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Aprendizajes para América Latina desde la 'revolución de la producción' china

Aprendizajes para América Latina desde la 'revolución de la producción' china
19 de diciembre de 2015 - 18:31 - John Ross. Catedrático emérito en el Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China en Beijing

Hacia fines del siglo XX, Latinoamérica sufrió una catástrofe económica debido a la aplicación de políticas neoliberales. Hasta 1993 el PIB per cápita en los países latinoamericanos en desarrollo se mantuvo bajo los niveles registrados en 1981. Hacia  1998 el crecimiento anual promedio del PIB per cápita aún se mantenía en el 0.9% (usando un promedio de cinco años).

Solo posterior a la elección del presidente venezolano Hugo Chávez en 1998, seguido por una ola de líderes de izquierda, se aceleró el crecimiento económico. En 2007 el promedio de crecimiento anual del PIB per cápita, de cinco años, había alcanzado 2.8%, un aceleramiento donde se destacaban Venezuela con 5.7% y Argentina con 7.7%.

Con posterioridad a 2007, el crecimiento económico se desaceleró debido a la crisis financiera internacional. Sin embargo, se mantuvo positivo en Latinoamérica -distinto al retroceso bajo el neoliberalismo-. Es por esto que las fuerzas de derecha que triunfaron en las elecciones presidenciales de Argentina, las parlamentarias en Venezuela y las que intentan procesar a la presidenta brasileña constituyen una amenaza económica.

Si bien las fuerzas que apoyan las transiciones políticas se presentan como opciones ‘centristas’ para fines propagandísticos, las medidas económicas que implementan son netamente neoliberales. Dado que estas medidas generaron desastres económicos en distintos lugares, aparte de Latinoamérica, se torna preocupante que estas posiciones políticas vuelvan a ganar terreno en la región.

Aunque vivo en China, sigo los acontecimientos en Latinoamérica con mucha atención, y he viajado allá en distintas ocasiones, incluyendo dos veces para asistir a conferencias junto al propio presidente Chávez. Desde esta perspectiva, hay útiles observaciones que pueden hacerse mediante una comparación entre China y América Latina.

El logro más importante e histórico de los gobiernos latinoamericanos de izquierda fue su ‘revolución de la distribución’. Durante períodos previos de crecimiento económico acelerado, quienes se beneficiaban de estas ganancias eran los sectores enriquecidos de la población, mientras que otra porción de ganancias se iba al extranjero. Por otro lado, los gobiernos de izquierda aseguraron que los beneficios económicos obtenidos del crecimiento beneficiasen a la mayoría de la población.

En comparación con China, y a pesar de este gran logro, los gobiernos de izquierda no lograron establecer una ‘revolución de la producción’. Durante un período de cuatro décadas, la economía china creció por encima del 8% en promedio, dejando de ser uno de los países más pobres y convirtiéndose en una ‘economía de altos ingresos’. Esta fue la ‘revolución de la producción’ más grande de la historia.

En sentido contrario a la típica creencia estadounidense, el crecimiento chino no sucedió para el beneficio de los más ricos sino a favor de la gente común. China logró sacar a 728 millones de personas, una población superior a toda la población latinoamericana, de la pobreza según estándares del Banco Mundial.

La clave al ‘modelo chino’ es claro. Si bien cuenta con sectores públicos y privados, China no tiene una ‘economía mixta’ en el sentido occidental del término. Mientras el sector privado domina en las economías mixtas occidentales, la economía mixta china está marcada por un ‘posicionamiento dominante del sector público.’

Según las palabras de Keynes: ‘El deber de ordenar el volumen actual de inversión no puede estar seguro en manos privadas,’ es necesario apuntar hacia un ‘nivel de inversión socialmente controlado’, lo cual requiere una ‘socialización un tanto comprensiva de la inversión’.  

El ‘modelo chino’ no eliminó el sector privado sino que convirtió a la inversión estatal en su fuerza productiva principal, con el sector privado también beneficiado por el crecimiento.

Los gobiernos latinoamericanos, como en Ecuador, han iniciado este proceso. Sin embargo, aquellas economías que han logrado una ‘revolución de la distribución’ sin una ‘revolución de la producción’ han enfrentado dificultades al momento de encarar nuevos problemas en la economía global. Y esto facilita el retorno de la derecha.

Para alcanzar éxito económico, el ejemplo chino de la ‘revolución de producción’ debería acompañar a la ‘revolución de distribución’, la cual, y con justa causa, enorgullece a la izquierda latinoamericana.

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