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El Telégrafo

El poder de una consulta popular y de la política real

17 de agosto de 2014

Las últimas semanas han sido prolíficas en la ‘reflexión’ política. Sí, entre comillas. ¿Por qué? Quizá porque no hay suficiente y sustentada reflexión. Prima la reacción y hasta la irreflexión.

La política es una pasión y un complejo sistema de subjetividades, como también una ciencia con sus lógicas y racionalidades. Y por lo mismo a la hora de analizar los discursos, posturas y tesis sobre la necesidad de una consulta popular hay algunas evidencias de que no se está precisamente hablando de política real sino de intereses y posturas electoralistas.

Algunos actores políticos han colocado la vara muy alta: las enmiendas constitucionales “ponen en peligro la democracia”. Así, como si nada. Parecería que el dramatismo ubica este tema como el cataclismo y por lo tanto no hay reflexión racional, solo pasión y subjetividad pura.

Nadie niega la necesidad de un debate y hasta una disputa sobre un tema complejo como una consulta popular y, por supuesto, de una reforma y/o enmienda constitucional. Lo de fondo es otra cosa, para no dejar por fuera la política como ese escenario para la búsqueda de soluciones de los problemas esenciales de la gente y, cómo no, las disputas de poder.

¿Qué temas deben ponerse en una consulta? ¿Para qué sirve una presencia colectiva en las urnas para tomar decisiones nacionales? ¿Hasta dónde la reelección de las autoridades nacidas del sufragio popular es un hecho trascendental que requiera de una modificación de la Constitución vía enmienda, consulta popular o reforma legislativa?

Por lo que dice la oposición política hay un sinnúmero de temas que no necesariamente pasa por una consulta popular. Sus argumentos los desdice. ¿La dolarización está en tal riesgo que se requiere una consulta para que se incluya en la Constitución como moneda nacional la de EE.UU.?

Ahora bien, la reelección presidencial es lo que inquieta a la oposición política y ha hecho del tema su punta de lanza. Y es cierto que el tema es complejo y polémico. Todo lo demás son artificios y utilitarismos innecesarios. Al contrario, la oposición solo señala una arista del tema: esa decisión afecta la democracia, genera otro sistema político e impide la participación. No dice que el sufragio define incluso la continuidad y la alternancia.

La política real debe ser para resolver los problemas de fondo de la gente y garantizar los derechos de la ciudadanía. De ahí que ubicar como un supuesto grave problema la posibilidad de la reelección aleja del debate otros asuntos que sí requieren de un mayor nivel de debate y argumentos de hondo contenido social. Ojalá se eleve la calidad de debate para usar una herramienta democrática tan significativa como una consulta popular, de modo que se coloquen asuntos y temas medulares para decidir colectivamente.

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