Cuarenta y cinco años después de formar parte del primer curso de medicina rural en el Ecuador, el Dr. Gerardo Rubio recuerda en un sencillo y emotivo libro titulado “La salud, un sueño” el que probablemente fue el año más significativo de su extensa práctica médica.  

José María Velasco Ibarra, el cinco veces presidente del Ecuador, en su última administración creó mediante decreto el Plan Nacional de Salud Rural, el mismo que incluía la obligación de servir por un año en labores inherentes al plan como requisito previo a la inscripción de títulos y ejercicio profesional de los graduados en medicina, odontología, obstetricia y enfermería. Se inició entonces una de las prácticas más importantes para el desarrollo integral de la salud en el país: “la rural”.

En Pablo Arenas, pequeño pueblo de la provincia de Imbabura, el doctor Rubio empezó su trabajo como médico rural, al igual que los 83 compañeros que formaron parte de la primera promoción de médicos en el Ecuador profundo. Esta práctica es indispensable para entender la razón misma de quienes deciden dedicar su vida a curar y a ayudar a los demás, ya que es en el campo, en las pequeñas, remotas y aisladas poblaciones, donde uno puede entender el significado del propósito de la vida.

Hoy lamentablemente la medicina tiende a convertirse en un negocio lucrativo y poco queda ya de su objetivo fundamental, que es el servicio a los demás, tal y como se definió desde su nacimiento con el juramento de Hipócrates en la antigua Grecia, hace más de 2.400 años.

El doctor Edmundo Estévez manifiesta que fue la felicidad lo que enrumbó el accionar humano y profesional del doctor Rubio, sin otra ambición que curar, salvar vidas y prevenir enfermedades, convirtiéndose en un verdadero apóstol de la Salud Pública.

Hoy la prestigiosa Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, acaba de crear el Centro para la Salud y la Felicidad como parte de su Facultad de Medicina, expresando en su acto inaugural que el concepto de salud no puede ser únicamente entendido como la ausencia de la enfermedad, sino que es necesario investigar por qué en el mundo existen tantas personas que, sin estar enfermas, no encuentran un sentido a su vida. El estrés y el sufrimiento en el mundo globalizado se han convertido en una verdadera epidemia por lo que es indispensable profundizar en todo lo que tiene que ver con el ser interior y el entendimiento mismo de la conciencia como fuente esencial de la vida.

Que los nuevos médicos rurales se contagien de la simplicidad, la generosidad y el amor incondicional de la parte más diáfana del país: el campo y sus habitantes. Que les sirva de ejemplo la entrega de un buen médico, un médico bueno, el doctor Gerardo Rubio, y la de sus 83 compañeros. (O)