¡Te amo!, le gritaban las fans más comedidas; ¡Papito!, clamaban las más decididas, mientras con el pasar de la noche el vocabulario iba perdiendo sutileza. Ellos, aplaudían y de vez en cuando meneaban la cadera, mientras cantaban. Pero todos al final, en unísono exclamaron un “olé...olé...olé...olé, Bosé...Bosé”.

Ese fue el resultado de una noche en el que el intérprete español, Miguel Bosé, devoró al público guayaquileño que cayó rendido a sus melodías, letras, ademanes y una puesta escénica que combinó la sobriedad del blanco con un juego de luces multicolores con un fondo de imágenes tridimensionales.

‘Amo’, ‘Encanto’ y ‘Libre ya de amores’ fueron los temas que escogió el cantante para abrir la gira latinoamericana que lo llevará por varios países bajo el nombre de ‘Amo Tour’.

Bosé ha sabido reinventarse con el paso del tiempo. Nada nuevo entre artistas de primer orden, que saben mantener sus canciones en plena vigencia y también seguir introduciendo nuevas apuestas, ya sea a nivel discográfico o preparando show como el que ofreció en el Centro de Convenciones Simón Bolívar, el jueves pasado.

En este concierto, el cantante de 59 años combinó sus etapas musicales con una escenografía vanguardista que incluyó un peculiar vestuario a través de la moda ibicenca reflejado en un blanco impoluto, cejas omitidas y ojos maquillados que él y sus acompañantes lucieron sobre el escenario, dándole un toque místico a la noche.

Bosé retrocedió en el tiempo al interpretar ‘Hijo del capitán trueno’, uno de sus éxitos del disco Sereno (2001) y luego viajó más atrás en el tiempo para cantar ‘Salamandra’ y Nena, temas de 1986.

En escena Bosé sigue siendo el mismo seductor y provocador que el mundo conoció en 1975, aunque sus ademanes no son tan efervescentes como entonces. Ahora son más reposados, amagando braceos a manera de los sobrios movimientos del Tai Chi, en medio de cuatro estructuras rectangulares móviles que servían de pantalla de proyección.

Papito, como lo llaman al artista, cantó temas como ‘Aire Soy’, ‘Horizonte de las estrellas’, ‘Solo así’, ‘Te comería al corazón’, acompañado de varias imágenes de bosques, formas onduladas y lineales que llenaban el escenario de color que contrastaba con la uniformidad del blanco.

Pero al cantar Sevilla, una de las imágenes que más llamó la atención fue ver el rostro del cantante sobrepuesto en la imagen de la virgen María con el niño Jesús en brazos.

El éxtasis siguió con una generosa sesión de éxitos como Si tú no vuelves, Nada particular, Partisano, Como un lobo y Morena Mía, entre las cuales introdujo temas pocos conocidos como ‘Tú mi salvación’, ‘Dame argumentos’ y ‘Sí se puede’, con el que se despidió del escenario.

De pronto retumbó el típico “Oootra, oootra” y Bosé no se hizo esperar y subió nuevamente para cantar ‘Qué no hay’, ‘Bambú’ y ‘Amante bandido’, con el que dejó a muy pocos sentados.

Los flashes de los celulares, los gritos, aplausos y el retumbar de la batería se apoderaron del recinto, en medio de la prolongada porra que repetía una y otra vez, ““olé...olé...olé...olé, Bosé...Bosé”, abrazando al artista que se paró en medio del escenario para agradecer y acariciar un poco su ego.

El español devolvió el cariño cantando uno de los temas más románticos de su repertorio, ‘Te amaré’ y luego de despidió definitivamente con ‘Por tí’, tema del que dijo que a veces vale cometer “cualquier locura” aunque “joda la vida”. (I)