La creación de valor compartido en toda su cadena productiva, a través de distintas estrategias, es parte del core business (actividad principal) de Arca Continental, grupo compuesto por más de 50 marcas de bebidas, lácteos, repostería, entre otros.  

Desde hace un año, Alexandra Chamba, gerente de Asuntos Públicos y Comunicaciones de la corporación, ha estado dedicada al desarrollo y ejecución de proyectos de responsabilidad social que aporten al crecimiento de los sectores que intervienen en su cadena productiva.  

El trabajo es arduo porque se trata de empoderar a todos los actores que  participarán del proyecto y la clave está en fijarse objetivos claros: cuál será el retorno social y económico, y los indicadores de evaluación.

En uno de esos proyectos —recuerda— se trabajó en el empoderamiento de 1.500 tenderos para ayudarlos a mejorar sus ventas, y una vez que concluían el curso accedían a una plataforma virtual donde registraban el cumplimiento del objetivo que se plantearon inicialmente. A la fecha  el proyecto se replicó con 6.000 tenderos más y pronto se aplicará en otros países donde opera la compañía.  

¿Cómo funciona el ‘triángulo de oro’ en estas iniciativas?
Para que una empresa esté dispuesta a invertir tiempo y dinero en una iniciativa de responsabilidad social es necesario garantizar su rentabilidad, la cual no necesariamente es económica, puede ser social a través de intangibles como el empoderamiento de las mujeres o de un agricultor. Lo importante —insiste— es desarrollar oportunidades en el entorno.

“Estamos conscientes de que no podemos ser exitosos si el entorno no lo es”, sostiene, al señalar que una  persona empoderada puede crecer y generar empleo en su comunidad.

Para sacar adelante un proyecto de ese tipo, una de las estrategias es asociarse y trabajar bajo el paraguas del “triángulo de oro” que consiste en colocar a la compañía como la cabeza  del proyecto y buscar el apoyo de entidades gubernamentales y de la sociedad civil.

Un ejemplo de ese modelo fue el proyecto de desarrollo inclusivo con ganaderos, en donde el Ministerio de Industrias y Productividad (Mipro) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) aportaron con recursos para ejecutarlo.

Arca impulsó el proyecto a través de Tonicorp como la empresa ancla, es decir, asegurando la compra de la leche a los ganaderos que estén dispuestos a invertir para mejorar su calidad. “Cuando tuvimos la intención de hacerlo, no teníamos la metodología, entonces encontramos al PNUD que ya lo había hecho en otros países. Y nos unimos al Mipro, en un ejemplo de éxito de alianza público-privada con la implementación del ‘triángulo de oro’ de la compañía”.

El problema era que a 3.000 metros de altura, en las faldas del Chimborazo, el agua está helada a las 03:00 y el ganadero no podía lavarse las manos antes de ordeñar a la vaca. Entonces el Mipro colocó un panel solar y la gente pudo lavarse las manos con agua caliente antes de la extracción de la leche. Eso les permitió ofrecer un producto apto para el consumo y Tonicorp los convirtió en sus proveedores.

El acompañamiento al ganadero fue la clave del éxito del proyecto y el modelo se replicó con los productores de papa, en donde Inalecsa es la empresa ancla. “No podemos ser existosos si los demás no lo son, no podemos crecer aislados. No puedo comprarle papas a un productor sin pensar en cómo desarrollarlo; tenemos una responsabilidad compartida de apoyar al crecimiento de nuestra cadena de valor”, explica la experta.  

¿En qué parte de la cadena de valor hay que intervenir?
Sacar un diagnóstico de toda la cadena de valor que acompaña una industria (desde atrás hacia adelante) permite determinar en dónde es necesario intervenir, por ejemplo, con los productores y los tenderos.

Pero la diferencia entre una acción aislada y un proyecto que genere valor  en la cadena productiva radica en la planificación a largo plazo. Se trata de generar encadenamiento productivo, además de inclusión social.

