originarios del Abya Yala, como se conocía al continente americano antes de la llegada de los europeos que bautizaron a estas tierras como América, eran los alimentos fundamentales para el sustento de los millones de habitantes que habían cubierto, desde Alaska hasta la Patagonia, todo el continente.

Con la conquista europea llegaron nuevos idiomas, la palabra escrita, una religión desconocida y todos los productos alimenticios que acostumbraban comer los ‘nuevos dueños’ de estas tierras, junto a otras manifestaciones que conforman una cultura. Surgió un nuevo mundo, un nuevo grupo humano, el mestizo y el mulato. África, Europa y América se fundieron y crearon lo que hoy somos y aún no terminamos de entender bien.

El gran antropólogo brasileño Darcy Ribeiro dijo, refiriéndose a los latinoamericanos, que habíamos heredado todas las taras y todas las virtudes de los hombres de la Tierra, y que en ello radicaba nuestra tragedia y nuestra grandeza. Los latinoamericanos, los americanos del norte, los caribeños, los indoamericanos, los sudacas, los latinos o como se quiera llamarnos, construimos día a día, año a año, siglo a siglo, un nuevo pueblo; un pueblo que aún no termina de definirse con claridad, a pesar de los esfuerzos de historiadores, antropólogos y sociólogos de todos los colores y latitudes.

Lo cierto es que, en medio de la confusión, sigue en su terca utopía para autoentenderse esta nación de repúblicas hermanas, como nos denominó el Libertador Simón Bolívar. Una pequeña y humilde planta andina llamada quinua puede darnos la clave a muchos interrogantes. Mantenida apartada por quinientos años de la mesa oficial, hoy comienza a ser reconocida en todo su extraordinario valor. La quinua es apreciada por las personas que buscan una nueva manera de alimentarse, más sana y nutritiva, en cada vez más países del mundo, incluyendo aquellos que acumulan más capacidad adquisitiva. Quinua en la sopa, quinua en el pan, quinua en los pasteles, quinua, en fin, en mil productos diversos.

Desde la gastronomía comienza la reconquista, que siga la poesía, y el cine (como el de González Iñárritu, ese extraordinario mexicano conquistador de Hollywood), que se den la mano y caminen juntos Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (conocida como Gabriela Mistral), García Márquez, Vargas Llosa, Pablo Neruda, Octavio Paz, Miguel Ángel Asturias y tantos otros, que se sume también la música afroamericana, la que se lleva todos los MTV.

Esta nuestra tierra debería ser la tierra de la esperanza, la de la nueva humanidad, la que tiene la llave de la nueva civilización humana, abanderada de los derechos de la naturaleza y del Sumak Kawsay. El Abya Yala está despertando. Somos el resumen, la síntesis, de toda la historia de la humanidad. Y en este proceso, “la quinua nuestra de cada día” es el diminuto indicador que nos dice que todo está comenzando a cambiar, también, en el interior del ser humano. (O)