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El Telégrafo

Iglesia católica y el abuso sexual

02 de septiembre de 2018

El abuso sexual a menores es un delito execrable y punible de acuerdo con el código penal. A pesar de que esta aberración ha existido siempre, es cada vez mayor su notoriedad a instancias de la Iglesia católica.

La pedofilia es el término que identifica a un trastorno psiquiátrico por el que, quien lo padece, siente atracción sexual hacia personas preadolescentes y tiende a abusar sexualmente de ellas. Habitualmente están al acecho y sus víctimas suelen ser ajenas a su entorno.

Sin embargo, no todos los pedófilos son abusadores de niños. Por otro lado, la mayoría de abusadores sexuales no son pedófilos sino personas que, sin tener una anomalía psiquiátrica, por distintas circunstancias predisponentes, incurren en la conducta nefasta de abusar sexualmente a niños.

Los abusadores no pedófilos suelen abusar de niños que están en su entorno familiar o laboral. Una de varias de las condiciones predisponentes para el abuso sexual infantil es la de carecer de una pareja sexual adulta y, obviamente, esta sería la situación que favorecería la posibilidad de cometer este delito por parte de los individuos célibes.

En el gran balance de su actuación, la Iglesia católica ha hecho más de bueno que de malo en los últimos doscientos años y por ello, ante la grave exposición que ha tenido esta, por la prensa mundial, por los abusos sexuales a niños en diversos países del mundo, han surgido defensores de la Iglesia para apuntar que su influjo positivo en el mundo ha sido mayor que sus debilidades.

Evidentemente todo lo bueno que se ha hecho, de ninguna manera es suficiente para soslayar la monumental gravedad del delito sexual contra los niños. Es hora de que la Iglesia católica, requerida de transformaciones, que han sido insuficientes, asuma decididamente aquello que muchísima gente piensa que es una necesidad real: el suprimir el celibato para los sacerdotes. Se puede servir mejor a Dios y a la sociedad sin celibato. (O)

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