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‘No se nace hombre, se hace hombre en la marcha’

‘No se nace hombre, se hace hombre en la marcha’
15 de junio de 2014 - 00:00

Una de las prerrogativas de los hombres es no preocuparse por el cuidado. Esta es una tarea que, cultural e históricamente, se asignó a las mujeres. El hombre nace con una sola obligación: la virilidad, demostrar su virilidad.

Ellos deben cumplir ciertas características para no poner en duda su masculinidad, como: ser mujeriego, pendenciero, mandar en la casa y esperar que le sirvan la comida, entre otras. Es así que el cuidado le ha sido negado y otorgado solo a las mujeres, porque ellas tienen la capacidad de velar por los hijos. El hombre no está construido cultural ni psicológicamente para preocuparse por la vida de las otras personas.

Entonces, ¿para qué queremos que esté el padre en el hogar? Puedo decir que la preocupación por el cuidado es importante, algo que no les han dejado y que muchos lo quieren recuperar. Pero el padre, al igual que la madre, quien también está ahí para contribuir con el orden patriarcal perdure: perpetúan los mismos roles, la misma dinámica de exclusión y subordinación, ambos le da al bebé todo un mundo celeste que después deviene en entregarle armas de guerra para que juegue, darle una pelota y enseñarle a competir, darle guantes de box y prepararle para cortejar y apropiarse de la mujer.

Esta es una cuestión de roles culturales que deben cambiar. Las nuevas masculinidades o masculinidades disidentes deben estar comprometidas —entre otras cosas— con la superación de violencia de género y la inequidad en la jerarquía de poder, de lo contrario no se puede hablar de nuevas masculinidades. Actualmente se podría mencionar una remoción, una renovación de las masculinidades tradicionales.

Las condiciones actuales de la sociedad, un poco empujadas por los movimientos feministas, han hecho que algunos de los roles estén cuestionados. Los permisos por paternidad son una medida que ayuda a posibilitar un cambio en estos papeles tradicionales, pero no es la única. Insisto, los hombres no están preparados para el cuidado, ‘a nosotros nos tienen que cuidar’. ‘Nosotros nos hacemos los tontitos, llegamos a la casa, no tendemos la cama, no cogemos nuestros alimentos, somos callados y exigimos a los demás que nos entiendan, en nuestras relaciones de pareja somos un muro’. Hacen eso porque tienen metido en la cabeza que son impunes, que no deben rendir cuentas a nadie.

El cambio de las masculinidades, la posibilidad hipotética de hablar de nuevas masculinidades, la apertura hacia un registro de masculinidades emancipatorias, debe estar comprometida con la liberación de las mujeres, de lo contrario los hombres vamos a hacer lo que hacen en Estados Unidos, juntarnos e irnos al bosque para recuperar nuestra masculinidad perdida por efecto de esta lucha de las mujeres.

Aunque hay 10 o más días de permiso de paternidad, son necesarios cambios culturales, cambios en los roles. El acercamiento al cuidado de los hijos tiene que ser en calidad no en cantidad.

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