La narrativa y el periodismo de Gabriel García Márquez invadió, con ternura, pasión y sabiduría, desde la mitad del siglo pasado hasta este presente a todas la latitudes del pensamiento y del arte.
Con su desaparición física se abre un hondo vacío. Por siempre lo tendremos como un referente de esa calidad novelística y de ese oficio periodístico hipersensibles.
De su pluma y corazón nacieron mundos maravillosos que nos acompañan en nuestras conversaciones y en nuestras ilusiones. Para América Latina, además, fue uno de los luchadores a favor de las causas más nobles para la transformación social.
Su nombre y acción están ligados a lo más esencial de nuestras identidades y de nuestras rebeldías. Millones de hombres y mujeres le agradecemos ser parte de nuestras vidas.