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Varios se niegan a ir a los albergues por temor a perder sus enseres

Los vecinos del barrio Buenos Aires, en Manta, piden asistencia psicológica

Los vecinos del barrio Buenos Aires, en Manta, piden asistencia psicológica
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégrafo
21 de mayo de 2016 - 00:00 - Redaccion Economía

La vida de Nuri Saltos no es la misma. Solo basta mencionar el tema de su sector y sus ojos se llenan de lágrimas. Mientras camina por el barrio Buenos Aires, en la parroquia Tarqui, de Manta, surge angustia e impotencia de ver varias casas convertidas en escombros de lo que fue un sector “bien  activo” como ella define y que tuvo que dejar. Allí vivió por 14 años.

Abre su mano y señala al fondo: “Así quedó el barrio desde el terremoto del 16 de abril, era espeluznante. Parecía como una guerra”. Ella está nerviosa aún más con las réplicas del pasado miércoles y la más reciente ocurrida la mañana de ayer.

Otro barrio en Manta afectado por el sismo de abril es el 2 de Agosto Alto de la parroquia Eloy Alfaro. Aquí hay familias que aún duermen en los portales, pese a la insistencia de las autoridades de que se muden a los albergues donde tienen atención de salud, psicológica y servicios básicos.

Jaime Cedeño, quien vivía en el callejón Divino Niño, del barrio Buenos Aires, dice que entre 30 a 40 casas colapsaron. Tenían entre tres y cuatro pisos. “El barrio fue uno de los fundadores de Tarqui. Ya en 1947 había gente con una gran historia; además, aquí se realizaban las tradicionales olimpiadas montuvias del 1 de enero”.

Este habitante se ha unido a otros 20 amigos de la generación del 70 (entre ellos: Luis Delgado, César Pico, Carlos Moreira, Pancho Parrales, César Alvarado, John Martínez, Kiko Moreira, Gustavo Cedeño y José García). Ellos consideran que lo primero que requiere el barrio es apoyo psicológico, para volver a una vida común, a la actividad normal del sector. “Necesitamos brigadas de profesionales para que ayuden a las personas que siguen con temor”.

Mientras avanza por las calles de su sector, menciona que el 85% está destruido. “Me atrevería a decir que es el más afectado de Manta. Aquí había negocios, como tiendas, distribuidoras de productos masivos, talleres y tercenas”.

Este mismo grupo de amigos, que en la noche del 16 de abril se convirtió en rescatista sacando a gente atrapada en escombros, entre ellos dos niños y una embarazada, está armando un contingente para señalizar el sector y ubicar la frase ‘Vamos a reconstruir’. Hacen gestiones para conseguir carpas.

El 16 de abril fallecieron en el lugar dos personas: Blanca Triviño y su hijo. Otras siete personas murieron en la zona cero de la parroquia. Jhonny Santana, vástago de Blanca, agradece a todos sus vecinos  que rescataron a seis sobrevivientes de entre los escombros. Asimismo, a las personas que no se han olvidado de que el sector necesita ayuda. Ayer el prefecto Mariano Zambrano envió agua a los habitantes.

Ecuador Carreño, otro vecino del sector, observa todo lo que dejó el terremoto y se desmoraliza porque no sabe cuándo Buenos Aires volverá a ser el mismo. En el sector 2 de Agosto Alto, cuando llega la noche, los habitantes regresan a dormir en las veredas.

Ismael Zambrano lleva tres décadas desde que se formó en el barrio y es uno de los que prefiere dormir al filo de la calle, como lo hace desde el 16 de abril. Ese día el terremoto destruyó el 50% de las viviendas que allí se levantan. En el sector aún se notan las secuelas del sismo.

Al frente de las viviendas hay escombros que no han sido retirados. “Fue terrible. Nunca pensé en que íbamos a pasar por esto”.   

Zambrano espera que personal encargado de las verificaciones de viviendas lleguen al sitio. Mientras avanza y se une a su recorrido, Jorge Suárez dice que lo más importante fue que en el sector no se perdieron vidas ni hubo heridos.

Al frente en un antiguo coliseo de gallos se asientan 6 familias. Allí han ubicado colchones. África Barberán es una de las personas que permanece en el espacio. Por ratos camina hasta su casa para ver cómo está. Dice que el tiempo no ha curado los nervios y los episodios que vivieron el 16 de abril.

Al igual que ella, otros vecinos indican que no van a los albergues porque temen dejar sus cosas y que al regresar ya no las encuentren. (I)

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