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El Telégrafo

En la Casa de la Selección se vivió otro partido

Los trabajadores de la Casa de la Selección se lamentan cuando Bruno Valdez marcó el primer gol paraguayo.
Los trabajadores de la Casa de la Selección se lamentan cuando Bruno Valdez marcó el primer gol paraguayo.
Fotos: Álvaro Pérez / El Telégrafo
25 de marzo de 2017 - 00:00 - Andrés Granizo

La tristeza de la derrota de Ecuador ante Paraguay en Asunción, la noche del jueves, se extendió a la Casa de la Selección en Quito, a más de 5.000 kilómetros. Con un poco más de tranquilidad, con el lugar sin el ajetreo que representa atender a los seleccionados, los trabajadores de la concentración ecuatoriana se dieron tiempo para ver el partido que se jugó en el Defensores del Chaco.

En el lugar laboran unas 20 personas, que trabajan a doble jornada cuando es tiempo de eliminatorias. A pesar de que la ‘Tri’ estaba en Paraguay, en el lugar los quehaceres no se detienen, pues deben tener todo listo para cuando la delegación arribe a la capital.  

El comedor es el lugar elegido para ver el compromiso. Uno a uno entran al lugar, como si de los propios seleccionados se tratara; lucen los mismos uniformes: un calentador azul marino, en unos casos y otros visten un azul eléctrico. El más entusiasta es Juan Méndez, quien contó que no tiene un cargo fijo, pues hace de todo y no ocultó su emoción de trabajar cerca de lo que lo apasiona, el fútbol.

‘Juanelo’, como lo llaman los futbolistas y sus compañeros, encendió los seis televisores que hay en el lugar y sintonizó el canal que transmitió el partido. Solo en un aparato  cambió a la estación que pasó el duelo entre argentinos y chilenos en Buenos Aires, a la misma hora, “para ver a Lionel Messi”.  

Apenas suena el himno, Méndez les pide ponerse de pie. José Luis Sánchez, otro de los trabajadores, repartió botellas con agua, y tomaron posición en una de las mesas. Con tantos televisores encendidos, la vista se distrae y no atinaron en cuál de ellos centrarse.  

Con el pitazo inicial de José Argote, Méndez da un golpe en la mesa que sacude a todos los presentes y los pone más atentos. “¡Vamos, que hoy ganamos!”, vociferó y saltó de su asiento; no podía quedarse quieto, a pesar de que los primeros minutos transcurrieron sin apremios para el arco nacional.

Antes de los 10 minutos de juego, un gran grupo de trabajadores debía abandonar la Casa de la Selección. La planificación establecía que ayer debían estar activados desde las 04:00, debido a que la plantilla ecuatoriana llegaba a las 05:00. La orden era que vayan a descansar a sus hogares, para que retornen a recibir al equipo a primera hora.  

Unos debían desplazarse al aeropuerto Mariscal Sucre para ayudar a la delegación con viajó a Asunción con todos los bultos de utilería y demás accesorios, mientras que otros alistaban los últimos detalles en el ‘búnker’ de la Tricolor.

Talvez fue como un presagio, porque dejaron las instalaciones justo en el momento en el que Paraguay se adelantó en el marcador, con gol de Bruno Valdez. Las caras largas y las manos sobre la cabeza fueron casi coreográficas y enseguida trataron de entender la jugada en las repeticiones que ofrecía la televisión.

El optimismo se mantuvo, pese a que a la ‘Tri’ le costó acercarse con peligrosidad al arco rival. Sin embargo, ninguno podía estar 100% enfocado en el partido, porque habían cosas por hacer aún en el sitio. Si bien la mayor parte de sus tareas estaban cumplidas, siempre hay cosas por concluir. La intención es tener todo perfecto para cuando los 24 seleccionados y el cuerpo técnico arriben a la capital.

“Aquí el trabajo no para. Son las 07:00 cuando se empieza y sin darse uno cuenta ya son las 17:00. Debemos tener todo listo para atender a la selección y que las condiciones sean las ideales para que estén concentrados en el próximo partido”, señaló Javier Medina, asistente administrativo.

En un respiro, Sánchez sube a la primera planta para revisar que las habitaciones que acogerán a los futbolistas estén en orden. También acude a la del entrenador Gustavo Quinteros, la más grande de las 35 existentes. El argentino tiene una sala pequeña en la que se suele reunir con el resto de su cuerpo técnico para analizar los cotejos, los rivales o discutir la formación con una pizarra blanca que tiene delineado el campo de juego.

Según contó Sánchez, que trabaja con la selección desde 2003 cuando se entrenaba en Parcayacu, Quinteros no hizo ninguna solicitud especial. Solo pidió que el vidrio sea doble porque tiene el sueño muy ligero y cualquier ruido lo despierta.

Recorre los pasillos y comenta que las áreas comunales lucían vacías, pero con la llegada de este cuerpo técnico y la afición a la fotografía del preparador físico Rodrigo Figueroa, eso cambió.

El profesional toma fotografías de cada momento y partido de la selección y ahora adornan las paredes. Un banderín del rival de turno y una instantánea de cada cotejo forman un cuadro, que suman más de 10, al menos en el primer piso.

Con la tarea cumplida, Sánchez se reintegró a sus compañeros en el comedor y el panorama no había cambiado. El primer tiempo estaba por terminar y se enteró de que Christian Noboa y Miller Bolaños fueron amonestados; con ello sabía que ambos no jugarán el martes contra Colombia en el Atahualpa al acumular dos amarillas.

El entretiempo es propicio para relajarse de la tensión. La niebla cobija el sector de Monteolivo y a pesar del frío, ‘Juanelo’ decide salir. El primo de Édison Méndez, exseleccionado, labora hace nueve años con la Federación Ecuatoriana de Fútbol y mantiene una gran relación con la mayoría de convocados.

Uno de los mejores recuerdos que guarda fue la posibilidad de participar en un comercial de una bebida antes del Mundial de Brasil 2014. “A mí me trajeron la Copa del Mundo, no sé si la original o la réplica, antes que al presidente Rafael Correa”, cuenta -en tono de broma- sobre aquella producción publicitaria.

En ese momento llegó el administrador del lugar, Jorge Zea, con unos insumos. Los operarios salen a ayudar a trasladar ese último cargamento y con todo en orden se reúnen nuevamente frente al televisor. El ánimo está intacto y esperan una respuesta positiva de los seleccionados para la segunda mitad.

El segundo tanto ‘guaraní’ llegó como una sentencia. El silencio invade la sala y solo se escucha el amargo grito de gol del comentarista, que se multiplica en todas las televisiones.

“¡Mano!”, gritó con énfasis Juan Pijuango, otro de los operarios de la Casa de la Selección, en la acción de Antonio Valencia que terminó con el gol de Felipe Caicedo desde el punto penal. A él lo suelen molestar por su parecido físico con Figueroa, pues ambos tienen la cabeza rapada.

El gol ecuatoriano alimentó las esperanzas de soñar con una remontada, que se alejó con el pasar del tiempo. En los últimos minutos acomodaron las sillas del comedor; el trabajo de los seleccionados terminó en Asunción, pero el de ellos apenas empezaba en Quito. (I)

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