Cada vez queda más claro: las sugerencias de ciertos consultores contratados por Chevron se concretan para viabilizar el proyecto político de desprestigio contra el Ecuador en absoluta coordinación entre algunos medios, portales, ONG y periodistas.
Lo más burdo es lo que hace Emilio Palacio. Su carácter y postura política lo revelan en su plenitud, pero hay otros que se ocultan con suma prudencia haciendo el mismo trabajo y cobrando con mayor recelo. Lo mismo hacen esas ONG que arriendan oficinas y son vecinas de los portales web en el edificio de un gremio de periodistas.
Ya no lo dice el gobierno ecuatoriano, ahora lo denuncian medios extranjeros, aparte de lo que ya han manifestado activistas de derechos humanos y ecologistas de EE.UU. ¿Qué dicen? Hay una estrategia para desinformar, desprestigiar y boicotear. ¿Por qué? Esa transnacional no quiere pagar por el daño ocasionado en la Amazonía por el derrame de millones de barriles de petróleo durante varios años. Las caricaturas, los editoriales o las supuestas denuncias, actos políticos inequívocamente, no nacen exclusivamente del anhelo de defender la libertad de expresión. Está más claro que nunca que hay dinero, intereses, corporaciones y, sobre todo, una bien montada estrategia para sostener la hegemonía política y de ese modo garantizar los negocios privados con la anuencia de estados y gobiernos sometidos.
Lo paradójico de todo esto es que esos periodistas y medios asumen su tarea como una actitud liberal, democrática y absolutamente patriótica, cuando en realidad defienden el mejor de los negocios, de donde nacen portales web, ONG y algunos activistas ecológicos.
Entonces cuando vemos a supuestos analistas y periodistas, como el argentino Ezequiel Vázquez Ger, sorpresivamente, muy preocupados por Ecuador, como nunca lo han hecho en su vida, llegamos a la conclusión de que no se sienten así por voluntad patriótica o interés público, como dicen sus acólitos en nuestro país. De hecho, lo que él dice, concuerda y se coordina en las agendas diarias de ciertos medios, en sus editoriales y reportajes.
¿No fue acaso un indicio ese astuto proyecto de hacer una agencia de noticias con sede en Panamá para lo cual buscaron auspicios y el apoyo de personalidades? ¿No estuvo ahí revelada la estrategia para trabajar coordinadamente bajo financiamiento poco transparente y desde entidades nada inocentes?
La evidencia de que esa estrategia está bien montada también pasa por la creación de cuentas y blogs.
Basta ver cómo trabajan a diario en las redes sociales empujados por ciudadanos inconformes con los cambios ocurridos en el país. Y son ellos, precisamente ellos, quienes reclaman transparencia y jamás dicen de dónde salen sus sueldos ni cómo financian sus webs, portales y ONG.
