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El Telégrafo
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“Llegué y le pedí un encebollado”

“Llegué y le pedí un encebollado”
02 de septiembre de 2011 - 00:00

Entrar en la casa de los Plata es algo así como sentirse de inmediato parte de la familia. “Señores, yo soy salsero, para salsero mi Dios me quiso... porque sin salsa no hay paraíso...”, se escucha en el equipo de sonido; es la canción del Gran Combo de Puerto Rico, uno de los favoritos de Joao Plata.

Hay alegría en el hogar, doña Patricia Cotera prepara un buen encocado, es que eso le pidió Joao, que desea saborear uno de sus platos favoritos ahora que está de visita en Guayaquil.  “Es que mi ‘mamita’ cocina riquísimo”, lanza el futbolista de 19 años que tuvo una semana libre en el Toronto FC de Canadá y aprovechó para ver a su familia.

El ex Alfaro Moreno (hizo parte de las inferiores en esta academia) cuenta que a su arribo, el domingo anterior, se abrazó fuertemente con su madre y le pidió en seguida que le prepare su plato favorito.

“Llegué como a las 11 de la noche y le pedí un encebollado, es que no hay nada como la comida de ‘mamita’”, expresa Plata, quien indica que en esta semana el menú ha sido variado. “Ya me ha hecho arroz con pollo, caldo de bola, patacones con quesito..., van a faltar días para comer todo lo que me puede hacer”.

Joao destaca que en Canadá, donde su alimentación se basa en ensaladas y pollo, hay ecuatorianos que lo invitan a comer, “pero no es lo mismo, nada como la sazón de mi casa”.

El lunes Plata visitó a sus amigos del barrio, ahí, en el Suburbio, donde jugó sus primeros partidos... “Recibía harta patada, pero así aprendí a jugar”, dice el delantero, que antes jugaba con unas lonas (zapatos de tela y caucho que cuestan 5 dólares) y que ahora usa pupos que alcanzan los 400 dólares.

“Estos son los profesionales, son un guante, ni pesan”, manifiesta Plata, mientras se calza sus Adidas F10 TRX FG Soccer Cleat para tocar un balón por un rato en la cancha de atrás de su casa.

“Hace tiempo que no me paraba en esta cancha con un balón, esto me trae lindos recuerdos”, lanza Joao, que de pequeño peloteaba con Marco (Ortiz), Joe, Joseph y el resto de los muchachos. “Me dio ganas de jugar con ellos ahora, pero ya no puedo, me cuido mucho. Ya me di una vuelta en el barrio para verlos”.

Parado en la cancha de su infancia, Joao saluda a un pequeño. Es Luis Plata, su primo. “Míralo, pero si es igualito a Samuel Eto’o... ja, ja, ja, hasta tiene unos Venus parecidos a los que yo usaba antes”, bromea el futbolista, esto en referencia a que su primo viste el uniforme del Inter.

“Toca, pégale bien, eso, mete el gol... Este muchacho tiene para llegar lejos”, dice el jugador, que ayer recibió un reconocimiento de parte de la Academia Alfaro Moreno.

El también ex Barcelona y Liga de Quito hace un contraste de sus rivales conforme ha avanzado en el fútbol. “Ahora he jugado contra mis ídolos de toda la vida.  Una vez le pedí la camiseta a Beckham (Los Angeles Galaxy), fue complicado, pero me la cambió... Cuando actué  ante Henry (Red Bulls) él me la pidió. Me dijo que había jugado muy bien y me intercambió la camiseta, fue un sueño cumplido”.

Plata, quien se vinculó en enero al Toronto FC, es una de las figuras de su club. Ahí tiene como compañeros al alemán Torsten Frings (mundialista con su selección en Corea-Japón 2002 y Alemania 2006) y a Julián de Guzmán, primer canadiense en haber jugado en la Liga Española.

Al regresar a su casa, su hermana menor y su sobrina, Joselyn y Evony, respectivamente, lo abrazan. Plata las lanza al mueble y las ubica. Ya es hora del almuerzo.

Joao se alista para su encocado... “Se viene lo bueno, a los tiempos que me voy a comer algo así, pero ya estoy haciendo las gestiones para llevarme a mi ‘mamita’ para que me cocine así... buen provecho”.

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