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La música y el silencio

La música y el silencio
11 de abril de 2016 - 00:00 - Freddy Ehlers Zurita

“Casi podría tocarlas con las manos, en medio de la naturaleza, en el bosque, paseando, en el silencio de la noche, al amanecer; lo que las inspira son esas disposiciones del espíritu que en el poeta se expresan con palabras y en mí se expresaron con sonidos bulliciosos, tempestuosos, hasta que finalmente se convierten en música”.

De esta forma contestó Beethoven al joven músico Luis Schlösser quien, según su propio relato publicado en 1885, le había preguntado al maestro sobre el origen de sus creaciones. Beethoven, aun perdiendo totalmente su capacidad auditiva, logró componer algunas de las obras más grandes de la historia de la música. Paradójicamente, el silencio dio lugar a sus maravillosas sinfonías.

Hoy hemos perdido en gran manera esa capacidad de escuchar simplemente el sonido del silencio y de la naturaleza y de encontrar en la buena música una de las mayores expresiones del amor y la belleza que puede sentir y crear el ser humano.

Es necesario, y tiene que ser tarea de toda la comunidad, volver a promover la buena música, que hoy existe en muchas formas tanto antiguas como modernas.

Lamentablemente, como pasa con cierto tipo de comida, la música chatarra invade los espacios de la sociedad consumista y globalizada y esta produce claramente un alejamiento de lo más hermoso y profundo de la condición humana. El mal gusto es una característica de una época que felizmente tiene que terminar para dar paso a un nuevo tiempo donde realmente podamos expresar nuestra musicalidad, que es parte esencial de lo que somos.

La buena música es consustancial al Buen Vivir. La vida se vuelve triste, desagradable y angustiosa si la asociamos a los productos que intoxican al espíritu humano. La ansiedad, el miedo, la depresión, la falta de un propósito en la vida —que cada vez más jóvenes comienzan a llenar con sustancias adictivas— son un claro resultado de los antivalores existentes en la sociedad moderna.

Ojalá que las calles y las plazas, los colegios y las universidades, los medios de comunicación, las salas de los domicilios, las iglesias y los teatros comiencen a llenarse con manifestaciones de buen gusto, de buen arte, de buena música. Esta es una hermosa y urgente tarea que todos tenemos pendiente. (O)

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