Los periódicos en el mundo han perdido credibilidad por no definir sus límites entre negocio, política y periodismo. Se conciben (sobre todo los privados) como libres e independientes de todo poder, pero eso es absolutamente falso. Al contrario, se han convertido en diarios-militantes.
Se olvidan del rol de mediadores sociales con responsabilidad pública. Dejan de lado temas de interés ciudadano para colocar únicamente la agenda opositora a un poder político e ‘ignoran’ los errores de sus aliados y auspiciantes. ¿Un alcalde en mora patronal no es noticia?
Y en Ecuador su ‘anticorreísmo’ impide informar y reconocer a un país que crece y mejora en casi todas sus cifras económicas, sociales y culturales. Y por eso no publican en sus páginas los reconocimientos internacionales de su presidente.