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El Telégrafo
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La pasión por la apnea los hace madrugar a las 04:30

La pasión por la apnea los hace madrugar a las 04:30
14 de enero de 2012 - 00:00

Guayaquil duerme. El silencio es casi total, solo interrumpido por el sonido de la motocicleta de un voceador de periódico y uno que otro vehículo que raramente irrumpe por las calles porteñas.  

La madrugada guayaquileña es tranquila alrededor de la piscina olímpica. El reloj marca las 04:10 y por ahí se ven unas almas caminando por la calle José Mascote: son dos personas que decidieron alargar la noche y que deambulan sin rumbo... sus piernas tiemblan, se bambolean. Una tercera persona aparece en escena, es Ángel Sancho, quien viste pantalón, camisa, zapatos de suela y luce peinadito.

Pero Sancho sí tiene un destino fijo y este es la piscina Asisclo Garay, ubicada junto a la Alberto Vallarino, en el complejo de Fedeguayas. Ahí “Angelito”, como lo llaman sus amigos, practica apnea desde las 04:30. Es el primero en llegar a los entrenamientos y presuroso ingresa al sector de la piscina y se cambia para meterse al agua. 

“Nada de helada, el agua está calentita, además si hace frío me doy una vueltita y el cuerpo se me adapta a los pocos segundos”, cuenta Sancho, quien nadaba de pequeño pero  retornó a la natación hace 8 años debido a problemas de salud.

“A mí me dio un derrame hace años, ya ni siquiera conducía porque no podía. En ese momento reflexioné y empecé a pensar en mí. Como yo nadaba de pequeño, entonces un día me di una vuelta por la piscina y me metí. De inmediato me sentí aliviado, desde ahí  decidí  hacer ejercicio”, cuenta Sancho, un vendedor de repuesto de vehículos de 44 años y que  decidió  unirse a la apnea (buceo a pulmón) hace dos.

Pocos minutos después aparece Ana Párraga, quien lleva 7 meses entrenando bajo las órdenes de Freddy Toledo, seleccionador de Ecuador en apnea.

“Nado desde pequeña, pero me retiré. Regresé el año pasado para practicar apnea, vine porque el entrenador (Toledo) es compañero mío de la universidad y él me invitó", lanza Párraga, quien estudia una licenciatura en Educación Física en la Universidad Estatal.

Toledo llega a las 04:30 a la piscina y ‘Angelito’ lleva en el agua ya  15 minutos. “Él (Sancho) es cumplidito, no falla a los entrenamientos”, comenta Párraga, quien expresa que más de una vez su mamá le ha preguntado en tono de broma si está loca.

“Ella siempre me pasa interrogando: ‘¿estás bien hijita? ¿Qué vas a hacer a esa hora (04:30)? Hijita, ¿a la piscina? ¡Te puede pasar algo!’. Y yo le digo que esta hora es la  perfecta para entrenar”, indica Ana, de 23 años, quien añade que lo mejor de entrenar en la madrugada es que “hay una tranquilidad impresionante. No hay la presión de los demás nadadores ya que a las 08:00 la piscina está repleta”.

Entre los practicantes de apnea está Yolanda Patiño, quien a sus 66 años es una de las más fieles asistentes a los entrenamientos en la piscina olímpica.

“Mi vida ha estado ligada al deporte. Cuando algo me duele, ahí me doy cuenta de que me falta entrenar, ese es mi medidor más efectivo”, manifiesta “Yolandita”, como le dicen cariñosamente los apneístas madrugadores, quienes entrenan hasta las 08:00, cuando la tranquilidad ya no es igual y el sol ya ha hecho su aparición.

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