Sin lugar a dudas Benjamín Carrión fue el ecuatoriano que más modeló el pensamiento crítico de la cultura del país en el siglo pasado. Tuve el privilegio de que me considerara su amigo. Nos separaban 47 años, pero yo sentía, en las innumerables reuniones que mantuvimos, que él era -ya pasado los 60 años- el más joven de todos los ecuatorianos. Recuerdo, como si fuese ayer, cómo con inmenso amor me contaba de su vida y su visión sobre el destino y la condición humana.

Con él aprendí las primeras lecciones de amor incondicional a la Patria, que para él era la humanidad entera. Me decía una y otra vez que la historia del Ecuador hay que contarla como un cuento para niños, que el cuento de la Patria debe ser apasionado, lleno de alegría, como un espejo en el que todos nos reflejemos.

Hace unos 50 años, 49 para ser más preciso, escribió “El Cuento de la Patria” y lo sustentó con cada una de las acciones de su vida. Benjamín Carrión representa lo más auténtico, generoso y profundo del pensamiento latinoamericano. Su sonrisa abarcaba un continente. Lo recorrió mil veces a través de los mejores intelectuales de su tiempo quienes fueron sus amigos. Su sueño fue el de una Latinoamérica unida y el de un mundo solidario, socialista y en paz. Su raíz profunda venía de la lejanía lojana, allí conoció no solo al amor de toda su vida, sino que aprendió a amar al prójimo como a uno mismo y por eso entendió la razón del por qué  Jesús no vuelve. Me repitió incansablemente que nuestro deber era ser auténticos y aprender los secretos de la tierra y que Ecuador era el epicentro, el resumen de toda la humanidad, que esa era nuestra riqueza, porque aquí, en la mitad del mundo, se habían unido todos los hombres y todas las mujeres de la tierra. Mariátegui, Alfaro y Martí fueron su brújula.

La Casa de la Cultura lleva su nombre, él la pensó, la diseñó, la construyó y la amó inmensamente. Ese era y sigue siendo el único camino, el de las anchas alamedas, el del hombre y la mujer hechos de maíz, el de su Atahualpa, el de San Miguel y Santa Gabriela.

Benjamín, hoy la patria te rinde un nuevo homenaje, el teatro mayor de la nación, el más moderno y completo de toda nuestra América lleva tu nombre, para que todos los cuentos se cuenten allí, todas las historias; allí, en ese lugar donde siempre debería guardarse un asiento vacío en primera fila, el reservado para Benjamín Carrión, para que tu espíritu y tus propuestas de construir un mundo justo, en paz y con alegría, sigan iluminando nuestro camino. (O)