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El Telégrafo

Un acuerdo histórico de paz en Ucrania sin EE.UU.

15 de febrero de 2015

Quizá la ‘perturbación política’ interna nos impide ver que estuvimos al borde de una guerra de proporciones mundiales y en la que EE.UU. protagonizó un papel preponderante, no a favor de evitarla, sino todo lo contrario.

La desmilitarización y el cese de hostilidades, que se inicia hoy en Ucrania, genera un hondo respiro para la humanidad y, sobre todo, constituye un duro castigo a esas fuerzas armamentistas que buscan inflar sus negocios bajo argumentos ‘patrióticos’ deleznables.

El acuerdo alcanzado en Minsk, el jueves pasado, contiene 13 puntos. Revisados uno por uno, a la distancia de cualquier pasión o bando, significan un duro golpe a EE.UU. y un triunfo político de Rusia, sin ninguna duda.

Hay que decirlo sin temor: no es lo mismo apoyar, financiar o participar de una guerra fuera de las fronteras europeas, que estar a pocos kilómetros y sentir que todo lo superado tras la Segunda Guerra Mundial pueda irse al tacho de basura. Solo ahí se entiende la urgencia y hasta desesperación de Francia y Alemania para frenar a esos grupos guerreristas.

Ahora bien, tras el acuerdo, como lo reconocen Putin y Poroshenko, si bien su concreción fue difícil (con decenas de tazas de café de por medio), su implementación tampoco será tan fácil. Hay varios elementos en disputa, pero uno en particular es vital: impedir que se alimente de armas y municiones a los grupos enfrentados. Con eso ya es bastante y, de hecho, vital.

Y hay otro elemento medular que definirá hasta dónde se puede considerar la opción de una paz duradera: la reforma constitucional para la ‘descentralización’ de las regiones de Donetsk y Lugansk. Con eso se avanzaría muchísimo en la distensión de varios temas que han dado origen a la violencia local.

De todos modos, para el mundo entero el acuerdo de Minsk marca un hito en la geopolítica y señala, una vez más, el declive de la hegemonía de EE.UU. en todos estos asuntos. Obviamente, el rol de Alemania y Francia, como si quisieran recuperar su prestigio en el planeta, dice mucho también del estilo de Barack Obama ante la presión de la industria militar y de los aparatos de seguridad que son, para muchos, el verdadero poder en ese país americano y el mundo.

Además se entiende que tras la firma del acuerdo el FMI haya dado luz verde para un crédito por 17 mil millones de dólares para Ucrania. Con ese dinero se puede activar la economía, paliar los daños y generar empleo. Por supuesto, eso jamás recuperará las más de cinco mil vidas perdidas en este, a veces, incomprensible conflicto.

Ucrania, por su tamaño, ubicación y riqueza, no es cualquier país, además desde siempre ha tenido y sido un factor gravitante en esa zona del planeta. De ahí que la humanidad, desde hoy, si se aplica con rigor el acuerdo, podrá respirar con calma y aspirar a que en adelante no estemos pendientes de una conflagración calamitosa.

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