Y para lograrlo —apunta Chamba— no es necesario hacer grandes inversiones, un emprendedor también puede apalancarse en alianzas público-privadas, con otras empresas y  organismos internacionales que les ayuden a perfeccionar su modelo de  negocio.

Lo importante está en el compromiso de la alta dirección de la compañía o del fundador del negocio para instaurar en la cultura de la organización una propuesta de responsabilidad social que aporte al desarrollo y crecimiento de todos sus stakeholder (en el ámbito empresarial, significa ‘parte interesada’).

¿Por qué es importante la participación de los colaboradores?  
En Arca Continental Ecuador laboran alrededor de 10.000 empleados directos y ellos se involucran en las iniciativas de responsabilidad de la compañía a través de charlas, reportes y actividades concretas.

Por ejemplo, en agosto de cada año conmemoran el Día del Voluntariado, una práctica que viene desde su casa matriz en México.
Para cumplir con esa actividad, todos los colaboradores asisten con sus familias y realizan eventos destinados a mejorar la calidad de vida de los grupos vulnerables. La ejecutiva recomienda siempre buscar que la iniciativa sea incluyente, que genere círculos virtuosos.

Para asegurarse del éxito de un nuevo proyecto, Chamba se fijó algunos  principios rectores que le ayuden a delinear su campo de acción:

El primero es garantizar que se cumpla el ‘triángulo de oro’; asegúrese de que sea una iniciativa sostenible en el tiempo, que sea medible y permita hacer ajustes en el camino para el cumplimiento de los objetivos trazados; también debe ser escalable, es decir, llegar a muchos, pero a un bajo costo; y, finalmente, replicable en otros mercados.

Eso ha permitido que iniciativas realizadas en Ecuador sean valoradas en otros países. Por ejemplo, el trabajo realizado con los ganaderos de Chimborazo pronto se reproducirá en México. (I)

El éxito en 3 pasos
01 Proyecto de reciclaje inclusivo
Uno de sus proyectos arrancó en 2014, en alianza con Intercia (empresa recicladora), Arca invirtió en maquinaria para procesar material PET y recuperarlo del mercado. Al momento, todas las botellas que la gente ve en el mercado contienen un 25% de resina reciclada, es decir, materia prima ecuatoriana y eso reduce la importación de resina virgen.

Entre 2014 y 2017, Arca Continental ha recuperado del mercado un 65% de material PET, lo que genera 357 empleos directos y 11.000 indirectos de recicladores.

A ello se suma otro proyecto que se llama DAR: desarrollo, ambiente y reciclaje. Es un proyecto de reciclaje inclusivo en donde participa la Red Nacional de Recicladores y la compañía les ayuda a que tengan un acceso digno al material PET, gracias a la  vinculación entre la organización de recicladores y los principales clientes de Arca: gasolineras, supermercados, farmacias.

Así, las empresas aliadas entregan el material PET por separado del resto de desechos. El proyecto tendrá un plan piloto en Quito y el siguiente año esperan replicarlo en otras ciudades. (I)

02 ¿Cómo interactuar con la ciudadanía?
Con la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación (AEI), Arca y Nestlé dieron paso a un concurso para que el público haga propuestas de reciclaje inclusivo. Llegaron más de 200 propuestas y, con un ideatón, las 15 mejores recibieron asesoría para mejorar su iniciativa.

Trabajaron con mapas de empatía, matrices de decisión y charlas de mentoría junto a los recicladores y expertos. El 17 de mayo pasado se premió al proyecto ‘Yo ayudo al reciclador, yo reciclo’, con un aporte de $5.000 para ejecutar el proyecto. (I)

03 Apalancarse en la Agenda 2030
Ser inclusivos en el diseño del proyecto facilitará la implementación. Por ejemplo, no es viable desarrollar un proyecto de reciclaje sin incorporar a quien vive de esa actividad. Al integrarlo a la cadena de valor —explica Chamba—, la empresa le da herramientas, lo apoya y todos ganan.

Para afianzar un nuevo proyecto, la experta recomienda apalancar la idea en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, y buscar metodologías que rompan paradigmas para conseguir resultados diferentes. (I)