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El Telégrafo
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Padres anónimos que donaron su semen

La donación es considerada un acto voluntario, mediante el cual un hombre dona sus gametos para que una mujer quede embarazada.
La donación es considerada un acto voluntario, mediante el cual un hombre dona sus gametos para que una mujer quede embarazada.
14 de junio de 2015 - 00:00

¿Son padres los hombres que se convierten en donantes de semen? ¿Tienen derecho a exigir la paternidad? ¿Qué ocurre con las responsabilidades legales? ¿Pueden sus hijos conocerlos?

Frente a estas y otras preguntas, los especialistas en reproducción asistida tienen solo una respuesta: el donante dona semen y no la paternidad. El hecho es que cada vez más mujeres acuden a un centro de reproducción asistida en busca de un donante.

En muchos países, incluido Ecuador, existen centros especializados que tienen bancos de semen. En estos laboratorios se guardan congeladas las muestras de esperma para su posterior utilización.

Estas muestras, que corresponden a donantes anónimos, son utilizadas por parejas y por mujeres solas que no tienen la posibilidad de concebir un hijo con el semen de un conocido. La selección de los donantes es muy estricta, pues tienen que cumplir varios requisitos.

Sobre este tema, el ecuatoriano Pablo Valencia, ginecólogo especialista en reproducción humana, advierte que para ser donante de semen, el candidato debe tener entre 19 y 35 años. Explica, además, que todos los posibles donantes se someten a exámenes de sangre y a evaluaciones psicológicas.

Las técnicas de fertilización asistida, como la donación de esperma, se han vuelto más frecuentes en los últimos años. Muchas mujeres recurren a esta técnica.

Valencia indica que los candidatos permanecen en cuarentena para descartar que sean portadores de enfermedades virales.

“De 30 aspirantes seleccionamos únicamente a uno. Además, su semen puede ser utilizado para 5 embarazos y no más. Siempre hay un límite”. Para deslindar cualquier responsabilidad paternal, tanto el donante como la futura madre firman una carta de consentimiento para evitar posibles conflictos legales. En Ecuador, ninguna ley prohíbe la inseminación artificial de mujeres solas. El donante es anónimo: ni la mujer que recibe la muestra ni el hombre que dona el semen pueden saber nada del otro.

¿Qué ocurre entonces si los hijos concebidos a través de esta técnica preguntan algún día por sus padres? Hace 7 años, el diario estadounidense The Washington Post, reveló la historia de Katrina Clark, una de las miles de personas nacidas en Estados Unidos por inseminación artificial.

Debido a las leyes que garantizan el anonimato al donante de semen, creció hasta los 17 años sin saber quién era su padre, lo que le provocó una crisis de identidad. Fue a partir de entonces que empezó a buscar a su padre biológico. Katrina siempre cuestionó las leyes sobre fecundación artificial, porque —según ella— se elaboraran pensando solo en los deseos de los adultos sin tener en cuenta los derechos de las personas concebidas de ese modo.

“Me molesta que todo lo relativo a la donación de gametos se centre solo en ‘los padres’, es decir, los adultos que pueden tomar decisiones sobre nuestras vidas”, afirmó ella en esa ocasión.

Para Katrina, este proceso no es simple, porque no pidieron nacer de este modo, con las limitaciones y la confusión que implica. “Es hipócrita que tanto padres como médicos supongan que a los ‘productos’ del banco de semen no les interesa conocer sus raíces biológicas, cuando es el vehemente deseo de tener descendentes biológicos lo que hace que los clientes recurran a la inseminación artificial”.

La madre de Katrina tuvo que hacer muchos sacrificios para sacar adelante a su hija. Pero las penurias que pasaron juntas las han unido mucho.

Ella le explicó a su hija, cuando aún era pequeña, que nunca había tenido un papá, sino tan solo un padre biológico”, el desconocido donante de semen. De hecho, las mujeres que recurren a este método saben que conseguirán cumplir con su anhelo de ser mamás y como no cuentan con una pareja, saben que deberán llevar a delante la crianza de su hijo solas.

A Katrina, al principio, no le importaba no tener un padre, pero años después comenzó a soñar con un hombre alto y cariñoso que estaba encantado con su hija.

Katrina empezó a investigar el banco de esperma de Virginia, en Estados Unidos, donde su madre fue inseminada.

Con la limitada información que tenía su madre sobre el donante efectuó más investigaciones. Al cabo de un mes de búsquedas en Internet, encontró un donante que podía ser su padre y que aceptó hacerse una prueba de ADN.

Los resultados confirmaron que era su padre biológico. Cuando supo quién era, su vida cambió, porque conoció sus raíces y comenzó a frecuentar a su padre.

La psicóloga Margareth Bornniatti, especializada en Brasil, advierte que lo mejor que una madre puede hacer es contarle todo a su hijo e hija, porque, este en algún momento le preguntará sobre su padre.

Borniatti explica que es importante el entorno que rodea a los hijos. Si bien la figura paterna no puede ser suplida, la participación de los seres queridos, como abuelos y tíos, es fundamental. (AR)

‘Padres’

Los donantes no pueden padecer ninguna enfermedad de transmisión sexual.

Se considera padre a quien se encarga de criar al niño y no a quien solo aporta con la información genética.

Es muy frecuente escuchar a las madres decirles a sus hijos que no tienen papá, porque murió o está de viaje. Siempre será mejor decirles la verdad.

Otra de las preocupaciones es que al pasar algunos años, el donante pida ejercer ciertos derechos sobre el niño. El miedo reside en que el donante de semen reclame la paternidad del niño.

En Europa, el donante rescinde de todos los derechos y obligaciones sobre su hijo o hija, con el propósito de brindar seguridad a todas las partes.

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