En vísperas del Día Mundial del Refugiado, que se conmemora hoy, la dependencia de la ONU encargada del tema calculó que el 1% de la población mundial (unas 79,5 millones de personas) se ha visto obligado a abandonar su hogar de manera forzosa por conflictos, violencia o persecuciones.
La ola de migrantes provenientes de Siria y otras zonas de Oriente Medio ha abarrotado los puertos europeos del Mediterráneo en los últimos años. Decenas de miles de centroamericanos golpean las puertas de EE.UU. a la espera de que el Gobierno de ese país les permita entrar. En tanto que Ecuador, Panamá, Colombia, Perú y Chile han sido el destino de millones de venezolanos autoexiliados para escapar de la crisis social y económica en la que sumieron a su país los gobiernos de corte bolivariano-chavista.
En algunos casos, como el de los migrantes de Oriente Medio y los de América Central, el acceso a los destinos que han elegido se torna difícil por las trabas que ponen las naciones acogientes, e incluso por las que deben pasar, en sus viajes. En otros, como ha ocurrido con los venezolanos en América del Sur, han tenido mejor acogida, quizás por los lazos idiomáticos e históricos que unen a su patria con las nuestras.
Sin embargo, todos esos desplazamientos tienen en común el riesgo al que se someten sus protagonistas pues están expuestos a mafias delincuenciales que les roban, estafan e incluso los obligan a prostituirse o a actuar como mulas del narcotráfico, entre otros peligros.
Ecuador siempre ha sido un espacio en el que los extranjeros han sido bien recibidos. En las últimas décadas, el país se ha convertido en el hogar de cientos de miles de chilenos, colombianos, cubanos y, en la actualidad, venezolanos. En el caso de esta última ola migratoria, Ecuador ha acogido a unos 350 mil extranjeros de esa nacionalidad.
Para atender a esa población, el Estado invirtió $ 45 millones en salud y $ 37 millones en educación el año pasado. Sin duda, una dura carga que la crisis desatada por el covid-19 ha vuelto aún más pesada y que requiere la ayuda internacional para soportarla. (O)
