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La trinchera de Vito

No llores por mí, Argentina

No llores por mí, Argentina
11 de octubre de 2015 - 00:00 - Vito Muñoz

El jueves 8 de octubre del 2015 Ecuador escribió una de las páginas más gloriosas en la historia del deporte nacional. El hecho de ganarle en su casa al último vicecampeón del mundo y de la Copa América representa un motivo suficiente para aseverar dicho argumento. La Tricolor necesitó 2 minutos para marcar dos goles y dejar sin posibilidades a Argentina de mantener un invicto como local que duró 22 años por Eliminatorias en el Monumental (0-5 vs. Colombia).

Ecuador ha ridiculizado a Argentina en el mismísimo Monumental de Núñez. Es mejor hablar de cómo lo ha hecho y no enfocarnos en el resultado. Gustavo Quinteros creyó en su filosofía de juego y fue a disputar un encuentro de igual a igual en una de las canchas más difíciles del continente. Incomodó al local con presiones altas y con un planteo desde las características de los futbolistas que alineó, súper ofensivo. Ubicó en la contención a dos jugadores de corte creativo como Pedro Quiñónez y Christian Noboa, lo que sorprendió a muchos, ya que con esa decisión quizá perdía algo de solidez defensiva al no contar con un mediocentro más posicional como sí lo es Segundo Castillo.

Su lectura del partido ha sido brillante. Supo bloquear todos los intentos del local y neutralizó cada ataque de los del “Tata” gracias a la buena elección de funciones que delegó en el campo. Javier Pastore, el argentino más resolutivo en la elaboración, pocas veces pudo tener espacios para crear acciones de peligro; sus compañeros lo sentían y los ataques de la Albiceleste carecían de sentido. El ex DT de Emelec dio libertades a Montero y Valencia para que se sientan cómodos y mantengan incómodos a los laterales argentinos. Emanuel Más y Facundo Roncaglia posiblemente no tengan el sueño ligero durante las próximas semanas. Sufrieron lo indeseable ante “La Turbina” y “El Tren”, que fueron, por mucho, los hombres del cotejo.

Antonio Valencia merece unas líneas, sí. Muchos lo criticaron en el último año por su actuación en la Copa del Mundo y aseguraron que no era un jugador digno de estar en el combinado nacional. En Buenos Aires él fue la estrella, se robó el show. Hizo todo bien. Hizo jugar al resto y no solo fue útil desde el juego, sino también desde lo emocional. Difícilmente alguien podrá olvidar lo que ha hecho esa noche en el Monumental; ni ecuatorianos y menos argentinos. No hay que discutirlo, hay que disfrutarlo.

Creer. Esa es la gran enseñanza que dejó Gustavo Quinteros el jueves a todos los ecuatorianos. Creer que es posible ganarle a una de las selecciones más potentes del mundo con su gente y haciéndolo bien. Mereciéndolo. Argentina sufrió el partido, Ecuador lo disfrutó. Rusia está lejos, pero la mentalidad del futbolista ecuatoriano hace pensar que Moscú puede estar cerca. ¡Siempre se podrá!  (O)

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