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El Telégrafo

América respalda tesis y principios de un país soberano

26 de agosto de 2012

La resolución aprobada por 34 países de nuestro continente sienta un hito  trascendente. Aunque no constituya motivo de amplios titulares de la prensa comercial (porque para ella la soberanía no va de la mano con el mercado, seguramente), el acontecimiento sí fue razón de portadas y amplios comentarios en la prensa mundial, en particular de los países involucrados en este “conflicto” por el asilo del ciudadano australiano Julian Assange.

Y en esa resolución hay dos elementos dignos de análisis: el llamado al diálogo entre Ecuador y Gran Bretaña y la reafirmación de que los principios internacionales jamás permitirán una agresión a una sede diplomática en territorio de ningún otro país.

Sobre el primero,  el Gobierno inglés debe ponerle la mayor atención  y tramitar, en el plazo más prudente, el salvoconducto para que Assange pueda salir de la embajada ecuatoriana. No puede ser un capricho o una herramienta de chantaje de ninguna naturaleza. Si Londres se adscribe a la defensa de los derechos humanos como una bandera enorme y sagrada, no puede dudar de esa decisión, porque -además- Suecia se ha negado, inexplicablemente, a tomar las declaraciones del fundador de WikiLeaks, como sí lo ha hecho en otros casos, fuera de su territorio.

Por lo mismo, la resolución de la OEA, que no podía someterse a la posición de EE.UU. ni a quienes le acolitaron en la sesión del viernes pasado, como Canadá y Panamá, deja muy en claro que no hay ni un solo motivo para proferir amenazas, aunque estas se camuflen con un lenguaje aparentemente formal y diplomático.

Es un espaldarazo al Ecuador y revela una nueva condición histórica para América Latina: ya no somos una región que se somete a ningún imperio, hemos empezado a hablar con voz propia y a tomar decisiones soberanas, porque nuestra autodeterminación ya no es solo un eslogan.

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